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Altos mandos reclaman mayor atención de las empresas por la incertidumbre y las presiones

Si de algo saben hoy la mayoría de las empresas es de cómo atraer, retener y seducir a sus empleados, sobre todo a aquellos considerados altos potenciales, a la Generación Y, a los jóvenes profesionales y también a sus gerentes de área. Sin embargo, muchas compañías no le prestan la suficiente atención a lo que les ocurre a los altos mandos que, justamente, en un contexto como el actual son los que a mayores presiones están sometidos.

Tanto por considerarlos –erróneamente- “súper hombres” o invulnerables, los gerentes generales, CEO, directores y presidentes de compañías –en definitiva todos aquellos que tienen a su cargo la toma máxima de decisiones y a su vez gerentes que les reportan- en muchas ocasiones son dejados de lado por las políticas de las áreas de Recursos Humanos y no tienen la contención que en posiciones de mando tan altas se necesita.

En definitiva, se trata de la soledad de los altos mandos y de su impacto en los trastornos de ansiedad y depresión, consecuencias que además de ser sumamente graves para la persona que lo padece, repercuten también en el desempeño y productividad de la empresa.

“El abandono, la soledad, el tener que tomar decisiones bajo presión y sin poder consultarlas y todos los trastornos que esto trae aparejado y el rol del factor emocional, en algunos casos paraliza a los altos ejecutivos y en otros los hace tomar decisiones apresuradas”, asegura María Mercedes Pastor, licenciada en Recursos Humanos y profesora de la Universidad de Belgrano (UB).

Y, al respecto agrega: “Siempre están solos porque no pueden consultarle sus decisiones o compartir sus problemas ni a su familia, ni a sus pares, ni a sus colaboradores y mucho menos a quienes están por arriba.”

Cuando algo no anda bien…
En diálogo con infobaeprofesional.com, la especialista señala que en determinados puestos a los ejecutivos no se les permite ser vulnerables. E incluso, los mayores niveles de exigencia les generan mayor estrés y una serie de trastornos físicos, sociales y psicológicos.

Dentro de estos últimos, repercute sobre todo en los específicamente cognitivos, es decir, aquellos que tienen que ver con las funciones ejecutivas, un ámbito que tiene relación directa con el desarrollo de la compañía.

En ese sentido y basada en su vasta experiencia dentro de las organizaciones, Pastor postula “si bien muchas empresas ayudan a sus empleados que tienen alguna adicción o patología, nunca se habla de la depresión, este es un tema tabú.”

…se nota
Como consecuencia de los altos niveles de presión, las exigencias y la soledad de la posición, en determinado momento los altos mandos pueden empezar a sentir distintos síntomas que indican que algo no anda bien.

Dentro de los síntomas físicos, los más frecuentes son:

* Dolencias cardíacas
* Problemas gástricos
* Trastornos dermatológicos
* Problemas endocrinológicos

“En definitiva todo tipo de factores a nivel físico que los afectan. Y que encima los padecen en silencio, lo cual es peor, por lo que empiezan problemas como el ausentismo periódico, algo que es un gasto y problema importante para la empresa porque se trata de su número uno, cuya ausencia complica y retasa muchas veces la toma de decisiones, y en los negocios el tiempo es plata”, explica Pastor.

Entre lo síntomas de carácter social, se destacan:

* Hiperactividad
* Aislamiento
* Workaholic
* Mal trato generalizado
* Falta de efectividad en los resultados

En tanto, desde un punto de vista psicológico los altos ejecutivos pueden padecer:

* Falta del sentido
* Pérdida del deseo
* Desafectivización
* Cambios en el humor
* Trastornos cognitivos
* Trastornos de ansiedad
* Depresión

Al respecto, la profesora de la UB cree que este aspecto “se nota sobre en la falta de comunicación del ejecutivo, la rotura en los lazos familiares y con amigos, la introversión, y en el hecho de que dejan de causarle placer salidas que antes sí le causaban como, la pérdida de sentido y sobre todo una notoria alteración de su humor.”

