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El crac como trampolín: claves para entender cómo la crisis favorece nuevos negocios

El declive de los principales paradigmas económicos obliga a las empresas a poner en marcha nuevas tácticas y estrategias que aseguren la supervivencia. En esa dirección, las compañías argentinas enfrentan la coyuntura con el antecedente de la bonanza mercantil que dominó al período 2003-2008 y la experiencia del derrumbe local de 2001.

Sectores como la industria sostienen la preocupación de absorber el cimbronazo de los próximos meses y, en simultáneo, exploran oportunidades en países vecinos para enfrentar el crac en bloque.

A los ojos de los especialistas en estrategia de negocios, la crisis se exhibe como un trampolín para los emprendedores que proponen. Porque cuando todo se ciñe o achica, lo nuevo tiene muchas posibilidades de ser bien recibido. Hace casi 8 años empresas como Farmacity, Pago Fácil o Easy comprobaban esta máxima que enarbolan los gurúes del sector.

El nuevo escenario plantea, también, una realidad novedosa en materia de herramientas de marketing y comunicación. La desaceleración productiva aumenta la asimetría que hoy separa a las empresas del consumidor final. Y es ahí donde se resiente la demanda. Entender la relevancia de esta variable es estar un paso adelante.

“Por primera vez en la historia local tenemos una diferencia notoria entre lo que pasa y ven las empresas, y aquello que los consumidores perciben. Hoy la gente sólo le cree a la gente, y eso se va a profundizar. Hay identificación y credibilidad: lo que me dice la empresa es cuento, pero si lo dice un adolescente es absolutamente creíble”, explica Fernando Moiguer, economista y especialista en estrategia de negocios.

En diálogo con iProfesional.com Moiguer sostiene que las compañías y sus marcas todavía no aprehendieron esta variable “porque el volumen no ha impactado hacia abajo como se prevé”.

La relación con las marcas, según el entrevistado:

Así, el escenario local exhibe, para el entrevistado, un desfasaje importante en lo que hace a la percepción de la crisis desde las empresas y los individuos. “Hay una ligera subestimación del problema para los consumidores todavía. En las últimas mediciones sólo el 15% afirmó que cree que todo esto se va a complicar. Hay mucha inercia en los comportamientos y falta de conciencia de que el mundo metió reversa”, sostiene.

Respecto de la actitud de las compañías más allá de la visión aletargada del ciudadano común, Moiguer comenta que “la mayoría ajustó sus presupuestos en septiembre del año pasado, a una velocidad asombrosa”.

“Hoy es superar la crisis y después hablamos. No es malo, pero en cuanto la gente asuma el problema la cautela de las empresas va a ser observada de manera negativa”, dice.

Las compañías con mayores probabilidades de dar el gran golpe a nivel comercial son, según Moguier, las empresas pequeñas y medianas que operan en la Argentina.

“Se trata de un grupo muy valioso, que sobrevivió a los ‘90 y viene de hacer una muy buena caja entre 2003 y 2008. Invirtieron poco y en la actualidad no tienen más proyectos que bajar la poca deuda que acumulan. Bueno: esos son los que harán punta”, pronostica.

Oportunidad
Para Moiguer, la oportunidad deviene de buscar una articulación de empresas a nivel regional. “Son varias las medianas y grandes que están abordando a Brasil como tema central. Compañías de servicios y también proveedoras de infraestructura. De esta crisis se sale de manera regional”, puntualiza.

El analista sostiene que la ciudad de San Pablo emergerá, poco a poco, como la gran capital comercial de Sudamérica. “A raíz del crac el mundo se articulará en regiones. Y hoy Brasil aparece como el único país de la región con posibilidades de financiamiento. A la Argentina no le quedará más alternativa que mirar a ese vecino”, comenta.

El liderazgo de Brasil, según Moiguer, se ve apuntalado “por la decisión de México de integrarse con América del Norte”. En el caso del país limítrofe, el entrevistado ubica al tamaño de su mercado interno como otra señal de fortaleza.

“Hoy el poder está dado en la capacidad de consumo que tiene cada Estado. China, India, Brasil y, en parte, Rusia, cuentan con esa característica y, por ende, poseen una gran ventaja en relación al resto”, dice.

En paralelo a este rasgo aparece la capacidad de las empresas brasileñas para hacer sentir su armamento comercial en América latina. “Las compañías de Brasil ahora están en posición defensiva, pero en cuanto logren una cierta estabilidad operativa volverán a la carga por los principales mercados regionales”, indica Moiguer.

Y adelanta: “En ese caso, las empresas argentinas que quieran expandirse tendrán que ser ofensivas y competir en el país vecino. Porque el que no juegue en San Pablo será devorado en Buenos Aires”, ejemplifica.

La evolución de las empresas en tanto se profundiza la crisis:

Versatilidad
Moiguer postuló a la versatilidad como otra condición que puede definir la supervivencia o no de una determinada empresa de cara a los próximos meses. “El que no se reconvierta quedará fuera de competencia”, asegura.

Según el entrevistado, el declive de las grandes automotrices estadounidenses demuestra cómo la ausencia de dinámica culmina con el derrumbe de un negocio, “sin importar el tamaño que éste evidencie”.

“Ahora están pagando no haber avanzado con cambios que deberían haber impulsado hace 30 años, y que por mezquindad fueron eludiendo. Del problema se sale con un vehículo chico, híbrido, y que se pueda producir bien rápido. Pero las empresas tienen una estructura tan oxidada que les resulta imposible cambiar y ajustarse con celeridad a aquello que podría salvarlas”, explica.

¿A quiénes beneficia el movimiento pesado de los gigantes? “Sin dudas, a empresas como Tata, que ya probó que puede fabricar algo super económico. Ahora resta que puedan producir algo mucho mejor en diseño y, también, sustentable en lo económico”, señala.

¿El nuevo escenario le ofrece alguna chance a firmas como los gigantes de Detroit? La respuesta de Moiguer es contundente: “Ningún productor de carretas fue, luego, fabricante de automóviles”. ¿Se repetirá la historia? ¿Surgirán actores que desplazarán a los tradicionales? El cliente tiene la palabra.