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¿Cómo se alcanza la innovación social?

Las estadísticas alrededor del mundo son desalentadoras. UNICEF informa que, cada año, mueren más de 6 millones de niños menores de 5 años, más de la mitad por enfermedades que pueden ser prevenibles. El Banco de Desarrollo Mundial determina que el 17% de la población es pobre y 1,3 billones viven con menos de 1,25 dólares al día. Hay poca representación femenina en los gobiernos, hay baja inclusión laboral de gente con discapacidad, escasean los recursos naturales, nuevas formas de esclavitud se manifiestan en paupérrimas condiciones de trabajo y trata de personas y en muchos lugares del mundo, los derechos humanos básicos no son respetados.

Es fácil reconocer que se necesita un cambio, y se necesita urgente. Las cifras han disminuido en los últimos años, pero las grandes instituciones, a pesar de sus notables esfuerzos, no pueden responder con suficiente rapidez a las apremiantes necesidades a nivel global.

Entonces, ¿cómo se genera ese cambio social? ¿Cómo se mejora la calidad de vida de todos los ciudadanos del planeta? Y, más importantemente, ¿cómo atacamos los múltiples problemas a la vez de manera eficiente?

Bill Drayton, economista norteamericano, encontró la respuesta a estos problemas hace más de 30 años. Supo que no hay forma de que una organización encare con éxito todos los problemas en simultáneo y que es imposible priorizar, porque todos son importantes y están interconectados, pero se dio cuenta que había mucha gente alrededor del mundo que frente a distintos problemas había tenido una idea nueva para encararlo y estaban dedicando su vida a implementarla. Se dio cuenta que si podía ayudar a cada uno de estos individuos –a los que llamó emprendedores sociales– a hacer lo que mejor sabían hacer, allí radicaba la base para pensar un mundo mejor.

Entonces creó la organización Ashoka, que hoy está presente en 72 países y se dedica a buscar estos líderes de cambio y potenciar su trabajo para que alcancen la todo el impacto social que pueden alcanzar. Hoy, Ashoka tiene la mayor red de emprendedores sociales del mundo, con más de 3000 emprendedores sociales que abordan distintas temáticas de manera innovadora dentro de la salud, educación, desarrollo económico, juventud, derechos humanos y acceso cívico, entre otros.

La condición clave para que esos emprendedores ingresen a la red de Ashoka es la novedad de su idea. La formas tradicionales no están dando los resultados tan necesarios, entonces Ashoka se concentra en encontrar exclusivamente ideas nuevas, que no pasa por una gran apuesta tecnológica sino en la manera en que se mira el problema, que surge de la posibilidad, del optimismo, del cuestionar el por qué las cosas son de una determinada manera y de apostar por el cambio. Un ejemplo es Fundación RAP, del emprendedor de Ashoka Alan Clutterback, una fundación que agrupa políticos de distintos partidos pero que comparten un conjunto de valores, principio y conductas con el objetivo de generar vinculo, fomentar el diálogo y contribuir a cambiar la realidad política argentina, haciendo hincapié en que el diálogo fortalece el marco institucional de la política argentina, más allá de las ideologías. Una idea muy simple, con gran capacidad de impacto, que ya tienen 161 políticos y está en constante aumento.

En segundo lugar, es indispensable que la idea innovadora tenga esta capacidad de impacto social. Si no, cualquier innovación deja de tener sentido. ¿Puede esta idea resolver ese determinado problema a nivel local, regional, nacional y hasta mundial? Para lograr esto, es esencial que esa idea sea escalable. Ya sea escalable horizontalmente, o sea, que pueda ser replicada a distintas geografías y locaciones, siempre adaptándose a la cultura y a la sociedad de esa nueva región. O también escalables de manera vertical hasta llegar a afectar políticas públicas. Solamente con la escalabilidad se puede alcanzar ese cambio sistémico al que apuesta Ashoka, una erradicación a ese problema de raíz.

Un claro ejemplo es el de Jorge Strada, que fundó Papelnonos para promover un envejecimiento activo y así construir una nueva vejez en las que los adultos mayores son actores sociales, alegres, protagonistas, solidarios, con proyectos vitales. Este modelo, que desarrolla espacios de capacitación y expresión para personas de edad, ya tiene 60 agrupaciones dentro de la Argentina y ha sido exportado a 6 países, lo que permite empezar a cambiar la forma en que se visualizaba la vejez.

“No hay nada más poderoso que una idea nueva, de la mando de un emprendedor social” afirma Bill Drayton, y así resume la clave de la innovación social. Por un lado, una idea tan innovadora y poderosa, que lleva integrada la capacidad de generar impacto social, por el otro lado un emprendedor social con la pasión y la determinación para llevarla a cabo y generar un cambio tan necesitado en el mundo.