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El país, séptimo en el ranking de actividad emprendedora

La actividad emprendedora se mantuvo estable en la Argentina y el resto del mundo el año pasado, pero la situación cambiará en los próximos meses porque la crisis internacional no frenó los proyectos en marcha, pero ya derramó fuerte temores sobre los futuros emprendedores y echó por tierra las posibilidades de crecer que ven en los diferentes mercados.

La Argentina volvió a ocupar el séptimo puesto del ranking mundial de emprendedores en 2008, aunque esta vez la tasa de actividad emprendedora (TEA) creció dos puntos porcentuales frente a 2007 y se ubicó en el 16,5%, según el último reporte del Global Entrepreneurship Monitor (GEM), que elaboran desde 2001 Babson College y London Business School of Economics para medir la actividad en 43 países. La suba marginal fue producto de un aumento de 4 puntos porcentuales de los proyectos que surgen por necesidad.

La TEA local podría leerse de otra forma: más de un de cada ocho argentinos de entre 18 y 64 años está involucrado en un proyecto independiente. Con estos resultados, el país lideró el ranking del Cono Sur, mientras que Chile consiguió el último puesto de entre los 10 países más emprendedores.

El primer lugar mundial fue ocupado por Bolivia (29,8% de TEA), seguido por Perú y Colombia. Otros países de la región, como México y Brasil, se ubicaron en los puestos 11° y 13°, respectivamente. Los últimos lugares fueron para Bélgica, Rusia, Alemania y Rumania.
Impacto local

Los analistas locales atribuyen el leve aumento de la TEA del año pasado a la combinación de las crisis internacional y local.

Silvia Torres Carbonell, directora del Centro de Entrepreneurship del IAE, que participa del GEM, destacó: “En el país, la suba se dio por el aumento del 32 al 38 por ciento en la tasa de creación de empresas por necesidad; esto es producto de la desaceleración de la economía argentina, la crisis del campo, la inflación y la percepción de inestabilidad institucional”.

De acuerdo con la especialista, “esto se va a agravar en 2009 por efecto de la crisis mundial”. En la misma línea, Alejandro Mashad, director de la Fundación Endeavor, dedicada a promover emprendedores en el país, explica: “La TEA tiene bastante relación con el contexto y la realidad económica de los países. En los contextos de precrisis y crisis aumenta porque hay un número importante de personas que pierden sus trabajos o tienen incertidumbre respecto a la situación futura y, por lo tanto, deben generar otras fuentes de ingresos”.

Y agrega: “Esto lleva a un aumento de los emprendimientos por necesidad. En el contexto argentino, que viene prenunciando una ralentización de la actividad económica desde mediados del año pasado, sumado al impacto de la crisis internacional, es lógico que la actividad emprendedora aumente”. Las tasas no muestran mayores variaciones, pero las mostrarán este año y el próximo cuando se vea el verdadero impacto de la crisis, según los técnicos del GEM. Esos efectos estarán atados a dos descubrimientos del informe, vinculados a la recesión mundial.

Miedo al por mayor
El primero es un fuerte aumento del miedo al fracaso entre los consultados no emprendedores (se relevan en total 2000 personas por país): en la Argentina, en particular, el 40% de los entrevistados manifestó ese temor, lo que derivó en un bajo porcentaje de personas que planea poner en marcha un proyecto en los próximos tres años: apenas el 15 por ciento.

Los cambios consiguieron que por primera vez el miedo al fracaso entre las economías desarrolladas y las no desarrolladas se igualara; se ubicó casi en el 40%. “El temor al fracaso es mayor porque lo que implica ese fracaso es más riesgoso: hay menos oportunidades en el mercado laboral por la crisis para aquellos que no logren hacer funcionar sus proyectos”, explica el informe.

El otro descubrimiento es una caída en las oportunidades para emprender que percibe la gente. Las cifras se desplomaron y también se nivelaron entre las economías para superar levemente el 35 por ciento.

En la Argentina, el 48% de los entrevistados dijo vislumbrar esas oportunidades. Niels Bosma, director de investigación del GEM, anticipa a LA NACION dos efectos posibles a partir de los nuevos descubrimientos. “Uno es que veamos que aquellos que tenían planes de emprender, pero que ya tienen otros ingresos, decidan esperar a que pase la crisis. Esto haría caer la tasa”, señala.

“El otro es que las personas que se queden sin trabajo abran proyectos por necesidad, lo cual impactaría positivamente en la TEA. Después de 2001, el GEM vio crecer la actividad en la Argentina, así que es de esperar que la situación se repita en el país.”