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¿Qué tipo de empresa queremos ser?

¿Por qué hay empresas que ganan mucho dinero en sus negocios mientras que otras, igualmente motivadas, apenas consiguen salir adelante? Este es el gran interrogante que se hacen muchos emprendedores y que intentamos resolver en este artículo.

Para determinar el “tipo de empresa que queremos ser”, como primera medida es necesario revisar las características estructurales de los distintos sectores económicos, ya que no todos los negocios tienen las mismas posibilidades de éxito.

Y no basta con elegir negocios atractivos: en todos los sectores existen empresas a las que le va bien y otras a la que les va mal. Es necesario saber utilizar las características estructurales del sector para crear una posición competitiva ventajosa que proteja los beneficios de la empresa de los ataques de sus competidores.

La creación de la “ventaja competitiva sostenible” sobre la competencia, se entiende como un plan que configure a la empresa sobre tres dimensiones que determinarán su fuerza:

• qué se quiere producir;
• qué partes del producto fabricar (o servicio a prestar) y qué partes subcontratar;
• y en qué área geográfica competir.

Al configurar la empresa en estas tres dimensiones, la empresa está en condiciones de definir su ventaja competitiva.
Pero… ¿Qué es la Ventaja Competitiva?

Una ventaja competitiva es cualquier característica de una empresa que la diferencia de la competencia directa dentro de su sector. Toda empresa que obtiene beneficios de un modo sostenido tiene “algo” que sus competidores no pueden igualar, aunque en muchos casos lo imiten Y no solo tiene una ventaja competitiva, sino que ésta es “sostenible” en el mediano o largo plazo.

Dentro de estas características que hacen diferentes a las empresas entre sí, existen ciertos factores estructurales que posibilitan llevar adelante una estrategia de diferenciación. Entre ellos, podemos encontrar:

• La importancia de la calidad del producto para los compradores;
• La posibilidad de aplicar diferentes tecnologías;
• La utilización del producto para diferenciarse;
• La imposibilidad de apreciar a priori la calidad del producto; y,
• La posibilidad de mejorar un producto con tecnología compleja.

Una empresa diferenciada, o una que vende un producto diferenciado, puede ser muy rentable, tiene un escudo que la protege de la competencia directa de los competidores que podrían arrebatarle su mercado, y este escudo es precisamente su diferenciación, que le ofrece la oportunidad de generar “márgenes extra”.
Y… ¿Cómo hacemos para diferenciarnos?

Quién decida comenzar a estudiar la empresa para diferenciarse, debe resignarse a conocer la empresa de ayer. La empresa evoluciona y con ella, la acción empresarial. Los conocimientos, en cambio, están sometidos a la inercia del aprendizaje, agravada a veces, por la pereza y el desconocimiento de quienes enseñan.

Aunque parezca una controversia, existen numerosos “campos del desconocimiento” de la acción empresarial.

Una empresa que aspire a competir y sobrevivir en el contexto actual, debe dialogar con sus clientes, debe ser capaz de interpretar las demandas que recibe y responder a ellas.

Pero para poder dialogar con el mercado, una empresa debe ser capaz de mantener su propio diálogo interno.

En un contexto turbulento como el actual, nadie puede sentirse fuerte por lo que es: la única fortaleza posible es la que proviene de ser capaz de responder, de poder dejar de ser lo que se es para ser lo que sea necesario.

Recuerde que siempre existe la posibilidad de hacer una elección propia: puede intentar convertirse en un empresario proactivo, con una clara proyección al futuro, o adherirse a la corriente de la inercia de los empresarios bomberos, “apagando incendios” conforme se presentan las dificultades.

La decisión, es suya.