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El sucio secreto del marketing

¿Cuál es el principal motor del ser humano a nivel más instintivo?

El miedo

Y eso lo utiliza el Marketing en bastantes ocasiones porque resulta un arma poderosa a la vez que controvertida.

El Marketing lo primero que tiene que hacer es generar la atención de aquellos a los que se dirige (en este caso los posibles clientes), sin atención no tienes nada. Da igual que sea una maravilla lo que ofrezcas, si no te dedican un solo minuto para atenderte nunca vas a poder mostrar esa genialidad. De manera que la primera función del Marketing y la promoción debe ser llamar la atención y uno de los secretos más efectivos para hacerlo es el uso del miedo.

El miedo nos acompaña desde el primer día que tenemos uso de razón hasta que dejamos de caminar por este mundo (o perdemos esa razón). Tenemos miedo a estar solos, a no tener suficiente dinero, a que nos rechacen, al ridículo en público, a no gustar, a fracasar… y me atrevería a decir que pocas cosas hay más poderosas que eso (de hecho no sé si habrá alguna para la mayoría de personas).

El instinto de preservación es más poderoso que el del logro. Todos queremos tener cosas, pero ante todo y sobre todo no queremos perder nada. De hecho es muy significativo que muchas veces no le hacemos caso o no valoramos algo que tenemos conseguido hasta que lo perdemos o sobrevuela sobre nosotros la amenaza de perderlo. Estoy seguro de que no hace falta poner muchos ejemplos que ilustren esto, a todos nos vendrá a la cabeza alguno.

El caso es que todo esto también lo saben aquellos que se encargan del Marketing, o al menos aquellos que realmente se ocupan de saber más sobre cómo nos comportamos los humanos (fundamental en “esto del Marketing”).

Hay verdaderos expertos en el miedo, lo cual no quiere decir que sea lo correcto, ni mucho menos, el uso continuado del miedo tiende a revertir en el que lo usa, a perder eficacia y a ser muy dañino a largo plazo.

Hoy día con la expansión de los medios masivos de comunicación y la cultura de lo instantáneo en la que vivimos inmersos, el miedo es más poderoso que nunca. Si ya era algo que se expandía rápidamente por naturaleza, ahora lo es más, bastan cinco minutos de comunicación en una televisión para despertar esa sensación en las personas. Así que cuando en Marketing alguien precisa llamar la atención de otros y quiere garantizarse cierto éxito enseguida surge en su cabeza el posible uso del miedo. Es una herramienta tentadora… y efectiva.

Cuando uno ve, por ejemplo, los artículos más leídos en este mismo portal entre las primeras posiciones suelen figurar a menudo contenidos que hablan de crisis, costes o errores. Son términos asociados a la pérdida y, por extensión, asociados al miedo, y por eso suelen atraer las miradas y la atención de las personas.

De hecho y como prueba, yo mismo reformulé una información sobre Marketing centrándome en habituales errores del Marketing, y el resultado de este pequeño experimento puedo asegurar que corrobora lo expuesto aquí.

Luego cuando uno lee ese artículo (o nuestra promoción) ya concluirá si la información (o la oferta) merecen la pena o no, si tras conseguir la atención luego presentamos algo mediocre y poco destacable no llegaremos muy lejos, (es proporcionar valor real lo que marca la diferencia), pero para el tema que aquí se trata la cuestión es que muy probablemente un gran porcentaje de gente se vea motivado a dedicarnos unos minutos. Nadie quiere cometer errores o sufrir pérdidas y costes.

Con el miedo se consigue atención, una de las mercancías más valiosas en la actualidad, donde apenas tenemos tiempo para hacer caso a nada. Reformular propuestas, mensajes y ofertas en términos de pérdida y coste suele resultar más efectivo en un primer impacto que hacerlo en términos más positivos. No siempre es así, por supuesto, ya que dependerá mucho de la calidad del mensaje y las palabras escogidas, pero por lo general, como se ha comentado y como uno puede ver a su alrededor, nos mueve más la amenaza de pérdida que el deseo de conseguir. Conviene insistir, no obstante, en que el miedo es peligroso y que su abuso o su utilización continuada crea efectos muy dañinos.

Si basamos nuestro marketing y la comunicación de nuestra empresa constantemente en el miedo, vamos a acabar atrayendo miedosos, con inquietudes y personalidades a nuestro alrededor que son, francamente, muy poco aconsejables, pero reconocer que los humanos damos más importancia a la pérdida puede ser de cierta ayuda a la hora de plantearnos cómo podemos llamar la atención de esos a quienes nos dirigimos. Como toda herramienta, se puede utilizar de manera equilibrada y para conseguir propósitos perfectamente respetables, o bien se puede usar con fines poco admirables…