Un directivo rehúsa contratar a un consultor simple y sencillamente por que ya lo sabe todo y no necesita de nadie que le diga lo que tiene que hacer, al final de cuentas él sabe equivocarse solo.
El pecado más grande del líder se llama soberbia y combinado con un individualismo radical se convierte en una mezcla que rechaza cualquier opinión o punto de vista que no surja de él mismo.
Este efecto lo podemos ver reflejado en la forma en que los medios comunican a la sociedad empresarial y de negocios, hechos cotidianos que influyen en los mercados, a menudo encontramos reseñas históricas de la persona que salvo a tal o cual empresa que tenía problemas financieros, operativos…etc. La gran mayoría de las veces hablan de la persona salvadora y no del equipo, mucho menos de la persona que lo orientó a encontrar las respuestas.
Ante esta situación el consultor del nuevo milenio debe desarrollar habilidades sociales basadas en la inteligencia de la persona, desde la forma de decir las cosas, hasta redactar un informe a la gerencia.
El reto mas importante del consultor es enseñar a su cliente a trabajar con personas y no de manera aislada dictando ordenes a diestra y siniestra desde su curul.
