Inicio Empresas y Negocios La economía argentina, en piloto automático desde hace meses ¿resistirá?

La economía argentina, en piloto automático desde hace meses ¿resistirá?

Un avión imaginario. En el viajan todos los argentinos. Inicia su despegue y llega a la altitud óptima de vuelo.

El día es ideal para viajar, el cielo está soleado y despejado, los pilotos observan que el instrumental marca todo en orden, no hay turbulencias, las turbinas funcionan a pleno, el viento favorece el desplazamiento y las azafatas se preparan para repartir las bandejitas para el consumo.

De repente, en pleno vuelo, el comandante a bordo anuncia que algunos artículos para la venta interna iban a tener un ajuste en el precio. Los pasajeros comienzan a discutir acaloradamente entre ellos. Inesperadamente el debate se profundiza y comienzan a escucharse gritos y peleas.

Las azafatas avisan a los pilotos del hecho que, en ese momento, accionan el “piloto automático” de la nave para poder así sumarse y participar del conflicto. Las condiciones de vuelo comienzan a alterarse y el avión ingresa en zona de turbulencia”.

Los pasajeros abandonan el consumo y, transcurrido algún tiempo de la acalorada discusión comienzan a preocuparse, y a preguntarse, que autonomía de vuelo tiene el avión en piloto automático. En definitiva, en el avión imaginario, viajan todos los argentinos…

De los sentimientos a los hechos
Este vuelo retrata lo sucedido en los más de 100 días de crisis política que arrastra el país, que llevó a la gente a cambiar de estado de ánimo para entrar en un clima de incertidumbre y preocupación, que sólo la misma política puede resolver. Infobaeprofesional.com extrajo la opinión de una decena de analistas:

– Los más identificados con la actual política económica: resaltan la fortaleza del modelo actual. Sostienen que el “piloto automático” es robusto ya que permite que el país crezca en base al boom de consumo interno y en base a las ventas de materias primas al mundo, con precios cada vez más altos. Ambos efectos permiten lograr récords de recaudación, fiscal y comercial.

-Los menos identificados con el escenario actual: paradójicamente, señalan lo anterior como una debilidad, por la alta dependencia del modelo en el consumo (que pueden alterarse rápidamente por incertidumbre o inflación) y por la alta exposición a los vaivenes del precio internacional de las commodities.

Sin embargo, todos coinciden en la falta de un profundo plan antiinflacionario, la carencia de una estrategia sólida para atraer inversiones (atada a beneficios fiscales) y, en materia internacional, el pobre avance en la realización de acuerdos estratégicos para instalar la “industria local” en el mundo, algo en que sí han avanzado otros países (Brasil, Chile y hasta Perú por citar algunos ejemplos).

Según expertos consultados por infobaeprofesional.com, el piloto automático no servirá para el mediano plazo y, de hecho, algunos resaltan que en el segundo semestre las consecuencias ya repercutirán en la economía. “Los motores del crecimiento comienzan a resentirse”, coincidieron.

Crecimiento
El más alarmante fue el economista Carlos Melconian, quien advirtió que el crecimiento puede pasar de 8 puntos a 0 en el segundo semestre, es decir, “un freno abrupto de la actividad”. También declaró: “No estamos jugando, la división territorial en materia de actividad es muy fuerte. La economía en el interior está un 50% abajo, y un mes después se empieza a sentir en Buenos Aires.”

Además, fue específico en cuanto al fin de la autonomía. “Mi impresión es que igual, con arreglo, el país no vuelve a foja cero –dijo-. Lo que se perdió no se recupera”.

También el director del departamento de Economía de Deloitte, Luis Secco, dio su visión sobre si hay o no piloto automático. “Con holgura fiscal, de recursos externos y políticos, el Gobierno no percibe la necesidad de hacer algo. A los problemas le aplicaron la cronoterapia, dejar que pase el tiempo mientras se desgasten los líderes que representan al agro poniéndole todos los días un micrófono”, explicó.

El economista explicó que las consecuencias se ven en los números:

* El nivel de la actividad económica se desacelera al pasar de 10 puntos a 6,5 en los primeros meses del año
* La producción industrial, según datos medidos por Fiel, pasó de 9.7 a 4.5 puntos
* Las ventas y el consumo minorista de marzo a mayo bajaron a 3,3 puntos.
* Hay una caída de depósitos y un alza de tasas de interés. “No hay que hablar de corrida, pero sí se está dando un goteo”, comentó Secco.

