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Reinventarse o morir

En el mundo de los negocios existen pocas empresas que a lo largo del tiempo han sido capaces de sobrevivir a los ciclos económicos sin pasar por un proceso de “reinvención” o por lo menos por una evolución que les permita adaptarse a las condiciones cambiantes del mercado.

En una industria tan dinámica como la de la tecnología, esta necesidad de cambio para mantener el liderazgo o simplemente para garantizar la supervivencia, es algo aún más crítico. Hoy en día, no es raro encontrar ejemplos de compañías que han logrado mantenerse vigentes por muchos años gracias a la capacidad que han tenido sus líderes para hacerlas evolucionar en direcciones que incluso en algún momento pudieron sonar descabelladas.

También abundan los casos de compañías que han sido víctimas de este proceso “darwiniano” de selección natural en el ambiente tecnológico. Es casi imposible creer que Kodak, quien fuera el gigante de la industria fotográfica en los años 60s y 70s, haya perdido el liderazgo en esta década debido a su inhabilidad para anticiparse y adaptarse a las nuevas condiciones del entorno industrial que generó la introducción de la fotografía digital.

Un ejemplo clásico de un proceso evolutivo industrial es el de la compañía finlandesa Nokia, reconocida por una gran mayoría de los actuales consumidores de tecnología gracias al liderazgo que ha demostrado desde hace varios años en la industria de la telefonía celular. Es muy probable que muchos de los usuarios de sus productos todavía piensen que la empresa Nokia desde siempre estuvo enfocada a la industria de las telecomunicaciones, cuando la realidad es otra. Nokia, fundada hace 130 años, comenzó como un productor de celulosa y papel y con el tiempo diversificó su portafolio de productos introduciendo líneas de llantas, bicicletas, zapatos, televisores y generadores de energía, incursionando en las telecomunicaciones sólo hasta mediados del año 1962. Desafortunadamente en los últimos dos años, parecería que Nokia ha olvidado la receta de su éxito y su capacidad para transformar sus habilidades organizativas rápidamente se ha estancado, aunque el reciente anuncio sobre la llegada de un nuevo CEO podría iniciar un otro ciclo evolutivo.

Otro ejemplo fascinante de evolución es el de Apple, una empresa fundada en un garaje en California a mediados de los años 70. Apple se enfocó en sus inicios en la producción de computadores personales, treinta años más tarde se convirtió en uno de los distribuidores más grandes y poderosos de contenidos musicales y de video a nivel mundial y luego de cuatro años de haber revolucionado el mundo de la tecnología celular, se precia de llevarse más de 45 por ciento de las utilidades trimestrales de este mercado. Esta reinvención de Apple parece no tener pausa y las próximas víctimas podrían ser los operadores de televisión por cable y satélite, así lo demuestra el lanzamiento de la nueva versión de su producto Apple TV y la inversión de más de un billón de dólares en un nuevo “data center”.

Las empresas líderes están buscando continuamente nuevas formas de anticiparse a las necesidades del mercado y son conscientes de que sus activos actuales, tangibles o intangibles, pueden volverse rápidamente obsoletos y que el éxito en el presente puede convertirse en la antesala del fracaso futuro, por lo que no pueden dormirse en los laureles y deben buscar el camino de le “re-invención”.

Javier Villamizar
Columnista