De acuerdo con Pastor, entre los síntomas cognitivos los más frecuentes son la falta de atención, la dificultad para poner foco en la tarea, falta de memoria, de organización y planificación y de saber cuáles son las prioridades.

Todas estas funciones cognitivas se ven profundamente alteradas cuando el alto ejecutivo está bajo estrés. “Esto lleva a que se equivoquen con mayor frecuencia en las decisiones importantes, en los números, lo cual genera pérdidas no menores a las compañías. Cuando lo ve desde este punto de vista, la empresa se da cuenta que es un tema grave”, afirma la especialita en RRHH.

¿Demasiado Ribotril?
Cuando atraviesa una situación de estas características, el ejecutivo siente que algo en su interior está pasando, pero cree que tiene que ver con el rol que ocupa, el cual a su vez socialmente también le genera un status y una cierta cantidad de beneficios.

Para Pastor, lo más preocupante es que el la persona “toma ese rol, que en realidad es mentira, y actúa como un personaje, dentro y fuera de la compañía, y esto es sobre todo lo más grave porque está totalmente desencajado de su entorno social y familiar.”

Así es que, para poder sobrellevar la posición y las presiones y tensiones que la misma trae aparejadas, muchas veces los presidentes, directores o CEO de empresas optan por la ingesta de antidepresivos. Sin embargo, Pastor opina que en estos casos “es sano dar un paso al costado cuando no se puede lidiar con tanta presión.”

Así, ante trastornos de ansiedad y depresión y dada la soledad a la que están sometidos, la especialista en RRHH recomienda hacerle ver a la persona que está con esta sintomatología y que pueda empezar un tratamiento.

En sentido, quien debería hacerle notar al ejecutivo la situación por la que atraviesa es el director de Recursos Humanos, sus colaboradores más cercanos o –en caso de existir- los mentores o coaches externos.

Cómo prevenirlo: para tomar nota
A modo de prevención, Pastor postula tres caminos posibles:

* Psicoeducación: consiste, por ejemplo, en dar charlas en las empresas, organizar desayunos de trabajo en los cuales la gente pueda participar y donde poder comunicar que es normal que este tipo de cosas pasen y a su vez la manera de abordarlas y tratarlas.

* “Recursos ansiolíticos”: práctica de yoga, otras formas de expresión corporal y el aprendizaje de ejercicios respiratorios. Meditación. Postura

* Coaching ejecutivo: participar en sesiones semanales con alguien que sea un cable a tierra y por el cual la persona pueda canalizar la tensión y sus problemas.

Según Pastor, “en las empresas muchas veces se cree que los de arriba llegaron porque se las saben todas y no es así, porque el directivo pueda estar muy bien capacitado desde lo técnico y tener una vasta experiencia laboral pero desde la habilidad gerencial no estar entrenado, porque nunca lo fue.”

Así, recomienda trabajar en el desarrollo de las habilidades gerenciales desde los mandos medios, para que la persona, en caso de llegar a la gerencia general, ya tenga aceitadas esas skills. “Es una forma de anticiparse, prevenir y de que el ejecutivo no se sienta desbordado el día de mañana”, explica

Con los gimnasios no alcanza
En un contexto político, social y económico como el actual, hay muchos ejecutivos que están depresivos porque manejar la incertidumbre los angustia muchísimo. No obstante, -y a modo de aliciente- hoy la soledad y la angustia no sólo puede afectar a los empresarios sino a también a aquellas personas que están en ámbitos de poder y tienen a su cargo la toma de decisiones

“A veces las empresas ponen gimnasios y dar un montón de beneficios, pero no se dan cuenta que este sector que tiene tanta responsabilidad y cuya toma de decisiones es tan importante para la empresa y no se fijan en las necesidades reales que tienen. Piensan que por darle hoteles cinco estrellas, primera clase en los aviones ya está, y no es así. Para nada”, finaliza la profesora de la UB.