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Retos del líder moderno: 3 Claves para que la técnica se convierta en arte

Una buena parte de la función de los líderes y de las personas que tienen a su cargo a otras, es no sólo alcanzar los objetivos y resultados previstos, en sus prospectivas realizadas tiempo atrás, así como el seguimiento adecuado a los parámetros y estándares utilizados para el cumplimento de los mismos. El gran reto tiene que ver con la emisión del compromiso y responsabilidad que debe y puede tener el equipo de trabajo y cada uno de los miembros que lo conforman. Y en un escenario mucho más deseable, retroalimentar e interactuar con la alegría y el gusto de ser parte del equipo y de tener la oportunidad de aportar al mismo con el talento y los recursos personales de cada cual.

La empresa en nuestro país vive en carne propia la problemática de las deficiencias educativas que arrastramos desde hace algunos decenios. En las que ha sido una educación principalmente memorística y cognitivo-conductual. En el que el principal énfasis a nivel escolar y familiar ha sido el señalamiento del error en un primer momento y después, el condicionamiento: premio-castigo, el énfasis en el resultado por encima del método o la estrategia, el hacer las cosas al “hay se va”, el “hago como que trabajo” si estoy siendo visto, el jerarquizar el mundo de derechos muy por encima del mundo de responsabilidades, el llamar la atención aunque sea “a la mala”. El siempre ser evaluados y el no enseñarnos la auto-evaluación. En tener una ruta a explorar que son las materias, contar con un vehículo que serían los libros y cuadernos, pero se olvido en esta parte que alguien tenía que jalar del caballo o al menos viajar en la carroza y ser el observador.

El reto que vive el líder es interesante, ciertamente en su trabajo prioritario que son las personas y todo lo que ello conlleva. El líder, al igual que los que conforman su equipo, fue formado en esta sociedad y con este sistema educativo. Y dependiendo de su formación, experiencia y evolución personal, también se le pueden escapar muchos elementos de la realidad. De esta manera fácilmente puede caer en lo mismo que él percibe y que no le funciona de su gente. El análisis se puede convertir en un callejón sin salida, la ejecución en una decepción, la junta en un laberinto, las decisiones tomadas en sustancia echada en saco roto, las metas diarias en estrellas fugaces, la comunicación en mera confusión y embrollo. Los problemas pueden brotar de la nada. La línea que separa lo armónico de lo caótico es muy delgada. La diferencia que podría hacer la diferencia es que el líder tenga clara la distinción de cuando puede saltar de la técnica a el arte.

Clave 1: Estar presente y abierto

Es muy curioso pero fuimos educados a través de métodos y estrategias que el tiempo se encargó de demostrarnos que no nos alcanzarían para atender la realidad futura. Y ¿cómo pretender que lo memorístico pueda ser útil en un mundo donde los mapas y entornos se alteran vertiginosamente? ¿cómo pretender que una persona funcione con un condicionamiento, si cuando era pequeña había en su percepción tres variables y mil constantes mientras que ahora hay un millón de variables y 5 constantes? Es nada más y nada menos que pretender enfrentar nuestros surcos mentales con su velocidad de tortuga frente a las vicisitudes de la vida que van a la velocidad del rayo y la fuerza del Tsunami. Estamos en la era de lo multifactorial y la única forma de atenderlo adecuadamente es sistémicamente como el artista: estando abierto a la intuición.

Estar en la técnica es luchar con la vida, estar en el arte es fluir o dejarse llevar por la vida. Los budistas dicen que “si quieres conocer tu pasado, debes examinar el presente que es la consecuencia y, agregan, que si quieres conocer tu futuro examines tu presente que es la causa.” Para un líder que quiere llevar artísticamente a cabo su labor, significa el aprender a estar auténticamente presente y abierto, tanto en lo que pasa adentro en su mundo sutil como lo que pasa afuera en el mundo denso; dentro del mundo sutil –estar atento- a todo lo que lo que lo conforma: pensamientos, emociones, sentimientos, sensaciones, cinestesias, intuiciones… dentro del mundo denso de la misma forma: deseos, actitudes y comportamientos, creencias, intereses, paradigmas, acciones o no acciones, hechos e interpretaciones, eventos y así en lo sucesivo.

Clave 2: El disfrute

La segunda pista para que el líder se percate que su accionar está dentro del arte, es si está disfrutando lo que ocurre. Si no lo está haciendo es casi seguro que aun está en la técnica. Dentro de la técnica, él estará buscando las soluciones o los orígenes en lo ya vivido. Quizá quiera encontrar la respuesta en un libro, o en sus apuntes de curso, o en el reporte del año pasado. Está en la técnica de estarse repitiendo en un proceso mental y, no es que no se valga hacerlo, sino más bien tiene que ver si se está dando cuenta de ello por un lado, y por el otro si es clara su intención de hacerlo de esa manera. Estar en la técnica es un proceso deductivo, es meterse en un cuello de botella; estar en la técnica sería como creer a pie juntillas que el proceso o método aprendido va a resolver el problema que presenta “x” persona, simplemente por las similitudes que tiene a otro caso citado, olvidándose de que simplemente es otra historia. Estar en la técnica sería como percatarse que lo cognitivo sigue teniendo mayor peso que el Ser. Cuando son más importantes los resultados que los caminos, se está en la técnica; urge tener la respuesta a un problema, urge que acabe una “mala” pasada. Eso puede generar estrés y así es muy complicado que se dé el disfrute. Cuando son igual de importantes ambos, se podrá aspirar a estar en el arte. Si está intentando resolver un problema desde lo mental o desde la presión, el líder está en la técnica. Si se da el permiso de hacerlo desde lo intuitivo, está en el arte, y es muy probable que pueda estar disfrutándolo, sobre todo si se conjuga con alguna de las otras dos claves.

Clave 3. Elegir o refundar su intención diariamente

Moverse con arte es elegir estar auténticamente presente para lo que vaya apareciendo en el camino, muchas veces la administración o mercadotecnia a esto le llama “servicio”; quiere decir sentir el presente expandido, que se sabe complejo más no intratable. Al acallar la mente se abre la puerta a la percepción holista y se sabe que si la intención es clara hasta “el error” aparece en el momento justo, como otra más de las oportunidades para el desarrollo y la expansión, personal y/o del equipo. El líder artista sabe que la energía de un equipo de trabajo puede romper el estancamiento y empezar a circular, como sabe que con solo soplar en una manguera puede hace que salga la basura atorada, como sabe también que si va en una vía congestionada puede buscar llegar más rápido por una vía alterna que presiente que existe, como sabe que afinando uno a uno los instrumentos, se puede llegar a la armonía deseada en la orquesta, aun cuando podría fallar en el momento del concierto alguno de ellos. Sabe que esa falla también juega un papel y que puede exprimirse e integrarse en pro del crecimiento compartido del equipo. Y una cosa muy importante el líder que ha aprendido a moverse con arte sabe que cada día debe tomar la elección consciente de seguir en este camino que puede ser tan “saturado”, “concurrido”, “trastabillado”, “lleno de incertidumbre”, “con muchos trabucles”, pero sabe que el camino vale la pena y elije nuevamente seguir creciendo y desarrollándose a partir de los retos que envuelven dicho camino. Son las vicisitudes a través de las cuales él ha elegido conscientemente CRECER. Sabe con certeza que el camino se conquista en el día a día.