Inicio Empresas y Negocios ¿Qué resulta más económico: comprar una empresa en marcha o invertir de...

¿Qué resulta más económico: comprar una empresa en marcha o invertir de cero?

La Argentina está en recesión. Todas las empresas lo sienten en sus balances y todas las personas lo reflejan en su capacidad de compra y en el temor a perder el empleo.

Ya no hay duda de que el Producto Bruto Interno (PBI) terminará el año en un nivel inferior al que registraba a fin del 2008. Sólo se discute de cuánto será el nivel de esa caída, que algunos avizoran hasta de un seis por ciento.
Hacia delante, se busca a qué recurrir para evitar un colapso mayor o incluso iniciar una recuperación.

El consumo es uno de los grandes candidatos. El Gobierno apostó a él cuando apoyó la compra de electrodomésticos y autos económicos hace ya medio año. Pero en el primer semestre, los gastos de los privados no mostraron mucha vida y aún es una incógnita cuánto aliento tendrá en el segundo semestre.

El gasto público también puede usarse para llevar adelante la famosa política anticíclica. Aún se mantiene robusto. Pero hoy la caja fiscal luce debilitada. El Estado para cumplir con sus compromisos está recurriendo al ahorro previo, carece de financiamiento y de margen para subir los impuestos y las cuentas provinciales muestran fuertes déficits.

Las exportaciones son las que sufren de lleno la crisis económica mundial. El resto de los países, enfrascados en una caída de su actividad, redujo la demanda de los productos argentinos.

La inversión puede ser la elegida para remontar la economía. El problema es que los privados eligen desde hace un año y medio retirar dos mil millones de dólares mensuales del circuito productivo y financiero argentino. En el primer semestre del año, cayó 13,3%, según calculó la consultora Orlando Ferreres (OJF).

Por las bajas perspectivas de rentabilidad, la falta de financiamiento y la incertidumbre sobre el devenir económico, los privados ya no realizan planes para expandir las instalaciones o encarar nuevos negocios. Por el contrario, la inversión pierde terreno entre las variables que explican el PBI. Y los que aún buscan crecer lo hacen adquiriendo empresas existentes que se venden a bajos precios.

“La mayor incertidumbre conduce a muchas compañías a optar por detectar activos subvaluados en lugar de realizar inversiones que permitan una mayor expansión del aparato productivo. La falta de previsibilidad favorece actitudes de wait and see (esperar y ver, en inglés) en lugar de la concreción de proyectos de inversión previamente planificados”, dice el último informe de la consultora BDO Becher.

Causas
“Los empresarios invierten cuando pueden anticipar la rentabilidad que les van a dar las inversiones. Hay elementos de financiación, de mercado, de estabilidad de reglas de juego que hacen que las condiciones, tanto internas como externas, no sean las ideales”, coincidió el socio de Transactions Services, de la consultora KPMG, Mariano Sánchez.

La consultora BDO suma las crecientes presiones de costos, que han reducido la rentabilidad corporativa, y el alto costo del endeudamiento bancario, que conlleva una mayor dependencia de la generación de autofinanciamiento, como los factores negativos que desincentivan la inversión.

“Quedan formas de inversión que, de alguna manera, maximizan la rentabilidad esperada y que te dan margen para no perder dinero si las cosas no se dan como las planeabas”, dijo Sánchez.

Se trata de empresas que compran acciones de otras compañías que tienen un valor inferior al de mercado. “En vez de invertir y entrar en un proceso largo de incertidumbre, se opta por empresas instaladas, que están listas para producir”, explicó Fernando Garabato, director del área de Finanzas Corporativas, de BDO. Y agregó que hoy es más económico adquirir una empresa en marcha que armarla de cero.

Sectores
Son varios los sectores en los cuales los empresarios estudian la posibilidad de adquirir compañías bajo costo.

Los movimientos son intensos entre los prestamistas. Las entidades financieras no bancarias que proveen préstamos personales y tarjetas de crédito se han quedado sin aire luego de que se enfriara el nivel de ventas y se retrajeran los instrumentos de financiación de consumo, específicamente, la negociación de fideicomisos financieros.

Se trata de compañías muy endeudadas, cuyo costo crediticio las hace susceptibles de adquisición. “Hoy veo que algunas empresas se van a sentir asfixiadas, porque su operatoria comercial tiene implícita la financiación y, cuando no la tienen, no pueden seguir vendiendo lo mismo ni operando de la misma manera. El apalancamiento que le permitió a la Argentina crecer hoy se ve reducido y necesitan achicar sus operaciones al nuevo nivel de apalancamiento”, dijo Garabato.

“Las compañías van a conseguir socios estratégicos que les aporte financiación”, previó Sánchez. Y lo asoció a un movimiento de búsqueda de liquidez de las firmas globales, que se desprenden de activos no esenciales, aún cuando sean rentables, como fue el caso del banco Santander que anunció la venta de sus unidades de seguro en la Argentina, Chile y México.

