Inicio Empresas y Negocios Sólo tres letras separan al mundo del apocalípsis financiero global

Sólo tres letras separan al mundo del apocalípsis financiero global

El Apocalipsis. O, mejor dicho, el Apocalipsis financiero, esta vez es más profundo que los anteriores y nadie sabe si será el último. De lo que nadie duda es quien es el culpable de semejante amenaza.

Según la Real Academia Española, Apocalipsis es el último libro del Nuevo Testamento y contiene las revelaciones escritas por el apóstol San Juan, referentes en su mayor parte al fin del mundo.

A fines de febrero, cuando el grupo asegurador AIG pedía por enésima vez apoyo estatal para evitar la quiebra, la aseguradora hizo circular un escalofriante memorándum entre las autoridades estadounidenses donde detallaba las consecuencias de su eventual colapso.

Desde que estalló la crisis, AIG fue el único de los “too big to fail” (demasiado grande para caer) que fracasó a pesar de la monumental ayuda del Gobierno.

Hoy, en Wall Street, AIG es mala palabra. Por eso, el Citi salió a diferenciarse. “No somos AIG”, podría haber dicho Pandit. Hubiera sido lo mismo.

La mayor aseguradora del mundo recibió, según reporta CincoDías, u$s215.000 millones de capital nuevo, provenientes de los contribuyentes de su país.

El memorándum, que fue publicado por la agencia Bloomberg, destaca los riesgos que entraña para el resto del mundo su inviabilidad, reflejada en un quebranto de u$s100.000 millones el año pasado, la mayor pérdida de una sola empresa en la historia. (Ver: “AIG registra pérdidas histórica en 2008 y espera otro rescate de u$s30.000 millones”)

Por ello, aboga por un nuevo rescate con fondos públicos (sería el cuarto) ya que, de lo contrario el sistema financiero se enfrenta a un colapso “catastrófico”: Los fondos monetarios se congelarían y los bancos de medio mundo precisarían de nuevo capital para evitar la quiebra.

Tales advertencias están recogidas en un informe “estrictamente confidencial” elaborado por la aseguradora y fechado el pasado 26 de febrero, en el que se apunta la posibilidad real de riesgos “sistémicos”.

AIG alerta que, en caso de quiebra, la tormenta financiera se extenderá por todo el planeta. “El valor del dólar puede caer”, el costo de la deuda pública de EE.UU. aumentará y se dispararán las dudas acerca de la capacidad del Gobierno para rescatar al sistema financiero del país. Es decir, avanza el colapso del sistema en su conjunto, informa Bloomberg.

Por si ello fuera poco, la caída de AIG agrandaría los agujeros que presentan los balances de muchos bancos norteamericanos y europeos y, por lo tanto, podrían ser degradadas de nuevo sus notas de calificación crediticia (rating), encareciendo aún más el costo de la financiación.

“Es cuestionable si la economía podría tolerar otro golpe en el sistema financiero que produciría el fracaso de AIG”, dijo el grupo en un documento dirigido a las autoridades de la Unión Europea, fechado el pasado 26 de febrero y del que informa la agencia Bloomberg.

En su carta, AIG explicaba que el seguro es “el oxígeno del sistema de libre empresa”; por lo tanto, si no se asegura la protección ante adversidades, “los fundamentos del capitalismo están debilitados”.

En pocas palabras, involucra nada menos que 1,6 billones de dólares en exposición a derivados, con su debida contraparte. Según AIG, son más de 1.500 inversores institucionales que, en caso de quiebra, tendrían que valorar a cero todos aquellos contratos en los que la contraparte fuese la aseguradora.

El impacto en los mercados sería, pues, cuatro veces superior al de Lehman Brothers, que dejó en el aire derivados por valor de u$s400.000 millones y descapitalizó en buena medida el sistema financiero internacional.

Ante tal escenario, algunos ponen en duda la veracidad de dichas previsiones. Es el caso de Phillip Phan, profesor en el Johns Hopkins Carey Business School de Baltimore, quien acusa a AIG de crear una atmósfera apocalíptica para presionar a las autoridades y forzar así un nuevo rescate público.

