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GM y Chrysler, la cronología del ultimátum

Resumen de los hechos más significativos de la crisis que atraviesa GM y Chrysler:

7 de noviembre de 2008. GM anuncia oficialmente que no se fusionará con Chrysler y da por terminadas las negociaciones que se han prolongado durante meses. Reconoce que su situación de liquidez “es casi desesperada”.

11 de noviembre de 2008. El entonces presidente electo de EEUU, Barack Obama, reprende a los máximos ejecutivos de GM, Ford y Chrysler por solicitar 25.000 millones de dólares (unos 20.000 millones de euros) de ayudas públicas sin presentar un plan de reestructuración. Advierte de que ya no habrá “más cheques en blanco”.

19 de diciembre de 2008. El presidente saliente George W. Bush concede, a modo de regalo de despedida, 17.400 millones de dólares (unos 12.500 millones de euros) a las tres grandes firmas del motor. A cambio, deben presentar un plan de viabilidad antes del 31 de marzo. De lo contrario, deberán devolver las ayudas aunque Ford queda exenta de esta obligación porque no ha pedido ayuda sino una línea de crédito de 9.000 millones de dólares (unos 6.800 millones de euros) con la Administración. La industria espera la reacción de Obama.

20 de enero de 2008. Financial Times publica que el consorcio automovilístico italiano Fiat está negociando comprar el 35% de Chrysler.

18 de febrero de 2009. GM y Chrysler presentan sus planes de reestructuración. Se comprometen a recortar gastos despidiendo a 50.000 personas aunque solicitan otros 21.600 millones de dólares (16.500 millones de euros).

30 de marzo de 2009. Obama anuncia su propuesta de ayuda para el sector en forma de ultimátum: para solicitar nuevas ayudas, Chrysler deberá presentar antes de 30 días un plan de viabilidad. En el caso de GM amplia el periodo a 60 días a GM para demostrar que son viables financieramente. La alternativa es declarar la suspensión de pagos. A las pocas horas Fiat confirma que ha llegado a un acuerdo con Chrysler, condición sine quan non impuesta por Obama. Previamente Washington fuerza la dimisión del presidente de GM, Rick Wagoner.

Chrysler se alía con Fiat, y GM piensa en declararse en bancarrota

31 de marzo de 2009. GM empieza a moverse. Anuncia que está dispuesto a modificar su relación accionarial con la marca alemana Opel (de la que controla el 100% del capital) hasta dejarlo en “una participación minoritaria”. La decisión causa estupor en Alemania y obliga incluso a que la canciller Angela Merkel intervenga para garantizar el futuro de la empresa.

7 de abril de 2009. La CNN anuncia que Washington ha pedido a GM y Chrysler que empiecen a preparar la documentación para solicitar la suspensión de pagos.

13 de abril de 2009. New York Times confirma la información y publica que Obama ha instado a GM a elaborar los trámites preliminares de declaración en bancarrota. Según el diario, Washington quiere que el proceso “sea ordenado” y que, tras la quiebra, la empresa se divida en dos unidades: una, con los activos “buenos”; mientras que los menos deseados permanecerán en la antigua compañía.

15 de abril de 2009. Problemas para Chrysler. El consejero delegado de Fiat, Sergio Marchionne, anuncia que cancelará el acuerdo de compra si no se reducen los salarios de los trabajadores. Los sindicatos de la empresa en Canadá se niegan y empieza un proceso paralelo de negociación.

17 de abril de 2009. El nuevo presidente de GM, Fritz Henderson, asegura que la empresa puede reestructurarse sin recurrir a la intervención judicial aunque reconoce por primera vez que lo más probable es que recurra al concurso de acreedores.

20 de abril de 2009. Financial Times publica que GM podría deshacerse de Opel a cambio de nada, tan sólo de que el nuevo inversor inyecte 650 millones de dólares (unos 500 millones de euros) en la nueva compañía europea que saldrá tras la reestructuración.

28 de abril de 2009. GM presenta una nueva versión de su plan de viabilidad. Despedirá a 23.000 personas, prescindirá de Saab, Saturn y Hummer mientras que Pontiac desaparecerá, cerrará 16 fábricas en Norteamérica y abre la puerta a la nacionalización mediante un canje de deuda por bonos. El Tesoro se haría con una participación del 40%, mientras que los trabajadores tendrían un 39%, los tenedores de bonos un 10%; mientras que los actuales accionistas, sólo el 1%.

Ese mismo día Washington Post publica que el Tesoro y los acreedores de Chrysler llegado a un acuerdo para canjear la deuda del fabricante en acciones, lo que podría evitar la quiebra de la empresa.