Hace casi dos meses salió a la luz el caso de La Serenísima. En medio de una compleja situación financiera, a mediados de junio surgieron versiones sobre la posibilidad de que la láctea fuera vendida a la francesa Danone, con quien ya comparte el negocio de yogures y postres. Finalmente, la empresa ratificó que conservará las tenencias accionarias.

“Es un sector difícil. De alguna manera, los drivers de valor están regulados de hecho. En el corto plazo, habrá más presiones para reestructurar la deuda que movimientos concretos. Una vez solucionado el tema de la deuda, se estudiarán alternativas de toma de capital”, estimó Sánchez.

También en el ojo de la tormenta está el resto del sector agropecuario. Sánchez explicó que hay interés de inversores de países que buscan garantizarse el suministro de alimentos. “Eso debería generar operaciones de compra venta”, dijo. “Vamos a empezar a verlo activo cuando el nuevo Congreso resuelva cuáles van a ser las reglas de juego del campo”.

Garabato agregó a las empresas vinculadas a la provisión de equipos para la industria y a la producción de agroquímicos.

El sector automotriz también será de la partida. “Se cayó el volumen de ventas. Muchas [empresas] están en situación complicada. La dinámica pasa por escalar de tamaño a un nivel que las haga rentables”, dijo Sánchez.

Y explicó que “muchos autopartistas, que son empresas medianas privadas y que no pertenecen a grupos globales”, pero que son un “apéndice de las grandes marcas”, atravesarán “un proceso de consolidación”. Similar al que también vivirán las grandes cadenas de concesionarias.

No escapa el sector del Real State tampoco de un período de adquisiciones de emprendimientos existentes. Se trata de proyectos grandes que se arman sobre la base de un esquema de financiación y pre-venta de unidades. Como las ventas cayeron y las personas se muestran más conservadoras, los proyectos se quedaron sin dinero fresco. Son oportunidades para que los inversores inyecten liquidez a cambio de asociarse.

Diferencia de expectativas y posibilidades
Los últimos años de crecimiento han dejado un piso en el precio que pretenden los dueños actuales para desprenderse de sus compañías. En cambio, los compradores ven un mundo distinto al que se desarrolló hasta 2007, una rentabilidad mas baja y desafíos más grandes.

“Hay disparidad entre las expectativas. Los vendedores, según lo que valía hace unos años y al estado del mercado. El que compra tiene la expectativa del desastre: mira el mundo, la crisis. El que vende dice que esto va a pasar. Son puntas muy distantes”, explicó Garabato, que contó que en algunos casos la diferencia de precio puede llegar al 40 por ciento.

Sánchez coincidió en que “comprador y vendedor han jugado al gato y el ratón en el último año y medio”. En otras épocas del país “se podía predecir en forma razonable lo que podía pasar en los próximos años”, pero hoy el mundo “no empuja y la situación interna presenta desafíos”.

Por eso propone una “estructuración más inteligente” para hacer viable la transacción. Se trata de combinaciones de inversión en capital y colocación de deuda.

Caída de la inversión
El sector de la construcción desempeñó en el pasado un papel protagónico como motor de la inversión, pero hoy manifiesta claros síntomas de estancamiento. En tanto, la importación de bienes de capital, que juega un rol vital en esta variable, es frenada por la política del Gobierno de evitar la salida de divisas.

La desaceleración del nivel de actividad se ve reflejada en el comportamiento de la inversión. Después de haber llegado a niveles del 24,3% del PBI el año pasado, en lo que va de 2009 explica el 20%, según calculó OJF.
Pero Fausto Spotorno, economista jefe de OJF, dijo que “la economía tiene capacidad de crecimiento con este nivel de inversión. El mínimo necesario para crecer es del 15-16 por ciento”.

En este contexto de relativo enfriamiento de la actividad privada gana protagonismo la pública. Según datos del Ministerio de Planificación, que replicó BDO, la inversión de 2008 totalizó $17.913 millones, es decir, registró un crecimiento del 39% respecto de las ejecuciones de 2007.

Pero los esfuerzos del Estado tampoco alcanzan para dinamizar la economía. “Ni siquiera se alcanza a reponer la amortización de las maquinarias y equipos, teniendo en cuenta que el sector público invirtió en niveles del 1% del PBI”, dijo el ex presidente del Banco Central Rodolfo Rossi.

A pesar de que la inversión pública desempeña un rol importante en la defensa del nivel de actividad y el mantenimiento del empleo, son los incentivos al sector privado los que permitirían una recuperación de mayor magnitud, coincidieron los expertos.

El informe de BDO concluyó que el Estado debería intentar “minimizar la incertidumbre importada a raíz de la turbulencia en los mercados internacionales evitando las condiciones que generen comportamientos oportunistas tales como la compra de activos subvaluados y favoreciendo de esta manera la realización de inversiones productivas”.

Para ello, agregó, “se debería dotar a la economía de mayor previsibilidad a través de la fijación de metas claras y sobre todo, sostenibles en el tiempo”.