De acuerdo al memo la banca europea necesitaría capital adicional por u$s10.000 millones y su calificación financiera estaría en peligro de no mediar un rescate, en tanto que las necesidades en EE.UU. llegarían a u$s19.000 millones.

La raíz del problema se debe a los llamados CDS (credit default swaps), que durante años las filiales de AIG se dedicaban a vender. Estos instrumentos aseguraban a los inversores frente a los impagos de deuda de terceros. La compañía se llevaba las comisiones y asumía el riesgo. (Ver: “Que son los CDS y por que preocupa tanto la evoloución de la Argentina a los inversores”)

Ahora que los riesgos se han materializado, es necesario que el Estado ponga el dinero para evitar que la cascada de pérdidas tumbe el sistema financiero. No extraña que el presidente de la Fed, Ben Bernanke, señalase esta semana en el Congreso de su país que “si hay un episodio que me ha molestado más en los últimos 18 meses, es el de AIG” y reconociese que con AIG “estalló una enorme brecha en el sistema”. (Ver: “Tras las millonarias pérdidas de AIG, Bernanke dijo estar “furioso” con la aseguradora”)

El jefe de la Fed agregó que “AIG explotó una enorme brecha en el sistema regulador, no hubo supervisión de la división de productos financieros, esto era en resumidas cuentas un fondo de cobertura de riesgo adosado a una compañía de seguros grande y estable”.

La aseguradora “hizo una enorme cantidad de apuestas irresponsables, sufrió pérdidas enormes y no había supervisión reguladora porque el sistema tenía una brecha”, dijo Bernanke.

Al mismo tiempo, Bernanke sostuvo que las autoridades “no tuvieron más alternativa que tratar de estabilizar el sistema” financiero socorriendo a la firma”.

En su testimonio, el jefe de la Fed dijo que es posible que las autoridades tengan que aumentar las ayudas al sistema bancario por encima de los US$700.000 millones que ya se han aprobado, y adoptar otras medidas radicales aun cuando ello incremente el enorme déficit fiscal de Estados Unidos.

“AIG es una compañía mundial de seguros enorme y compleja adosada a un banco de inversiones y fondo de cobertura de riesgo muy complicado al que se le permitió aumentar su tamaño sin supervisión adulta alguna”, dijo el secretario del Tesoro Timothy Geithner en una audiencia de la Comisión de Medios y Arbitrios de la Cámara de Representantes.

Debido a “los riesgos que AIG supone para la economía”, dijo Geithner, ”lo más efectivo que se puede hacer es cerciorarse de que la firma se pueda reestructurar con el paso del tiempo”.

Warren Buffett también apuntó que “todo el mundo odia el rescate de AIG, pero éste era necesario”. La Fed, por si acaso, declaró a Bloomberg que decidió ayudar a AIG a partir de sus propios análisis.

La Fed y el Tesoro intervienen en el sistema de gastos para enfrentar la crisis
Ya pasaron aquellos días en que los ejecutivos del gigante descansaban en lujosos hoteles en California. Ahora, AIG tiene un nuevo régimen de gastos para sus empleados, un comité especial de gobierno corporativo y estrictos límites a los pagos de ejecutivos, según una carta del presidente de la Reserva Federal al senador John Kerry, que fue publicada el martes por Reuters.

La carta del jefe de la Fed a Kerry, senador demócrata de Massachusetts, abre una ventana sobre cuánta influencia tendrán la Fed y el Tesoro sobre los hechos cotidianos de AIG. Bernanke indicó que su agencia comunica sus puntos de vista a AIG en forma rutinaria.

“En el otoño (boreal) pasado, por ejemplo, le expresamos claramente a la gerencia de AIG nuestra profunda preocupación por incidentes reportados de gastos corporativos y preguntas en torno a las compensaciones de ciertos ejecutivos”, añadió.

Kerry escribió a Bernanke y a Henry Paulson, que en octubre comandaba el Tesoro, pidiéndoles que aseguraran que AIG no incurra en “gastos innecesarios o excesivos a costa de los contribuyentes”.

