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Fundadores no siempre son buenos CEO

A veces una buena idea se convierte en una empresa que luego crece tanto que se vuelve inmanejable para sus fundadores. Puede ocurrir como el caso de Lynda Weinman y su esposo Bruce Heavin, que solo querían abrir un negocio y concretar el sueño de lanzar un portal web para impulsar su propio método de enseñanza. Trece años después facturan US$ 70 millones, una suma nada despreciable que solo fue posible gracias a Eric Robinson, un consultor que apareció en el momento y en el lugar indicados. Sin su ayuda dos maestros como Weinman y Heavin no hubiesen podido expandir su negocio. Eventualmente Robinson se convirtió en CEO y la pareja siguió creando métodos educativos innovadores.

Se estima que 80% de los fundadores de empresas de gran crecimiento finalmente terminan vendiendo su porción de la compañía o dan un paso al costado. La transición generalmente se produce luego de que la compañía genera mucho dinero, o sale a cotizar en bolsa y los nuevos inversionistas comienzan a ejercer presión. También hay otro factor involucrado: la mayoría de los emprendedores son buenos fundando empresas pero no tanto cuando llega la hora de administrar una expansión. Los mejores son los que conocen sus limitaciones y entienden que, para que la idea alcance el éxito, tienen que contratar a otra persona más idónea que ellos.

Vale otro ejemplo. Emeals.com es un servicio de recetas y promociones fundado por Jane Delaney y su hermana Jenny Cochran. El servicio creció rápidamente de 2003 a estos días: al principio solo tenían una veintena de clientes y ahora son más de 100.000 en todo Estados Unidos. Proveen un servicio simple: por US$ 7 al mes los clientes reciben menúes y una lista de supermercado con promociones para cocinar. Su éxito llevó a las hermanas a reconsiderar su rol en la empresa. Sabían que, si querían hacer frente a la creciente competencia, iban a necesitar un tercero. Si querían completar su visión tenían que depender de otra persona que le diera un giro a la manera de hacer negocios. El indicado terminó siendo Forrest Collier: durante sus meses como CEO los ingresos de la compañía crecieron 50%.

El caso de TrackVia, una compañía de tecnología, también es ilustrativo. Sus dos fundadores –Matt McAdams y Chris Basham- tardaron en entender que era necesario contratar a un profesional como CEO. 18 meses después, y debido al crecimiento de su base de clientes, contrataron a todo un equipo de ventas, a un gerente, un director financiero y alquilaron un nuevo edificio. Dijo Basham: “Cuando contratamos a un CEO, al principio costó ver que otra persona se sentase y tomase las decisiones. Pero nosotros no podíamos hacerlo todo y, cuando las cosas no salían, nos frustrábamos mucho”. De seis empleados la empresa creció a 22 bajo la administración de Pete Khanna.

Pero no siempre hay que dejar el timón. Existen compañías cuyos fundadores todavía forman parte del negocio y son fundamentales para su crecimiento y desarrollo. Pero son la excepción. Incluso Steve Jobs fue obligado a apartarse a fines de los 80 y, cuando llegó su hora de volver a Apple, lo hizo mejor. Cuando llega el momento de expandirse, hay que apostar en grande o acostumbrarse a seguir jugando en las inferiores.