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Por qué en el mundo ya se habla de la “maldición” de las commodities

La crisis por la suba de los alimentos y de la energía acapara la atención de analistas, gobiernos y empresas, ya que en este marco las oportunidades son también amenazas.

Al respecto, el director general de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), Jacques Diouf, volvió a ratificar este martes que el mundo debe invertir 30.000 millones de dólares anuales hasta 2050 en la agricultura para hacer frente a la crisis alimentaria.

“Hemos descubierto que no se ha invertido lo suficiente en este sector desde hace tiempo pese a que la población mundial no ha parado de aumentar para alcanzar los 6.000 millones de almas”, agregó.

En este contexto, los países exportadores de materias primas, a primera vista, son los más beneficiados por la sostenida demanda y la garantía de altos precios por al menos una década. Sin embargo, paralelamente se da un curioso fenómeno económico: los auges en las exportaciones tienen efectos secundarios preocupantes.

Al respecto, los economistas usan la expresión “maldición de los recursos” para identificar los males que a menudo afectan a los exportadores de commodities, incluyendo monedas sobrevaluadas, deficiencias de gestión y conflictos acerca de la repartición de las ganancias.

El auge en los precios exacerbó estos problemas y creó nuevos inconvenientes con efectos impredecibles, según un análisis de The Wall Street Journal. Así, al trazar una radiografía entre productores y comercializadores de commodities, se observa que un gran abanico de países, desde los Emiratos Árabes Unidos hasta Sudáfrica, pasando por Brasil, Venezuela y Chile, deben enfrentar conflictos económicos, sociales y políticos que van a contramano del período de bonanza que experimentan. Y esta paradoja también involucra a la Argentina.

Según Horacio Larghi, analista de la consultora Finsoport, “los países en desarrollo tienen un problema estructural: el principal inconveniente es que basan sus exportaciones en muy pocos productos”.

En la misma línea, el economista Aldo Ferrer explicó a infobaeprofesional.com que “los países que tienen grandes recursos tienden a especializarse en esos bienes y esto lleva a que desatiendan el desarrollo industrial y padezcan la apreciación cambiaria”.

De este modo, “cuando en un excelente contexto por altos precios internacionales se desatiende la industrialización, esto se convierte en una maldición. Por eso los países que apuestan básicamente a las commodities van a permanecer siempre en el subdesarrollo”, recalcó Ferrer.

Por su parte, Gabriel Sánchez, presidente del IERAL, coincidió con este análisis: “La suba de los precios internacionales de las commodities genera beneficios pero también problemas”.

En cuanto a los beneficios, el especialista sostuvo que con el aumento de las materias primas “sube el poder de compra y aumenta el consumo de los países productores”.

Como contrapartida, en cuanto a los efectos negativos, Sánchez expresó que las alzas espectaculares de precios “presionan a la baja sobre el tipo de cambio y generan presiones inflacionarias”.

“Los exportadores de materias primas tienen un desafío sobre cómo instrumentar políticas en el tipo de cambio sin que generen inflación. Y además, establecer mecanismos de redistribución para dar subsidios a los grupos mas vulnerables”, explicó el presidente del IERAL.

”Los países que aplican estas políticas son a los que les está yendo bien, con tasas de crecimiento altas (entre 4% y 8% en los últimos 5 años) y con baja inflación”, agregó Sánchez.

La situación de la Argentina
En el caso de la Argentina, la polémica por la apropiación de la renta que desde el Gobierno califican como “extraordinaria”, fue el detonante de un conflicto que ya lleva casi 100 días y que provocó, según estimaciones privadas, una pérdida de alrededor de 3.500 millones de dólares.

Con respecto a la matriz exportadora, diversos especialistas alertan por la crónica “commoditización” que padece la Argentina, donde vía precios internacionales, las materias primas ganan cada vez más peso. De hecho, durante 2007, por cada diez dólares de incremento de las ventas al exterior, el agro fue responsable de ocho. El resto se repartió entre la industria, la minería y los combustibles y energía. Así, continúa como una cuenta pendiente la ansiada diversificación de la canasta exportadora. (Ver nota: El crecimiento exportador argentino sólo lo sostiene el campo)

Frente a la mayor preponderancia de las materias primas, Ferrer aseguró que “la Argentina corre el riesgo de volver a cometer los viejos errores que cometió en el pasado” y hasta alertó del efecto nocivo de intentar volver a ser el “granero del mundo”.

“A principios del siglo XX, nuestro país se posicionó como productor de alimentos y no se preocupó por impulsar una economía diversificada. Cuando se produjo la crisis del ´30 el sistema colapsó. Ahora, con estos altos precios internacionales, corremos el riesgo de que se instale la cultura de que el campo es la máxima garantía de desarrollo y con esto solo no alcanza. De hecho, sólo ocupan el 40% de la fuerza de trabajo”, explicó el economista.

En la misa línea, desde el IERAL alertaron que es clave que la actual administración evite depositar una excesiva confianza en el viento de cola y no prevea un escenario adverso: “Con el gasto público en alza, que creció más del 20% en términos reales, siempre estamos gastando a cuenta. El día que se caigan los precios de las materias primas, no tenemos cómo financiar este gasto”.