¿Quiénes se salvan con el rescate de AIG?
El diario estadounidense Wall Street Journal comentaba esta semana que los verdaderos beneficiados de los sucesivos rescates de AIG son dos docenas de grandes entidades financieras, que han recibido pagos por valor de u$s50.000 millones de dólares desde que empezaron, en septiembre, los rescates de la aseguradora.

La lista la encabezan Deutsche Bank y Goldman Sachs, que recibieron u$s6.000 millones cada uno. También aparecen Merrill Lynch, SG, Royal Bank of Scotland, Morgan Stanley o HSBC, entre otras entidades, según informa el mismo medio.

La semana pasada, durante una audiencia en el Congreso, los legisladores demandaron que la Fed identificara a las firmas financieras que recibieron dinero de AIG. El vicepresidente de la Fed, Donald Kohn, se negó.

Varios miembros del Comité se sintieron frustrados y llegaron al punto de amenazar a Kohn con no otorgarle ni un dólar más durante la crisis crediticia -jamás- si no revelaba la información.

El Senador Jim Bunning, le dijo, “Obtendrás el mayor ‘no’ que jamás hayas obtenido. Haré todo lo posible por impedir que desperdicies el dinero de los contribuyentes en una causa perdida”.

¿Por qué tanta agitación por estos nombres? Aunque el gobierno ha sostenido que salvar a AIG era necesario para prevenir una catástrofe aun mayor, los senadores arguyen que la medida también ha rescatado a contrapartes que tomaron riesgos imprudentes, por lo que los legisladores quieren saber cuáles son las compañías.

La información que irritó al Comité del Senado esta semana gira en torno a u$s80,000 millones en CDS que AIG extendió, respaldados por valores hipotecarios, algunos de ellos subprime.

Cuando la firma sufrió la rebaja de sus calificaciones, las garantías resultantes de los CDS excedieron en mucho lo que la compañía podía manejar, y se convirtieron en la principal razón por la ésta debió ser rescatada, con un compromiso gubernamental que ahora excede los u$s150.000 millones.

Muchas de las entidades hubieran estado expuestas a sufrir un efecto dominó de no haber recibido, primero, las garantías que AIG les pagó y, después, miles de millones de dólares del gobierno estadounidense que las sanaron.

Durante todo este desastre, que comenzó en septiembre, ni AIG ni el gobierno han divulgado nunca los nombres de las contrapartes, lo que enfurece a Bunning y otros senadores.

El presidente del Comité, Christopher Dodd, Demócrata de Connecticut, describe a las contrapartes como menos que “víctimas inocentes” que usaron la calificación de AIG (entonces AAA) para tomar “enormes riesgos irresponsables”. Y protesta, “No está claro a quien estamos rescatando”.

El sábado The Wall Street Journal publicó muchos de los nombres de las 25 contrapartes involucradas y posteriormente, la revista Fortune obtuvo un grupo de 15 nombres rankeados en un orden intrigante.

Fortune solicitó comentarios de todas las instituciones financieras, de las cuales, ninguna declaró que su inclusión en la lista fuera equivocada.
La lista contenía los nombres en el orden que se presenta a continuación.

¿Qué significado tiene el orden de la lista? Ya que no es alfabético, una posible interpretación es que los bancos estén enlistados según la cantidad de CDO que aseguraron con AIG.

La posición en el segundo lugar de Goldman Sachs encaja con varios informes que dicen que la firma era una importante contraparte de AIG y que había asegurado tal vez hasta u$s20.000 millones en CDO con la compañía.

Si en efecto el banco francés Société Générale ocupa el primer lugar por exposición, se trata de una distinción que éste no necesitaba. A principios del año pasado, la compañía sufrió ante la noticia de que un operador del banco había perdido u$s7.500 millones en forma fraudulenta.

El memo de AIG es contundente. Su pedido de ayuda contiene una enorme dosis de presión a los gobiernos de las dos orillas del Atlántico. El resultado está abierto y de su resolución dependen muchas cosas. Entre ellas, nada menos que el futuro del sistema financiero global.