El economista socio de la consultora Macrovisión, Luciano Laspina,señaló que la estrategia del gobierno es dar la batalla política y después la económica. “Hasta tanto no tenga resuelto el tema político, no resolverá lo económico -dijo-. Las decisiones han quedado relegadas y se postergan hasta que no se resuelva el tema del campo”.

En tanto se prolonga el conflicto, la economía marcha a una desaceleración importante: por la caída del salario real, la desaceleración en la creación de empleo, las altas tasas de interés, que aumentan el costo del crédito, la apreciación cambiaria, el deterioro fiscal, la caída en las expectativas del consumidor y la huelga de brazos caídos en el interior.

“Son cosas que están subyacentes y son parte de la dinámica económica, pero hoy las acciones se circunscriben a ganar la batalla política y, después a contar las bajas, a reencausar el programa económico”, dijo Laspina.

El ex presidente del Banco Central Javier González Fraga dijo que en estos 100 días se produjo una aceleración del deterioro que se insinuaba en marzo. “Todo sigue igual pero acelerado; lo que iba a pasar en 2009, pasará en la segunda mitad de 2008”, dijo. Y se refirió a una economía que casi no crece, los problemas fiscales que generan sospechas sobre la capacidad de pago de la deuda, la psicosis que se despertó (la gente pregunta si puede dejar la plata en banco, los banqueros recortan los créditos, las empresas acumulan stock), la ruptura en la cadena de pagos, más incobrabilidad y la pérdida de u$s2.000 millones de reservas.

Retracción del consumo
El consumo fue, hasta el momento, el principal motor de la economía. Pero este escenario se vio modificado por la desaceleración, producto del estancamiento del salario real por la creciente inflación, el menor dinamismo en la creación de puestos de trabajo y las limitaciones que presenta el crédito al consumo (tarjetas y personales): el endeudamiento de las familias alcanzó niveles pre-crisis, pero las líneas de crédito irregulares se duplicaron entre marzo de 2008 y 2007, según informes de consultoras privadas.

“Desde marzo, se observa, además, un importante deterioro de la confianza del consumidor y las expectativas. Esta reversión en el humor de los agentes implica postergar decisiones de consumo y/o inducir ahorro preventivo”, comentaron los economistas.

“Por eso es vital atacar seriamente la suba de precios y despejar la incertidumbre que actualmente nubla el horizonte -dice Ecolatina-. Es importante explicitar un plan antiinflacionario consistente y factible porque la suba de precios responde también a un componente inercial sobre las expectativas”. Y agrega: “La estrategia de maquillar las estadísticas empeora el cuadro.”

Pero el economista Miguel Kiguel, que dirige la consultora Econviews, señáló que “es difícil atacar un problema que no se reconoce”. Y añadió: “El Gobierno trata de mostrar mucho activismo económico controlando precios a través de mecanismos estrictos. Pero la base de la política antiinflacionaria y productiva que se lleva adelante es la de un Estado centralizador de políticas en vez de creer en el mercado. Se trata de una política de planificación (que en el mundo fracasó), y que no cambia”.

Mientras se postergan decisiones sobre política económica, se han tomado otras como la de apreciar el tipo de cambio que ha generado un efecto resorte sobre las tasas de interés, que ha frenado el crédito y que provocará el aterrizaje abrupto de la economía.

Los expertos coinciden en que bajar el dólar no sirve para contener la inflación y que, por el contrario, esta medida impacta en los superávits gemelos y en la competitividad a costa de un crecimiento de las importaciones, lo que implica sustitución de producción y empleo domésticos.

Superávit gemelos
En los últimos años, la economía se caracterizó por sostener el “superávit gemelos”, es decir, balances positivos en las cuentas fiscales y en comercio exterior.

La evolución de ambos saldos es dispar. Según los economistas consultados, la situación comercial es más preocupante, ya que en el primer trimestre del año el superávit comercial se redujo por el fuerte aumento de las importaciones.