El especialista citó como buenos ejemplos de políticas bien aplicadas a Chile y Brasil, a pesar de que también enfrentan una situación compleja por la apreciación de sus monedas: el primero tiene un fondo anticíclico especial para el cobre, para gastar en tiempo de escasez. En tanto que Brasil está armando su propio fondo de riqueza soberana que va a cumplir la misma función.

La situación en otros mercados:

Venezuela: el problema de la infación
Para algunos gobiernos, la tentación es esparcir la riqueza aumentando el gasto. Pero eso también puede ser contraproducente. Venezuela ha elevado el gasto social a paso frenético, sólo para ver cómo gran parte del beneficio es borrado por una fuerte inflación, según The Wall Street Journal.

Entre mayo de 2007 y mayo de este año la suba de precios registra un salto de 31,4% en Venezuela, una magnitud que resulta la más elevada de América Latina. De hecho, los números oficiales indican que en el mismo período:

* Nicaragua acumula 21,74%
* Bolivia 16,84%
* México 4,95%,
* Perú 5,39%,
* Brasil 5,58%,
* Colombia 6,39%
* y Uruguay 7,2%.

Si bien el incremento en el precio de los alimentos sacude al mundo entero, nuevamente, el desajuste venezolano no guarda proporción. En los últimos doce meses el costo de los alimentos en Caracas muestra un explosivo incremento de 47%.

A medida que se encarece el barril de petróleo, el gobierno de Hugo Chávez se vio cercado por la fiebre inflacionaria y la desaceleración de la economía desde 8,8% hasta 4,8% en el primer trimestre.

Para contener los precios, la medicina consistió en eliminar el impuesto a las transacciones financieras, un tributo que obligó a las empresas a pagar 1,5 bolívares por cada cien que movilizan a través de sus cuentas bancarias y que derivó en el traslado directo de los costos sobre el precio final de los productos.

Desde hace tiempo se alerta que Venezuela padece la “enfermedad holandesa”: un fenómeno intrínseco a los países que tienen petróleo o minerales cuya posesión contrae el crecimiento a largo plazo”, según la definición utilizada por el Fondo Monetario Internacional (FMI), que agrega que “la maldición crea oportunidades de enriquecerse sin esfuerzo, favorece la corrupción y genera un clima adverso a la inversión”.

Brasil: industriales en alerta
Según el medio estadounidense, “incluso los países estables enfrentan delicados dilemas políticos vinculados al auge”.

En el caso de Brasil -segundo exportador de soja y primero en mineral de hierro, azúcar, café, carne y pollo- el gobierno busca limitar los efectos inflacionarios del rápido crecimiento económico subiendo las tasas de interés.

Esto le está dando un nuevo impulso a una moneda que ya se apreció 45% con respecto al dólar desde 2004.

Según un estudio de la Federación de Industrias del Estado de San Pablo (FIESP), el real fue la moneda que más se apreció entre un listado de 22 países relevantes.

Sin embargo, la inflación parece no enfirarse: los economistas prevén que Brasil cerrará 2008 con una inflación cercana al 5,8 por ciento, incluso aunque consiga frenar la actual subida del precio de los alimentos.

Los industriales son los más perjudicados por este combo de suba de precios y real caro. Así fue como las importaciones de máquinas y equipamientos industriales en los tres primeros meses del año sumaron u$s4.618 millones, 45% más que en idéntico trimestre del año pasado. Como contrapartida, las exportaciones alcanzaron apenas u$s2.607 millones.

Frente a esta tendencia, los analistas proyectan un déficit de más de u$s10.000 M a fin de año.

Chile: fuerte presión inflacionaria
En el caso del país trasandino la inflación acumulada en los primeros cinco meses del año alcanzó al 2,8 por ciento, precisó el informe del estatal Instituto Nacional de Estadísticas (INE).

La variación de mayo se explica por la subida de siete de los ocho grupos que componen la canasta del IPC, liderados por Otros (2,9%), Transportes (2,7%) y Alimentación (1,9%).

Paralelamente, Chile también sufre los efectos del paro. En este sentido, la producción del metal se vio afectada por una huelga de los empleados subcontratistas de la Corporación del Cobre, que ocasionó pérdidas millonarias

Las exportaciones chilenas de cobre sumaron el pasado mayo u$s2.864,7 M, un 33% menos que en igual mes de 2007, según datos difundidos por el Banco Central. En comparación con abril, cuando esas exportaciones sumaron u$s3.719,8 M, se registró una baja del 22,9%, precisó la entidad.

Perspectivas
Según la FAO, entre este año y 2017 los precios agrícolas serán entre 10 y 50% más elevados que los registrados en el decenio precedente, con un pico de 80% en el caso de los aceites vegetales.

La preocupación de los analistas es que, además de las crisis que puedan desatarse en los países importadores de alimentos, las épocas de “vacas gordas” también son un terreno fértil para los conflictos sociales.

La desigualdad en los ingresos crece porque la nueva riqueza casi nunca se distribuye en forma equitativa, así, el descontento podría ir en aumento a medida que se acentúa la sensación de estar quedando al margen de la prosperidad.