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¿Qué rol cumple el azúcar en nuestro cuerpo?

El azúcar refinado ingresa a nuestro organismo desde un café, una medialuna o una golosina y, a los pocos minutos hace subir la glucosa en la sangre. Esto produce un estímulo directo sobre la insulina, la hormona que se encarga de sintetizar grasa y proteínas.

La insulina es muy buena y necesaria para nuestro cuerpo cuando está en dosis normales, pero es muy mala tanto si está baja, como si está alta. Cuando está por debajo de lo normal, se desencadena la diabetes insulino dependiente, patología que tiene una frecuencia moderada.

Por otro lado, la insulina por encima de sus límites normales, es una epidemia en el mundo. La razón de esto se debe a la ingesta exacerbada de azúcar refinado.

Las personas que comen grandes cantidades de azúcar, en sus diferentes formas, serán obesas o tendrán sobrepeso, sobre todo las sedentarias. La mediadora para que esto ocurra es la insulina alta.

También este camino lleva a todas las complicaciones de la obesidad como los infartos cardiovasculares, cerebrales, la hipertensión arterial, la artrosis, los cálculos de vesícula y el cáncer.

Poco conocida es la relación de la insulina alta, con la facilidad con la que una célula puede crecer y multiplicarse.

Cuando comemos mucha azúcar, la producción de insulina elevada, estimula directamente una sustancia llamada m-TOR, que es la responsable de la multiplicación celular.

Las células que tienen mayores posibilidades de reproducción, como la mama, el colon y los epitelios del pulmón, crecen normalmente por esta sustancia. Así, a mayor estimulación del m-TOR, mayor reproducción. Por ejemplo el músculo de un físico culturista crece así.

En forma equilibrada el consumo de hidratos es necesario para que esto ocurra. Siempre es mejor el consumo de hidratos integrales, como la harina de trigo entera y no el azúcar refinada.

Los excesos de azúcar se relacionan con el estímulo desequilibrado del m-TOR, pudiendo desencadenar la proliferación celular anómala y, con los años llegar a la producción de un cáncer.

De hecho, este mecanismo se lo relaciona con el cáncer de mama, de colon o de pulmón.

Consecuencias del exceso de azúcar
Está científicamente comprobado que la vida se prolonga si comemos menos calorías (azúcar y harinas refinados) y aumentamos los nutrientes:

  • El consumo de azúcar genera adicción. Esto es porque disminuye la absorción del triptofano, que es el precursor de la serotoina. Si nos falta serotonina nos volvemos compulsivos y ansiosos por comer hidratos, sobre todo refinados y esto nos lleva a la obesidad.
  • El alto consumo de azúcar, junto con la contaminación ambiental y el sedentarismo, son los principales culpables de la mayoría de las enfermedades crónicas que azotan nuestra sociedad: diabetes, hipertensión, arterioesclerosis, obesidad, cáncer, mal de Alzheimer, y enfermedades autoinmunes.
  • Por otro lado, el azúcar genera un estado de acidosis y de falta de oxígeno en la célula.

Podría decirse que el bienestar o la satisfacción que brinda el consumo de azúcar en todas sus formas (harinas, golosinas, gaseosas, etc) es tan efímero como dañino, por lo que un buen consejo sería disminuir la ingesta de este tipo de productos y aumentar la de frutos secos, semidesecado, como los higos, dátiles, pasas de uva, entre otros, que son menos nocivos para la salud.

Si bien el azúcar está directamente desaconsejado en la dieta diaria, para quien no logra acostumbrarse, lo ideal es que no se absorba rápido.

Así, por ejemplo, si alguien quiere tomar un café con azúcar porque la stevia (endulzante natural) no le gusta y tampoco desea tomarlo amargo, o si come el azúcar en golosinas, es mejor tener el estómago lleno antes con cosas que se absorban poco o no se absorban, como los vegetales verdes, el salvado de trigo o de avena y la cáscara de la fruta, o sea luego de comerlas y antes de que se vacíe el estomago allí ingerir el alimento que contiene el azúcar. Si se mide la glucosa en sangre luego de esta ingesta se puede comprobar cómo subió o no y hacer las modificaciones necesarias.

En cuanto a las gaseosas, siempre será preferible reemplazarlas por agua con limón, y si se quiere sola o con stevia, y/o jengibre, y todo tipo de jugos de frutas y verduras frescas y crudas.

Al mismo tiempo, antes que golosinas, es mejor hacerse el hábito de comer frutas secas, con enorme poder nutritivo y calórico pero bueno para quemar en el ejercicio. ¿Las ideales? Las nueces, en combinación con los higos desecados, excelente para deportistas y adolescentes.

Preferir siempre las harinas integrales es una elección saludable. Cuando no se comen, cosa recomendable en los casos de obesidad, se organiza un plan de alimentación a base de huevo, pescado, vegetales y muchos frutos secos. Es bueno conocer la harina de chía, de nuez y de quínoa, como alternativas culinarias con mayores porcentajes de proteínas y ácidos grasos y, no sólo almidón como la harina de trigo y de arroz.

Ahora, cuando la obesidad ya está instalada, el inicio del tratamiento siempre comienza por medio de la normalización de los neurotransmisores, o sea la química cerebral, y enseñando al paciente a mantenerlos en equilibrio.

Sabemos que con prácticas como el yoga, la meditación, la música, y todo tipo de arte se sostiene una química ordenada y es de gran ayuda al tratamiento, dado que si se deja todo librado a las manos del profesional, el paciente no se hace cargo de sí mismo, y esto sí que es malo para él.

En síntesis:

  • El azúcar posee una impresionante capacidad adictiva
  • El azúcar blanco refinado que consumimos habitualmente no contienen ninguna de las vitaminas o minerales que el cuerpo necesita para procesarla, por lo que el azúcar no sólo no nos aporta nada desde el punto de vista nutricional, sino que roba al organismo minerales y vitaminas
  • El azúcar distorsiona las hormonas pues el sistema endocrino está compuesto por un gran número de glándulas interconectadas.
  • Los efectos del azúcar son: deprime el sistema inmune, envejece el cuerpo, crea inflamación,  cambios raros de humor, síndrome premenstrual, y mas
  • El azúcar, las harinas refinadas, los conservantes y colorantes intoxican desde que entran al organismo, el hígado es el guardián de nuestro, pero con el tiempo su capacidad desintoxicante se empieza a perder y las toxinas llegan al cerebro alterando sus funciones.
  • El  azúcar genera un estado en el cerebro de falta de oxigeno, de acidosis y de estimulación de la química cerebral que se relaciona con la ansiedad, la hiperexcitabilidad, y esto se interconecta con la agresión, la angustia y los estados de pánico.

Lo que comemos dibuja nuestro cerebro, unido a lo que vemos y escuchamos, con tanta obviedad que hay que hacer grandes esfuerzos para impedir verlo. La industrialización de los alimentos es un plan secreto y macabro que encegue y enferma a la humanidad.