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Una nueva apuesta de Pizza & Espuma

El jueves 17 de abril de 2008, en el marco de un almuerzo para periodistas especializados, Pizza Y Espuma, abrió las puertas de su nuevo local ubicado en el barrio porteño de Belgrano, en la esquina de Soldado de la Independencia y Federico Lacroze.

Pizza & Espuma, une la tradición de los grandes maestros pizzeros de Los Inmortales, con una imagen renovada. Se trata de un bistró de pizzas recomendado para todos aquellos que transitan por Belgrano buscando propuestas de pizzas sin perder la mística y el sabor de los grandes maestros pizzeros. Su puesta en escena y su propuesta gastronómica reflejan esa combinación. Es un lugar en el que el vecino del barrio juega de local, donde los sabores y la decoración se vuelven festivos cómplices del buen vivir. El nombre, “Pizza y Espuma” se eligió en honor a las preparaciones de pizza que ofrece, y a la espuma de frescas y corpóreas cervezas.

En el año 2001, buscando revivir la gloria de los viejos tiempos, Maria Laura Di Ciancia, heredera de los fundadores de la clásica pizzería Los Inmortales, en sociedad con Juan Martín Guarracino, heredero de Freddo, otra marca con historia y uno de los fundadores de las heladerías Pérsicco, inauguran el primer local de Pizza y Espuma en la esquina de Juncal y Agüero, en Barrio Norte.

Actualmente se sumó un nuevo socio estratégico: el Grupo TBM, empresa gerenciadora de proyectos gastronómicos fundada en el año 1997 por Torneos y Competencias, Telefé y Editorial Atlántida, dueña de Locos por el fútbol, La Dorita, Sabores Suizos, etc. Esta unión garantiza desde su background y expertise en importantes cadenas, el éxito de esta propuesta gastronómica.

La tarea de los arquitectos y el estudio de diseño gráfico fue lograr que el lugar se viera elegante, agradable, pero no caro. Como particularidades se destaca el palo de amasar, elegido como soporte de su carta, y las típicas venecitas del horno pizzero.

La marca, se trabajó bajo un concepto de diseño clásico con estilo propio y toques de modernismo, rescatando los valores y el clima de las viejas pizzerías de barrio pero con el toque de actualidad y frescura que su público valora.

En la paleta de colores predominan los clásicos blanco y negro, y el bordeaux, que evoca fuerza y tradicionalismo.