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Río Gallegos: mucho más que la casa de Kirchner

“Ponga el dinero en la bolsa”, gritó el señor Lindem apuntando con una Colt .44 al subgerente del Banco Tarapacá de Río Gallegos. Detrás, el señor Brady tenía en sus manos una caja de metal con libras esterlinas. En pocos minutos robaron 30.000 monedas de peso nacional. Afuera los esperaba una dama, subieron a los caballos y huyeron para siempre. Era la tarde del 14 de febrero de 1905 y Butch Cassidy, Sundance Kid y la misteriosa Etta Place huyeron casi sin dejar rastro a través de la Patagonia.

Este episodio robado de una película del Lejano Oeste ocurrió hace un centenar de años y aún hoy se lo recuerda como una de las famosas causas policiales sin resolver. Ese día, además del dinero, los pistoleros se llevaron en la bolsa la credulidad de una coqueta población que había recibido con los brazos abiertos a los famosos pistoleros que se ocultaron bajo el disfraz de adinerados caballeros: daban bondadosas propinas, hacían gala de una abultada cuenta bancaria y se mostraban decididos a invertir aquí.

Pasaron varios meses antes de que en la alejada Río Gallegos supieran que habían sido víctimas de la Black Jack, famosa banda que a finales de 1800 asaltó trenes y bancos en Estados Unidos.

Según el archivo de la agencia de investigación norteamericana Pinkerton, los tres integrantes de la banda, buscados por numerosos robos, se embarcaron el 20 de febrero de 1901 en el paquete barco Soldier Prince que partía de Nueva York a Buenos Aires. Para mayo de ese año eran tres distinguidos huéspedes del hotel Globo de Trelew, y en la primavera tomaron posesión de seis mil hectáreas de tierras vírgenes en Cholila, dispuestos a cumplir con el mandato colonizador.

Pero la vida tranquila duró poco. En 1905, con el robo del Tarapacá, iniciaron una serie de asaltos que los convertiría otra vez en una banda peligrosa.

Sin un perfil turístico definido, esta ciudad ha logrado captar parte del flujo de viajeros que llega hasta este extremo austral. Hoy los pasajeros ya no sólo llegan a descansar y buscar provisiones para seguir la aventura; algunos, en especial los argentinos, también quieren saber dónde vive la familia presidencial.

“Río Gallegos es un centro de distribución turística, desde aquí los viajeros siguen hasta El Calafate, Ushuaia o bien Torres del Paine, en Chile, pero pese a eso en los últimos años se empezó a registrar un incremento de consultas y visitas”, asegura María Fernanda Concepción, directora de Turismo del municipio local.

La oferta de la ciudad está conformada por museos, muestras artesanales, exposiciones y una ría de heladas aguas que puede recorrerse a lo largo de un atractivo paseo costanero.

“Hoy, los turistas que llegan hasta aquí generalmente lo hacen para descansar de su recorrido. Suelen quedarse dos noches y aprovechan para recorrer la ciudad y los alrededores, Cabo Vírgenes, las estancias o bien la laguna Azul”, explica Concepción.

Con sólo dos vuelos diarios de Aerolíneas que conectan la capital santacruceña con Buenos Aires, en los últimos años conseguir una plaza es casi una cuestión de azar. Si bien el tráfico turístico podría haber descendido desde la inauguración del aeropuerto de El Calafate en 2000, aún llegan hasta aquí quienes se dirigen a Ushuaia por tierra, a visitar la Cordillera o los Hielos Continentales.

Esta ciudad de 80.000 habitantes se encuentra en permanente extensión. De casas más bien planas, fue fundada sobre la extensa ría, justo en el punto en que las aguas del río Gallegos desaguan en el Atlántico.

En esta esquina del mundo, a finales de 1800 llegaron los primeros inmigrantes malvinenses con experiencias en la cría de ovejas y se instalaron con sus familias. De aquellas épocas se guardan historias dantescas que se encuentran en el Museo de los Pioneros, en la esquina de Alberdi y El Cano. También cuenta la historia que hasta aquí llegó el celebre ladrón norteamericano Butch Cassidy.

Desde que el presidente Néstor Kirchner llegó a la presidencia en mayo de 2003, Río Gallegos despierta curiosidades: de periodistas que llegaron a ver la cuna del jefe de Estado, biógrafos o bien simples turistas.

“La gente pregunta en la casilla de informes dónde queda la casa del Presidente y pide que les expliquemos cómo llegar”, comentan desde la Dirección de Turismo.

Sólo una discreta guardia policial indica que el chalet de estilo americano de tres niveles, a dos cuadras del centro, es la casa que ocupa la familia presidencial los fines de semana.

Si las persianas están levantadas es señal de que el Presidente se encuentra en la ciudad. Los turistas suelen llegar hasta la esquina. Y hasta alguno, si tiene suerte, se ha sacado una foto con él.

Arquitectura pionera
La ciudad tiene 1300 plazas hoteleras, desde hoteles tres estrellas hasta económicas hosterías para viajeros con mochilas. El aumento de las promociones turísticas que involucran a toda la Patagonia hasta eventos como el TC 2000 que incorporó a la ciudad en el almanaque aportan al flujo de pasajeros.

Si bien la oferta gastronómica es moderada, los restaurantes de la ciudad ofrecen siempre en su menú algún plato que incluye cordero patagónico en sus más variadas combinaciones.

Para los amantes de la arquitectura, esta ciudad guarda un tesoro: más de 200 casas originales esparcidas por la ciudad que continúan los modelos ingleses traídos hasta aquí por los colonos pioneros desde Malvinas reflejan el sistema constructivo que se estaba desarrollando a partir de la Revolución Industrial en Europa.

La arquitecta Silvia Mirelman ha rescatado ese pasado arquitectónico y lo refleja en el libro Arquitectura pionera de la Patagonia sur . Allí describe el estilo de las casas de chapa y madera que llegaban desarmadas en los barcos. Y cuenta cómo el estilo constructivo de los ingleses fue tan fuerte que se mantuvo a pesar de la llegada de italianos y españoles, que se produjo años después.

Según relata el libro, esta primera experiencia dejó la impronta en la arquitectura regional y se repitió en las ciudades costeras con fuerte colonización malvinense.

Mirelman explica cómo en las construcciones actuales hay un rescate del estilo de los pioneros: “Se sigue utilizando la chapa para los techos, es típico del Sur. En este momento hay una moda en los countries de Buenos Aires, pero es característico de esta región”.

Aves playeras y pingüinos
Hacia el este de la ciudad se encuentra la Reserva Costera Urbana, un estuario que recibe la afluencia de los ríos Gallegos y Chico. Posee extensas planicies intermareales y marismas en su margen sur, que son usadas como áreas de alimentación y descanso por miles de aves residentes y migratorias.

Entre las especies más importantes se encuentra el playero rojizo, la becasa de mar, el playerito rabadilla blanca, todas aves playeras migratorias de largas distancias que unen ambos hemisferios en vuelos de estación.

También aquí se podrá observar un amplio hábitat de especies vegetales y fauna de gran diversidad biológica.

Fuera del radio urbano puede optarse por la hospitalidad de las estancias turísticas, un recorrido por el paisaje volcánico de laguna Azul o una excursión a la reserva faunística de Cabo Vírgenes, una de las mayores pingüineras de América del Sur que alberga, de octubre a abril, a más de 150.000 pingüinos magallánicos.