Inicio Tecnología Desarrollan técnicas que podrían abaratar el costo de los biocombustibles

Desarrollan técnicas que podrían abaratar el costo de los biocombustibles

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente 24). Ingenieros del Texas Agricultural Experiment Station han ideado una técnica para conocer el verdadero potencial de algunos vegetales como materia prima para la producción de biocombustibles, como el bioetanol.

La técnica consiste en inyectar sacarosa en la planta para conocer cómo mueve y almacena el azúcar en su interior. El bietanol se produce por la fermentación del azúcar de algunos vegetales, por lo que conocer perfectamente el modo en que la almacena podría contribuir a maximizar y abaratar su fabricación a medio plazo.

Los especialistas en Texas están fotografiando los vasos del sorgo dulce para conocer con exactitud cómo guarda el azúcar en su interior.

Esta técnica podría contribuir de forma definitiva a la revolución del biocombustible, ya que permitirá optimizar al máximo las plantas usadas para la producción de esta fuente energética.

Hasta ahora, todos los estudios hechos sobre el sorgo se han hecho a partir del corpus existente de la caña de azúcar. Este estudio, sin embargo, ha puesto de manifiesto que estas dos plantas tienen formas diferentes de mover y almacenar el azúcar.

Para conocer de qué manera se comporta el azúcar en el interior del sorgo los responsables de este estudio han inyectado (como si fuera una inyección intravenosa) sacarosa en su interior para seguir su rastro. Una vez que la sacarosa está dentro de la planta, es posible seguir los movimientos y la distribución del azúcar.

El Dr. Lee Tarpley, que ha dirigido este estudio junto a su colega Don Vietor, ha descubierto que, debido a la fisiología de ambas plantas, el sorgo dulce es mucho más eficiente a la hora de almacenar el azúcar que, a su vez, alimenta el crecimiento de otras partes de la planta. Este mecanismo, asimismo, le permite almacenar grandes cantidades de sacarosa. Los resultados de esta investigación han sido publicados en BMC Plant Biology.

El actual desarrollo de los biocombustibles obliga ya a buscar las fórmulas más eficientes para extraer de las plantas que se usan en estos procesos la mayor cantidad de azúcar posible. Por eso, esta investigación puede resultar clave.

Algunos estudios han cuestionado la viabilidad de estos combustibles, ya que tienen unos gastos de producción muy elevados (más que el de combustibles convencionales) y además tiene un balance energético negativo. Es decir, la energía necesaria para producirlo (de origen fósil, por cierto) es mayor que la energía producida al quemarse. El estudio de Tarpley y su equipo podría, eventualmente, sacar el máximo provecho a los cultivos y, por lo tanto, reducir sus gastos de producción.

Como explica Tarpley, estas pequeñas diferencias entre plantas pueden ser críticas y es una información muy valiosa para que los agricultores cultiven nuevas variedades específicamente para la industria de los biocombustibles. El sorgo dulce y la caña de azúcar se están “postulando” como una buena materia prima para tal fin.

Mientras el sorgo tiene una periodicidad anual y, por lo tanto, es perfecto para la rotación de cultivos, la caña de azúcar puede ser un cultivo perenne en muchas áreas.

Según este estudio, para maximizar la potencia del sorgo dulce como cultivo susceptible de ser utilizado masivamente como biocombustible, es necesario conocer perfectamente la fisiología de la planta y no usar únicamente la caña de azúcar como modelo.

“Hay un corpus de investigación respecto a la caña de azúcar muy amplio que hasta ahora se estaba aplicando también al sorgo. Sin embargo, dada la importancia de este último es clave saber cómo mueve y almacena el azúcar esta planta”, afirma Tarpley en un comunicado del Texas Agricultural Experiment Station.

Este tipo de investigaciones son pasos importantes para que, tanto su desarrollo tecnológico como su uso masivo, se aceleren. En este sentido hay dos grandes líneas de trabajo. Por un lado, una que la relaciona con el hidrógeno como fuente de energía a medio plazo, y por otro están los estudios llevados a cabo por el premio nobel Steven Chu que está trabajando en imitar la manera que tienen las termitas en convertir la celulosa en etanol.