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En la isla de los pingüinos

La gran novedad que Río Negro presenta esta temporada de verano es el acceso a su maravillosa pingüinera, que hasta ahora no estaba abierta al público. Situada en la Reserva Faunística Islote Lobos, un área protegida que integra un archipiélago de cinco islas, constituye un paraíso natural virgen donde habitan miles de aves, lobos marinos y una colonia mayor a 2.500 pingüinos.

La visita a la pingüinera se complementa con paseos a Playas Doradas, el nuevo balneario de la franja costera de la zona de Sierra Grande. Y también con planes ideales para amantes de la buena mesa, como disfrutar de un típico corderito patagónico, en una comida frente al mar en la Posada de la Luna. Otra de las travesías que se pueden hacer en esta parte de Río Negro es una excursión al Fuerte Argentino, para la cual se toma hacia el sur por el Camino de los Pulperos, en una ruta de ripio que acompaña la silueta del océano hasta llegar a la playa Piedras Coloradas, donde los médanos se desafían con trineos.

Allí se impone una parada en la Villa de los Pulperos, que sirve para conocer de cerca la manera en que estos personajes recolectan a los pulpitos. Siguiendo la ruta hacia el sur, a diez kilómetros se encuentra el paraje El Sótano, el lugar donde se registra la mayor diferencia de mareas de todo el país. La propuesta continúa con una caminata por el Cañadón de las Ostras, donde se pueden apreciar fósiles marinos de 15 millones de años, en un marco natural rodeado por el desierto.

La travesía se extiende por el camino de la costa, donde la vieja huella sólo es transitable en vehículos todo terreno. La aventura en estos transportes se hace más emocionante. El paisaje va cambiando, y sobre el horizonte recortado por las costas de playas de arenas blancas y algunos guanacos, aparece la impresionante meseta de Fuerte Argentino, donde fueron encontrados elementos arqueológicos relacionados con la enigmática historia de los templarios. Allí un especialista narra el misterio histórico de esos personajes. La llegada al pie de la meseta del Fuerte Argentino es una buena excusa para hacer snorkeling en una bellísima laguna de agua salada. Sólo las lisas rompen el silencio del lugar al saltar y pegar contra el agua.

Al llegar la noche, los baqueanos nos invitan a participar de una cena bajo la luz de las estrellas y a orillas del mar, convenientemente animada con fogatas, guitarreadas, degustaciones y la observación del inabarcable cielo patagónico.