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¿Una época de cambio o un cambio de época?

Hace unos tres meses atrás en la reunión del Club de Roma, Capítulo Argentino, el senador Ominani de Chile planteaba justamente ese interrogante y claramente indicaba que estábamos en la segunda de la hipótesis, es decir, “el cambio de época”. En otras palabras los paradigmas que sustentaron la posguerra estarían quedando atrás.

Barack Obama lo refleja, a su manera, cuando dice: “Hemos sido los principales responsables de la crisis”, refiriéndose a los Estados Unidos, pero para su solución debemos pensar en la comunidad internacional pues la Unión ya no está en condiciones de resolverla unilateralmente.

¿Qué implica esto desde el punto de vista regional, entendiendo a ella como la comunidad del Cono Sur, y cuál es el papel que nuestro país debería asumir en este cambio de época y de paradigmas?

¿Qué implica esta situación desde el punto de vista económico y comercial internacional y desde nuestro “atalaya” aquí en el Sur?

La primera cuestión estriba en saber para qué, porque y con quiénes debemos tratar de establecer ciertos puntos en común, frente a este mundo cambiante, difícil, inquieto e inquietante, lleno de incertidumbres y que como lo indica la historia, será un período de conflictos graves, hasta que en algún punto – actualmente lejos de visualizarse– comiencen a verse los contornos de un nuevo equilibrio.

Para poder contestar ese primer interrogante, conviene evaluar qué puntos nos acercan o nos unen con los países más cercanos: nuestro entorno o “nuestro barrio”. Es en ese sentido que rápidamente surgen aspectos comunes con Uruguay, Paraguay y Brasil; estos países tienen con el nuestro -salvando las enormes diferencias de tamaño y de desarrollo relativo– una realidad y un potencial de desarrollo agroindustrial incomparable en un mundo donde la seguridad alimentaria se ha transformado en una de las claves del presente y del futuro.

Esto implica que, mas allá de los graves errores de política con respecto a este tema en la Argentina, su potencial lo ubica como un actor principal y de hecho así lo demuestran las proyecciones de la FAO y de la OCDE para los años 2020 y 2030.

Hay por lo tanto un vasto campo para avanzar en forma conjunta en las negociaciones comerciales internacionales que se refieran al campo agrícola, en la investigación y desarrollo de nuevas semillas que mejor respondan a posibles cambios climáticos –mayor calor y sequedad– y morigerar la dependencia con respecto a las transgénicas –invirtiendo en I &D- también para evitar la adopción de reglas por parte de los PD, que basadas en el cuidado del medio ambiente, atenten contra la competitividad de nuestros productos estableciendo nuevas barreras al comercio.

Los países indicados precedentemente más Chile y Bolivia son indispensables para un proceso de integración energética, que permitiría el mejor aprovechamiento de las posibilidades de desarrollo hidroeléctrico, del nuclear entre Argentina, Brasil y Uruguay, del gas boliviano y de la energía eólica, solar y de los biocombustibles.

En el tema de nuevas fuentes de energía, se destacan los avances en las investigaciones que ya registra Brasil en la utilización de biomasa para obtener etanol proveniente del bagazo de caña, así como en la posibilidad de fabricación de “plásticos verdes” provenientes de la misma fuente.

En cuanto a eólica ya se están instalando diversos parques en Chile, Uruguay, Brasil y la Argentina que van indicando los progresos en esta materia.

La seguridad energética no debería ser un problema para la región, todo lo contrario, actuando en forma planificada la nuestra sería una zona sumamente atractiva para las inversiones privadas en la medida que existieran reglas claras y se eliminaran paulatinamente los subsidios que imposibilitan la posibilidad de actuación conjunta; este último aspecto es esencial para nuestro país ya que aislado y con precios totalmente desfasados con los rigen en los otros países, se inhibe el planeamiento conjunto.

