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La dolarización continúa y ahora es el turno de las cajas de ahorro

Con las expectativas de devaluación y la incertidumbre sobre el futuro de la economía presentes en la mente de los argentinos, la dolarización de sus carteras no cesa: en lo que va del año ya se fugaron unos 3500 millones de dólares.

Sin embargo, este año el traspaso al billete verde se realiza de manera diferente. Los pesos con que se compran los dólares están saliendo de los depósitos transaccionales, es decir, cuentas corrientes y cajas de ahorro, mientras que el año pasado surgían de los plazos fijos. Además, estos se están acortando y nominándose en moneda fuerte.

Depósitos en disponibilidad
La dinámica de las expectativas no cambia con los anuncios sobre el acuerdo de intercambio de monedas con China y el “poder de fuego” de las reservas del Central:

* En los primeros veinte días de marzo, los depósitos en cajas de ahorro perdieron $761 millones y las cuentas corrientes, $1.692 millones, respecto del mismo período del mes anterior
* En febrero también habían caído respecto de enero: unos $1.183 y $1.507 millones, respectivamente

El economista del estudio Joaquín Ledesma y Asoc. Gabriel Caamaño Gómez explicó que la dolarización del año pasado se hizo consumiendo ahorro, en tanto, la gente “dejaba el dinero de las transacciones en pesos porque el tipo de cambio estaba estable”. Hoy en día, “piensa que el tipo de cambio sube y lo pasa a dólares”.

Así, Caamaño explicó que “el grueso de stock de ahorro ya está dolarizado y la dolarización de hoy se realiza con el flujo de ahorro mensual que se va generando y que crece porque cada vez se ahorra más”.

Según una encuesta realizada días atrás por el Centro de Estudios Regionales y Experimentales (CERX), en Capital y Gran Buenos Aires, de la gente que ahorra, un 27% lo hace más que antes. Aquellos que “ahorran menos es por la reducción de sus ingresos. Los que ahorran igual que antes, lo hacen porque los menores ingresos lo compensan reduciendo sus niveles de consumo”, explicó la investigadora Victoria Giarrizzo.

La directora del estudio Bein, Marina Dal Poggeto, explicó que “las salidas de las cajas de ahorro, que no remuneran con una buena tasa, con el movimiento del tipo de cambio fueron un poco más rápidas”. Y agregó que “hoy son más los minoristas que los mayoristas” los que compran dólares y que las cuentas sueldo se han pasado a esa moneda.

La compra de dólares se aceleró en marzo, con unos u$s2 mil millones, motorizada básicamente por la demanda minorista: las casas de cambio aumentaron un 30% la venta de billetes en las últimas dos semanas respecto del promedio, según datos de la Cámara Argentina de Casas y Agencias de Cambio (Cadecac).

Primero las empresas, ahora los individuos
Los titulares de las cajas de ahorro son personas que, en su mayoría, cobran el sueldo por esta vía. En tanto, las cuentas corrientes son usadas por empresas, muchas de ellas a cargo de personas, comerciantes y profesionales. Todos ellos se encuentran en proceso de dolarizar sus carteras.

Las empresas ya lo hicieron, y todo lo que pudieron. En enero y febrero, para no convalidar las tasas de interés, cancelaron sus créditos con los bancos, redujeron stocks y compraron moneda norteamericana. Hoy el margen para dolarizar es bajo porque los flujos de ingresos son más pequeños y los controles más altos.

La característica común de la cuenta corriente y la caja de ahorro es que sus saldos son de disponibilidad inmediata. Pero en épocas de altas expectativas devaluatorias y de inflación, esos saldos se contraen.

“La gente sabe que este tipo de cambio no es sustentable, porque sino la recesión será más profunda, y cree que habrá una devaluación que convalidará el Central”, dijo Caamaño Gómez. Así, “dolariza sus saldos e intenta tener la menor cantidad de dinero posible para las transacciones” porque “sabe que, si luego tiene que cambiar los billetes, no va a perder porque el dólar se va para arriba”, agregó.

La mayor demanda de dólares refleja la caída que se observa en el total del efectivo circulante más los depósitos (M2), que viene descendiendo, en promedio, un 8% en términos reales en los últimos once meses. Pero que en marzo se aceleró a 13,3%, según calculó Caamaño Gómez.

La salida neta de capitales se financia, en parte, con los dólares de las exportaciones y, por otro lado, con más ventas de reservas del Central con las que absorbe pesos de la economía para frenar el alza del tipo de cambio. Parte de esos pesos salen de las cuentas transaccionales.

“El pequeño y mediano ahorrista también dolariza el dinero transaccional. Por eso la fuga es una de las principales causas de la recesión, porque las personas tienen menos recursos para realizar dichas transacciones”, dijo Caamaño Gómez.

Depósitos a plazo en dólares
Pero la dolarización también se realiza intra sector financiero: los plazos fijos en dólares han aumentado del 13 al 20% de participación en un año y se han acortado los plazos de las colocaciones –los depósitos de hasta 60 días crecieron $1.138 millones y los de hasta 90 cayeron $436 millones, en un mes, al 20 de marzo.

Los bancos sólo pueden aplicar los plazos fijos en dólares a créditos valorizados en esa moneda, es decir, para operaciones de exportación. Sin embargo, las entidades no cuentan con la demanda que actúe de contrapartida, por lo que no incentivan estas colocaciones sino que los mantienen en encajes en el Central.

Tasas volátiles
Sólo apelando a la codicia se puede convencer al ahorrista que mantenga su dinero en las entidades.

En las dos corridas anteriores, la Badlar (la tasa que se paga por los plazos fijos superiores a un millón de pesos) reaccionó fuerte, al pasar de 8 a 17% y estabilizarse en 12% para luego trepar hasta 24% y caer al 13 por ciento.

“Hoy en día, las tasas pasivas están en niveles bajos porque los bancos están líquidos y el Central maneja la presión sobre tipo de cambio sólo con la pérdida de reservas”, dijo Dal Poggeto. La entidad no incentiva a los bancos a subir de tasas, al mantenerlas estables en un 13% a siete días en el mercado de pases, donde los bancos prestan a la entidad monetaria.

En tanto, los valores que se pagan por los plazos fijos a 30 días no compensan el rendimiento por la tenencia de dólares (13,10% anual contra un mínimo de 10% para después de las elecciones), pero las activas (las que los bancos cobran por los préstamos) son altas en relación a lo que las empresas pueden pagar (21%).

El rol del Banco Central en los próximos meses será clave. Con las expectativas de devaluación después de las elecciones y la falta de una política fiscal que proyecte estabilidad, la política monetaria es la única ancla, pero deberá lidiar con la incertidumbre y un menor flujo de dólares de las exportaciones de soja.