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¿Tienen futuro los programas de MBA?

Recientemente, la prestigiosa escuela de negocios de Harvard celebró su primer siglo de vida. Y, como es costumbre, los aniversarios conllevan ciertas actividades de reflexión.

Así, los directivos ordenaron una investigación sobre las principales tendencias de los programas de MBA. Para el estudio, se entrevistaron numerosos decanos de escuelas de negocios, estudiantes y reclutadores corporativos.

Y los resultados fueron realmente desalentadores.

¿Por qué las empresas no quieren graduados de MBA?

En las décadas del ’60 y ’70, cuando una organización necesitaba un gerente con buen manejo de herramientas de gestión, un graduado de MBA era la mejor opción.

Sin embargo, en las últimas décadas, el foco de la formación en negocios se ha vuelto demasiado “científico”. El graduado promedio está bien entrenado para el análisis cuantitativo pero exhibe deficiencias en habilidades blandas.

Pero claro, a la mayoría de los reclutadores corporativos no les interesa contratar investigadores sino que necesitan talento directivo. De esta forma, un título de MBA ya no garantiza una ventaja en el mercado laboral.

La situación se agrava si consideramos que muchas compañías han desarrollado sus propios programas internos de formación. Así, contratan jóvenes de alto potencial (incluso antes de que hayan terminado su carrera de grado) y los forman de acuerdo a las necesidades del negocio.

¿Cómo pueden seguir siendo relevantes los programas de MBA?

El ambiente de negocios ha cambiado en los últimos años. Y, por supuesto, también las corporaciones.

Las organizaciones actuales se alejan de las gigantescas estructuras piramidales para volverse más planas y globalmente integradas.

En este marco, las oportunidades de generar valor se encuentran en los cruces de las fronteras departamentales y nacionales.

Así, los mejores gerentes son quienes poseen espíritu emprendedor, habilidad para sintetizar información y liderar personas a escala global. Y no es evidente que los programas de MBA formen estas competencias.

De esta forma, advierte la investigación de Harvard, para seguir siendo relevantes (y atractivos) los programas de MBA deberían fortalecer tres puntos clave:

1) Globalización

En un contexto de negocios globales, el foco nacional de los programas queda desactualizado.

Las escuelas deberían abrir centros de investigación geográficamente dispersos para elaborar casos empresariales capaces de formar habilidades de toma de decisiones en un contexto global.

Es decir, casos donde los estudiantes deban considerar las implicancias regionales de sus decisiones.

2) Aprender a través de la experiencia

La globalización de los programas de estudio es un paso importante. Sin embargo, probablemente tendrá poco efecto mientras los alumnos se limiten a estudiar y debatir los casos en el aula.

Un buen programa de MBA debería brindarles la posibilidad de trabajar y estudiar en el exterior para vivir en carne propia lo que leen en los manuales.

Desde luego, no es lo mismo tomar, en Madrid o Buenos Aires, un curso de “doing business in China” que hacerlo en Shanghai.

Así, señala la investigación de Harvard, las escuelas deberían firmar acuerdos con instituciones de otras regiones para brindar a los estudiantes la oportunidad de tener una formación práctica auténticamente global.

3) Desarrollo del liderazgo

Finalmente, la ya clásica crítica que Warren Bennis y James O’Toole expusieron en su investigación: “Cuando las escuelas de negocios perdieron el rumbo”.

Las escuelas deben reformar el enfoque excesivamente “científico” de sus programas de MBA, considerando que su objetivo no es educar investigadores sino gerentes.

Esto queda claro en la formación en liderazgo. Transmitir a los estudiantes diversas teorías del liderazgo es valioso. Pero a las empresas, poco les importa que sus directivos puedan recitar el Modelo de Liderazgo Situacional de Hersey-Blanchard. Lo que los reclutadores buscan son líderes, no especialistas en liderazgo.

Por lo tanto, un programa de MBA debería involucrar una formación práctica, basada en el estudio de casos.

En definitiva, el primer centenario desde la fundación del programa de MBA de Harvard llega en un tiempo de grandes desafíos para las escuelas de negocios.

La escasa relevancia de la formación de los másters en negocios ya había sido advertida, años atrás, por Henry Mintzberg en su libro “Managers, not MBAs” donde declaraba: “Los programas tradicionales de MBA entrenan a la gente equivocada, de las maneras equivocadas, con las consecuencias equivocadas”.

Así, muchas instituciones están reevaluando sus MBAs. Algunas están emprendiendo el camino desde los programas convencionales full-time hacia la modalidad part-time o los programas ejecutivos focalizados de menor duración.

Más allá de que la investigación de Harvard pueda estar sesgada por su histórica preferencia por el método del caso, probablemente vengan épocas de cambios, desde una formación basada en la “torre de marfil” (como la llamó Bennis) hacia un enfoque más práctico que responda a las necesidades de talento directivo de las corporaciones, que en última instancia, son sus verdaderos clientes.