Inicio Empresas y Negocios ¿Cuál es el perfil ideal del director de una gran corporación?

¿Cuál es el perfil ideal del director de una gran corporación?

La separación entre management y propiedad fue una de las grandes innovaciones que llegaron de la mano del capitalismo corporativo del siglo XX. En las compañías que cotizan en bolsa con alta atomización (y anonimato) de accionistas, suele no existir un dueño mayoritario que controle directamente las operaciones de la empresa.

En este marco, ¿cómo monitorear las actividades de los gerentes? ¿Cómo asegurarse de que realmente sirvan a los objetivos de los accionistas y no a sus intereses personales?

De esto se trata, en pocas palabras, la corporate governance (o gobierno corporativo). La respuesta que encontró el capitalismo corporativo para estos interrogantes fue, en la mayoría de los países, la creación de un directorio cuyos miembros son nombrados por la asamblea de accionistas.

De esta forma, los directores del consejo de administración son responsables por el comportamiento de los empleados. Así, para los accionistas, es fundamental asegurarse de que sólo personas perfectamente idóneas accedan a estos puestos de alta responsabilidad. En este marco, ¿cuál es el perfil del director ideal?

Este es el interrogante que pretende responder una investigación conjunta entre la Carey School of Business y Texas A&M University. A través de un seguimiento del desempeño de más de 2.000 directores de compañías del ranking Fortune 500, los investigadores ofrecen algunas pautas para elegir al director ideal. Veamos…

¿Hombres o mujeres?

A pesar de los avances de los últimos años, lo cierto es que las mujeres siguen siendo una ínfima minoría en los directorios corporativos. A la hora de elegir a sus representantes, los accionistas siguen orientándose por el viejo prejuicio: “los negocios son cosa de hombres”.

No obstante, el machismo puede ser extremadamente costoso para la empresa. En efecto, las directoras exhiben un rendimiento superior a sus colegas varones y son más efectivas a la hora de mantener la confianza de los accionistas.

De hecho, las mujeres son particularmente hábiles para relacionarse y conciliar intereses entre los distintos stakeholders de la compañía: empleados, clientes y demás grupos de interés.

¿Insider o outsider?

¿Qué es mejor? ¿Traer directores de afuera o elegirlos entre aquellos que hayan hecho carrera dentro de la organización? Existen dos enfoques diferentes sobre esta cuestión.

Por un lado, la “teoría de la agencia” sostiene que la principal función de un director consiste en monitorear imparcialmente las actividades de los gerentes para que sirvan a los intereses de los accionistas (y no a los suyos propios).

Así, desde este enfoque, el director ideal debe provenir de afuera. Los directores que han hecho carrera dentro de la empresa han acumulado demasiadas amistades e intereses creados que podrían llegar a entrar en conflicto con su nueva posición.

Por otro lado, la “teoría de la dependencia de recursos” sostiene que una de las tareas centrales de cualquier director debería consistir en crear valor para la empresa asesorando al CEO y estableciendo contactos de negocios tanto al interior como exterior de la compañía.

Así, desde esta perspectiva, un director interno parece la mejor elección. A través de su experiencia en la empresa, esta persona ha aprendido el negocio y conoce quién es quién dentro de la organización. De esta forma, se encuentra en mejor posición para asesorar a los altos directivos.

Ahora bien, ¿cuál es el mejor enfoque? ¿Directores internos o externos?

En realidad, eso depende de las prioridades de la compañía. No obstante, a través de su estudio de los datos, los investigadores descubrieron que los accionistas suelen preferir a personas externas para preservar, ante todo, su libertad respecto de los intereses creados.

Pero esto no es ninguna sorpresa en estos tiempos en que todavía siguen frescos los tristes recuerdos de Enron, WorldCom y compañía. Los lazos de confianza entre dueños y managers siguen débiles. Y los accionistas no parecen dispuestos a correr demasiados riesgos de que algunos inescrupulosos gerentes escasamente controlados por directores amigos puedan acabar perpetrando millonarias estafas.