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Se esfuma la ola de adquisiciones

El histórico frenesí global de fusiones y adquisiciones que comenzó en 2003 se está agotando. La crisis de confianza que se inició hace unas semanas ha secado el crédito fácil que durante años financió el auge de las adquisiciones, alterando de manera abrupta la psicología en el mercado de los grandes acuerdos.
Según The Wall Street Journal, hasta fines de junio la actividad de fusiones y adquisiciones, medida por el valor total de los acuerdos, estaba en su nivel más alto en la historia e iba camino a generar un monto récord en las comisiones que reciben los bancos de inversión. Pero en cuestión de pocas semanas, el mercado perdió su ímpetu.
La firma Dealogic indicó que en agosto los acuerdos de fusiones y adquisiciones totalizaron US$ 222.000 millones en todo el mundo, el monto más bajo desde julio de 2005 y muy lejos de los US$ 695.000 millones de abril de este año o los US$ 579.000 millones de julio pasado.
“Las fusiones y adquisiciones son un fenómeno permanente pero cíclico”, dice Robert Kindler, vicepresidente de Morgan Stanley. “Si (la actividad) baja 20 o 30% el próximo año no me extrañaría en lo más absoluto”, afirma. El cambio de clima quedó en evidencia el martes. Normalmente, en la jornada después del día del trabajo en EE.UU., que tuvo lugar el lunes, siempre hay una ola de fusiones.
Pero este año no hubo acuerdos importantes, excepto la oferta de US$5.000 millones que el proveedor inalámbrico MetroPCS Communications Inc. hizo por su par Leap Wireless International Inc. Pero no está claro que la oferta desemboque en un acuerdo. Como dice un banquero, el mercado está “muerto, muerto, muerto”.
Desde luego, siempre habrá fusiones y adquisiciones, explicó The Wall Street Journal, pero los banqueros anticipan un giro hacia formas más tradicionales, como el intercambio de acciones entre compañías que tienen razones estratégicas de peso para unir fuerzas.
Incluso los banqueros más optimistas reconocen que su negocio se está esfumando. Dicen que es poco probable que el ritmo, tamaño y audacia de los acuerdos logrados en los últimos tres años se repita en los próximos meses o incluso años. Y eso será un golpe donde más le duele a Wall Street. Se espera que las bonificaciones anuales de este año sean menores y tampoco se han descartados despidos.
Es probable que este cambio tenga repercusiones más allá de Wall Street. Las compañías estadounidenses tendrán menos opciones de adquirir a otras empresas, de ponerse en venta o, incluso, de completar acuerdos que ya se han firmado. Se ha vuelto casi imposible financiar transacciones que superan los US$ 1000 millones, afirma Steven Rattner, director del fondo de capital privado DLJ Merchant Banking.
La última bonanza de fusiones y adquisiciones, que terminó en 2001, fue impulsada por un mercado bursátil en auge, en especial en el sector tecnológico.