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De la lactancia a libre demanda, a la crianza con apego

El amamantar, ese acto tan simple y complejo a la vez, se construye y aprende, esencialmente de a dos: un niño que necesita alimentarse para sobrevivir y una madre que necesita, y desea, ofrecer su leche.

Sabemos, por otro lado, que el pecho materno, no sólo permite satisfacer completamente, las necesidades nutricionales del lactante (al menos hasta los seis meses de vida), garantizando un crecimiento adecuado y una protección más eficaz contra las infecciones, sino que también, le brinda todo el amor y seguridad fundamentales, para su correcto desarrollo psicofísico.

A través de la lactancia a libre demanda, es decir, tomando como guía las señales de apetito que el bebé nos manifiesta (y no los horarios que el reloj nos marca), amamantándolo con la frecuencia que lo requiera y durante el tiempo que sus mamadas impliquen, estaremos favoreciendo también, aspectos de la crianza con apego.

Por un lado, contribuimos al natural establecimiento de la lactancia, como forma de alimentación. El amamantarlo seguido nos ayudará a aumentar la producción de leche, ya que la misma, es directamente proporcional, al estímulo que la teta reciba, es decir: a más estímulo, mayor producción de leche. Esto es muy importante, principalmente durante las primeras semanas de vida, ya que un buen volumen de leche, le permitirá al niño recobrar el peso que naturalmente pierde durante los primeros días y comenzar a engordar.

Por otro lado, atendiendo la libre demanda de la lactancia, esteremos más dispuestos a trasladar esta idea, a las demás necesidades de nuestro hijo (upa, contacto, comunicación, etc.). Es decir que, al tiempo que contribuimos al establecimiento de la lactancia, estamos estimulando cuestiones sumamente importantes de la crianza con apego, como el sostén y el contacto.
Es fundamental poder demostrar a nuestros hijos, que somos capaces de interpretar y decodificar sus necesidades, de satisfacerlas, de estar cuando nos necesitan. Esto les permitirá en el futuro, transformarse en un ser humano cada vez más seguro e independiente.

No olvidemos que durante los primeros 3 años de vida del ser humano, produce el mayor desarrollo físico y emocional, y constituye la estructura que lo sostendrá en el futuro. Existen numerosas evidencias científicas que demuestran que aquellos adultos que cuando eran bebés y niños fueron satisfechos en sus necesidades, tanto físicas como afectivas, que fueron sostenidos, mirados, que obtuvieron respuestas siempre que lo necesitaron, tuvieron luego un desarrollo integral sano. Desde esta perspectiva entonces, quedan sin fundamentos aspectos tales como la imposición de horarios para dar la teta, la duración de las tomas, el no responder al llanto de un niño o pensar que existe el exceso de upa.

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