El superávit comercial “se diluye lentamente”, apuntó el economista coordinador de Abeceb.com, Mariano Lamothe. Y pronosticó que tenemos un par de años más de saldo positivo porque los buenos precios sostienen los términos de intercambio favorables.

Pero el déficit energético y el crecimiento de las compras externas (que refleja una pérdida de competitividad de las industrias e inversiones insuficientes), diluyen lentamente el saldo comercial positivo, explicó el economista.

“El superávit fiscal, en tanto, mantiene su solidez porque la recaudación crece gracias al impuesto al Valor Agregado que aumenta a la par del consumo y de la inflación, aunque podría verse afectado por la caída en el pago de las retenciones a las exportaciones”, señaló el analista.

La deuda
El piloto automático también está accionado al ratificar la política fiscal de gasto público creciente.

Secco advirtió que los vencimientos del año que viene podrían complicar el escenario financiero, al tener que afrontar unos u$s11.000 millones, ya que el aumento del gasto público deja al Gobierno con cada vez menos margen para cumplir con sus compromisos y, sobre todo, cuando un tercio del aumento lo explican los fondos destinados a subsidios:

* en 2006 se pagaron $8.800 millones
* en 2007, $16.000 millones
* en 2008, $35.000 millones

En la composición de las erogaciones del Estado, los expertos coinciden en cuestionar los subsidios cruzados que se pagan para que no aumenten las tarifas de servicios públicos, para paliar la crisis energética y contener los aumentos de precios, que en el primer cuatrimestre del año, estaban incluidos en las transferencias al sector privado que explicaban el 16% del gasto.

Por eso, el economista José Luis Espert, que dirige la consultora con su nombre, opinó que “el Gobierno lleva adelante una política deliberada de presión impositiva salvaje, subestimar la inflación y no atraer inversiones”.

Inversiones
Dejar que la demanda se enfríe “vía mercado” no garantiza un fuerte descenso de la inflación y tiene consecuencias sociales negativas. Lamothe explicó que si el Gobierno combate la suba de precios a partir de las malas expectativas que desaceleran el consumo, provocará que se posterguen decisiones de inversión, por la incertidumbre, y cuando quiera recuperar la economía a partir del consumo no podrá sostenerlo por la inversión insuficiente.

Así, se necesita solucionar los problemas para que haya inversiones y acompañar el aumento del consumo. Pero Kiguel considera que “la capacidad de política macroeconómica del gobierno es baja” y que, por lo tanto, “no se aplican las medidas que favorecen la inversión: mejorar las reglas de juego, que sean claras y de largo plazo, que haya crédito genuino, y no subsidiado.”

Hasta el cansancio
En tanto, el analista político Ricardo Rouvier manifestó que las expectativas en la economía son negativas dado el clima general que vive el país, que ponen fin al piloto automático. “En este escenario perdemos todos, el Gobierno, los sectores rurales y la población en general. Se necesita negociación, sensatez”, explicó.

Luego fue más contundente en cuanto a la autonomía de vuelo que queda en adelante. “La realidad no da para más; la gente esta harta, cansada -comentó-. Se juntan las retenciones con la mayor responsabilidad que se le atribuye al Estado, al que la gente exige que se haga cargo del problema”.

En este sentido, consideró al cacerolazo del lunes como un llamado de atención muy fuerte, aunque el gobierno no lo asimile. “La crisis puede profundizar un clima de malhumor social -comentó Rouvier-, que a su vez puede desembocar en que el Gobierno tenga menos margen para aplicar políticas.”

“La sociedad demanda certidumbre”, agregó Lamothe. Los sectores industriales y agropecuarios no saben qué medidas tomará el Gobierno por la alta discrecionalidad, dijo, por lo que los empresarios retrasan decisiones de consumo e inversión, y eso tiene un efecto derrame negativo en el resto de la economía.

Por eso Ecolatina advierte que “lo urgente pasa por solucionar el conflicto con el agro para que la economía vuelva rápidamente a su curso. Es importante que el gobierno muestre que los últimos tres meses fueron una excepción”. Y agrega: “Si se percibe que los trastornos a la actividad económica, el deterioro de las expectativas y el enrarecimiento del clima de negocios es algo transitorio y no permanente se habrá dado un importante paso”.

El escenario es incierto y la turbulencia fuerte. Dentro del avión imaginario, todos los argentinos.