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¿Quiénes tienen el poder?

Así como la calidad de cualquier respuesta está relacionada con el talento puesto en la pregunta, lo que hoy denominamos Liderazgo tiene su estricta relación con la autoridad de los Liderantes. ¿No será que estos últimos también tienen efectivamente el poder?.

Desde mi punto de vista entiendo que se han invertido muchas horas cerebro y ríos de tinta en el análisis y tratamiento del Liderazgo (lo que veo adecuado aunque no completo como enfoque).

Estimo que es ahora tiempo de pensar sobre el tema desde otro ángulo, desde otra posición: ¡La de aquellos que le autorizan a serlo! Hablo entonces del Poder de los Liderantes. Este es otro de los temas que estoy desarrollando en mi nuevo libro y quiero comenzar a compartir, e intercambiar opiniones, con el lector desde mi blog.

Para comenzar quisiera, para ello, destacar la necesidad de la existencia de tres elementos íntimamente relacionados:

1. Personas (Del lat. Pers?na) Individuo de la especie humana.

2. Necesidades a resolver (Del lat. Necesitas) Impulso irresistible que hace que las causas obren infaliblemente en cierto sentido.

3. Contrato de intención de solución (Del lat. contractus) Pacto o convenio, oral o escrito, entre partes que se obligan sobre materia o cosa determinada, y a cuyo cumplimiento pueden ser compelidas.

Las Personas son los actores, que tienen determinadas necesidades que resolver, y por lo tanto buscan la forma para hacerlo (el qué hacer) para luego acordar entonces el cómo hacerlo, quién, cuándo y de qué manera.

Las Personas y las Necesidades a resolver

Trataré de relacionar lo que acabo de exponer con la situación que en estos días nos toca vivir a los argentinos. Son estos, tiempos de elecciones en el país.

Según dicen las estadísticas, parece que somos algo así como 40 millones de personas. Tenemos todos aquí necesidad de organizarnos, vivir y trabajar en paz, por lo tanto se requiere de personas que se ocupen de administrar ciertas cuestiones básicas en procura de ello (los políticos) mientras otros (los demás) nos ocupamos de diversas situaciones que tienen que ver con la productividad.

El Contrato de Intención de Solución

Para poder escoger quiénes son los que, al entender de cada uno, pueden administrar el país y procurar resolver las necesidades es necesario entonces conocer:

a) Las Personas que llevarán a cabo la tarea (equipos, habilidades, conocimientos, experiencia, valores, etc.)

b) Sus Propuestas (planes estratégicos y procedimientos de acción)

Sobre las Personas y las Necesidades ya expresé el rol que juegan. Lo nuevo que propongo consiste en pensar en la necesidad de la exigencia, de un “Contrato de Intención de Solución” al cual adherir, o no. Y le llamo Contrato de Intención de Solución al pacto formal entre partes que se obligan sobre materia o cosa determinada, y a cuyo cumplimiento pueden ser compelidas. Es la única manera de juzgar luego el resultado alcanzado y de determinar la razonabilidad de la gestión.

La no existencia de éste, o el reemplazo del mismo por propuestas retóricas o modelos que jamás se explicitan, pueden constituirse en la peor trampa para quienes tienen la responsabilidad de autorizar a quienes deberán trabajar por las soluciones requeridas. Es por ello que se habla de las personas, solamente, y todos sabemos que es un error. Es entonces imprescindible la convergencia de personas y propuestas comprometidas en un Contrato que hace posible contrastar si se está cumpliendo con lo autorizado. Este instrumento es el que le da poder al Liderante para exigir el cumplimiento de lo pactado.

Liderazgo, una responsabilidad compartida

Es que no lideran solamente quienes son autorizados, sino también aquellos que autorizan. Los Liderantes. Este es el centro del nuevo enfoque del “liderazgo”. Corre el eje del Líder para compartir el poder.

Con esto no estoy procurando quitar importancia a todo lo que conocemos sobre el Líder. Simplemente estoy proponiendo resaltar el rol protagónico y esencial de los Liderantes quienes deben ser concientes y responsables del poder que tienen.

Podemos tomar otro ejemplo diferente porque alguien puede decir que el que acabo de dar tiene que ver con el caso de un liderazgo formal, y ante una situación eventual, no planificada, pueden ocurrir comportamientos diferentes Verá que es lo mismo en esencia.

El domingo pasado, por la mañana, me encontraba participando de una celebración religiosa cuando, en el medio de la misma, una persona mayor se desplomó, literalmente en el suelo, producto (después lo supimos) de un problema serio de presión. Nadie sabía qué hacer!, el escenario era caótico. Imaginen lo relatado en medio de la formalidad litúrgica. El cura que no atinaba a suspender el oficio, dos que corrimos sobre la persona caída para tratar de ayudarla. Mucha gente se acercaba, otra estaba paralizada, hasta que uno de los presentes, con serenidad pero con exigencia, le dijo al celebrante: “Padre, pida que llamen una ambulacia!”.

Esta persona se hizo cargo de la situación. Créanme que fue algo no sencillo aunque ahora en el relato, fuera de contexto, lo parezca. Afortunadamente la persona del caso hoy se que se encuentra bien.

Pero volvamos al momento de lo relatado, ¿qué ocurrió allí? Deseo rescatar que aquel domingo un grupo importante de personas estábamos reunidos allí en la celebración por una necesidad común y se daban las tres condiciones básicas mencionadas (personas, necesidades comunes a resolver y contrato) y todo se desarrollaba en orden. Repentinamente aconteció algo que cambió el curso de la situación lo que generó un nuevo acontecimiento, en el mismo escenario con los mismos parroquianos. Se presentó así la urgencia de atender al accidentado, lo que “corrió el foco del contrato original, adicionando uno nuevo”. Ante el caos inicial desatado alguien surgió de entre las personas y tomó el liderazgo de la situación en procura de resolver este “nuevo contrato para dar solución a la nueva circunstancia”.

Hasta allí podríamos decir que este es un típico caso de lo que se denomina Liderazgo Situacional, y es verdad. Pero deseo continuar y acordar diciendo que también hubo, por parte de los demás, una “acción de autorización a quien se hizo cargo”. Y esto lo quiero destacar puesto que imaginen qué hubiera ocurrido si algunas otras personas competían por resolver la cosa de otra forma aumentando el caos. Y esto podría haber sucedido ya que había allí personas que pensaban que no era apropiado suspender por un momento la misa y otras que creían que era bueno llamar a un médico del vecindario, en fin, no todos se preocupaban de igual forma.

Conclusión Lo que quiero rescatar es que siempre hay autorización para que el Líder Formal actúe. Se da una autorización por parte de los Liderantes (que quieren resolver la situación tanto como el líder que asume) delegando en quien o quienes ven como más apto para cumplir con el contrato que los reúne.

En el caso del primer ejemplo, el de la política, eligiendo a aquellos que presenten las mejores propuestas concretas (bases del contrato) y a su vez posean las capacidades necesarias para llevarlas efectivamente a cabo. En el segundo ejemplo, el producido por un hecho eventual, donde se generan situaciones impensadas en las que repentinamente deben sucederse autorizaciones que liberan la acción de un Líder Situacional.

Estoy convencido que por estar enfocados en la problemática del Líder, no hemos avanzado demasiado en las profundidades del Poder de los Liderantes.

Es que no lideran solamente quienes son autorizados, sino también aquellos que autorizan, los Liderantes.