El tercer aspecto importante corresponde a la integración física, en este sentido se ha avanzado a través de IIRSA, pero mucho más se puede avanzar desbloqueando el problema existente entre Chile y Bolivia donde la Argentina podría jugar un papel central para llegar a un acuerdo definitivo; también en lo referente al paso ferroviario y carretero de Cristo Redentor entre Argentina y Chile y sobre el objetivo uruguayo de un puerto de aguas profundas a la altura de La Paloma que debería ser considerado en un esquema de integración física, con el aprovechamiento profundo de la Hidrovía Paraguay-Paraná proyecto que ha sufrido demoras como consecuencia del conflicto argentino- uruguayo por las pasteras.

Estos tres aspectos, el desarrollo de la agroindustria, el de integración energética y física tienen muy mucho que ver con otro tema central que se refiere a la posición de nuestros países con respecto al cuidado del medio ambiente y la lucha contra el calentamiento global. El uso racional de la energía –eficiencia energética-, la utilización de fuentes renovables y la modificación creciente de los modos de transporte: menor uso del transporte por camión y mas por transporte marítimo- fluvial y ferroviario, deberían estar presente cada vez más en las decisiones conjuntas que se adopten y en las que se tomen en cada uno de los países del Cono Sur, en otras palabras, a las posiciones declamadas en las Cumbres se le deben agregar acciones que vayan en la misma dirección.

Por último, cabe repensar la actuación en el campo económico y comercial internacional. Así como en el G-20 Argentina, Brasil, México conjuntamente a China e India vienen sosteniendo la necesidad de un cambio en la representación y participación en las decisiones de los organismos internacionales, también debería existir un consenso en la región sobre lo que es mas conveniente desde el punto de vista comercial, en especial sobre la OMC y la Ronda Doha y el neoproteccionismo vigente.

En estos aspectos surgen diferencias muy nítidas: Brasil, Chile y Uruguay se oponen al proteccionismo, Brasil en particular aboga abiertamente para lograr un acuerdo multilateral, Uruguay también lo hace pero al mismo tiempo presiona para tener un mayor margen de maniobra negociador, Chile por último ha logrado avances sustanciales en su apertura económica y comercial a través de acuerdos bilaterales con regiones y países que representan alrededor del 85 % del PBI mundial.

Nuestro país por último desde antes de la crisis y más acentuadamente a partir de ella, lleva adelante una política defensiva de protección a varios sectores industriales considerados “sensibles” y ha limitado y limita exportaciones para mantener el poder de compra de los consumidores (carne vacuna, lácteos, trigo, maíz, petróleo y gas) y mantiene con respecto a la Ronda Doha una posición sensiblemente diferente a la brasileña y la de los otros países mencionados.

La evolución de la posición brasileña hacia una postura negociadora y mas abierta hacia el comercio y las inversiones, tiene que ver con el peso creciente de su sector agro-exportador en la matriz de comercio y producción, en el avance como empresas transnacionales globales de mas de cien firmas brasileñas, en el descubrimiento de los yacimientos de petróleo y gas offshore y en la búsqueda de un mercado global para el etanol de caña donde son líderes mundiales, todo lo que conlleva a una postura ofensiva en el campo multilateral.

Es visible entonces de que nuestro país corre riesgos, quizás no inmediatos, pero sí con casi absoluta seguridad a partir del 2011 de quedar aislado; hay elecciones en Chile y Uruguay este año y en el año 2010 en el Brasil. Especialmente estas últimas son una clave, dada la presión interna y externa que ya es visible sobre la política exterior brasileña en el campo económico y comercial, para que ese país busque firmar acuerdos con o sin la presencia argentina.

¿Se advertirá a tiempo “el cambio de época” desde nuestro país? ¿Habrá modificaciones de políticas , como para aprovechar las oportunidades que brinda la región y el mundo en cambio o estaremos frente a una nueva posibilidad que se nos escurre como el agua entre las manos?