Inicio Empresas y Negocios Uno de cada cuatro jóvenes sigue desocupado

Uno de cada cuatro jóvenes sigue desocupado

El ciclo económico expansivo ha permitido una importante reducción del desempleo con su consecuente alivio en los problemas sociales. El próximo paso debe estar orientado a resolver los problemas más estructurales del mercado de trabajo que no se resuelven sólo con aumento de la producción. Un ejemplo concreto son las enormes dificultades que siguen enfrentando los jóvenes para ingresar al mercado laboral. Es aconsejable acompañar el crecimiento económico con un mejor diseño de las regulaciones laborales como lo están haciendo con mucho éxito varios países desarrollados.

La recuperación de la actividad económica ha contribuido al mejoramiento general de los indicadores laborales y sociales. En la medida que este proceso se profundiza se van explicitando con mayor claridad los problemas en el mercado de trabajo que trascienden los vaivenes asociados al ciclo económico. Se trata de determinados segmentos de la fuerza de trabajo donde se observan realidades laborales particularmente adversas.

Un ejemplo –no el único– se da en el segmento de los trabajadores jóvenes. No sólo en Argentina, sino también en otros países, los primeros pasos en el mercado laboral son dificultosos. Sin embargo, los resultados que los países obtienen muestran notables contrastes. Con datos de la OECD y del INDEC referidos a la situación laboral de los jóvenes de entre 15 y 24 años se puede observar el siguiente panorama:

• En países como Dinamarca, Holanda, Australia ó Nueva Zelanda los jóvenes tienen tasas de participación laboral muy altas (71% en promedio) y de desempleo juvenil bastante bajas (9% en promedio).

• Otros, como Francia, Italia ó Bélgica, tienen tasas de participación laboral juvenil muy bajas (32% en promedio) y tasas de desempleo muy altas (21% en promedio).

• En Argentina, según datos del INDEC para el primer trimestre del 2007, la tasa de participación laboral de los jóvenes es de 47% y la de desempleo llega al 24%.

Aunque simples y sintéticos, estos datos sirven para ilustrar los diferentes resultados que se pueden obtener por aplicar diferentes estrategias regulatorias para facilitar el empleo. En general, los países más exitosos son los que han sabido aplicar, con imaginación, reglas en el mercado laboral que se adaptan al cambio tecnológico y a la integración de los mercados.

En este sentido, no se puede identificar una receta única, sino variantes en la lógica de facilitar la contratación de trabajadores. La batería de medidas es heterogénea pero incluye, entre otras, mínimos no imponibles a las cargas sociales, como es el caso de Australia, facilidad para la movilidad entre trabajos con protección social a cargo del Estado, como es el caso de Dinamarca, y, en general, regulaciones simples y accesibles para las modalidades laborales innovadoras como las de tiempo parcial.

Otros países de similar nivel de desarrollo se han aferrado a criterios de regulación supuestamente protectorios pero que no ayudaron a promover el empleo, especialmente entre los jóvenes. Regulaciones que se ciñen a la idea de que la protección sólo se da cuando hay empleos por tiempo indeterminado, a jornada completa, con elevadas cargas sociales y penalizaciones al despido y a la movilidad interna terminan cercenando la generación de empleos, especialmente para los más inexpertos. Este concepto no se adapta a las particularidades de los diferentes segmentos de la fuerza laboral como, por el ejemplo, el caso de los jóvenes que deben conjugar trabajo con estudio y falta de experiencia laboral. Cuando las regulaciones laborales no atienden estas necesidades, las poblaciones en desventaja sufren discriminación, que se manifiesta en bajas tasas de participación y altas tasas de desempleo. Un testimonio concreto es Francia con sus derivaciones violentas motorizadas por los problemas de empleo juvenil.

En Argentina, las regulaciones laborales fueron y son motivos de fuertes controversias y muy pocas reformas. En la práctica, las líneas básicas del pensamiento sobre cómo deben ser los diseños del mercado laboral se han mantenido sin alteraciones desde la década del ´40. Un momento de auge económico, como el que se transita en la actualidad, es la oportunidad para aplicar políticas como las que vienen instrumentando países que han logrado ofrecer buenas oportunidades a su juventud. Con un enfoque más desprejuiciado e innovador que el que tradicionalmente ha regido la discusión sobre las regulaciones laborales se pueden eliminar, o al menos morigerar, las barreras que dificultan el ingreso y la permanencia de los jóvenes en el mercado de trabajo. De esta manera se podrá pasar de la protección meramente declarativa a la protección efectiva.