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La importancia de la desfibrilación temprana, el acceso a la desfibrilación pública y la cardio-responsabilidad

En Argentina mueren cerca de 30 mil personas por año a causa de muertes súbitas cardíacas. El 70% ocurren en los lugares de trabajo, la vía pública o en los hogares.

Ante un ataque cardíaco, una persona tiene más del 75% de chances de sobrevivir si es reanimada con impulsos eléctricos y maniobras de respiración cardio pulmonar (RCP) dentro de los primeros 3 minutos. Las posibilidades de sobrevida descienden a menos del 1% pasados los 10 minutos del ocurrido el episodio. El problema reside en el hecho que, aun contando con un servicio de emergencias médicas, el sistema de ambulancias tipo “área protegida” se limita a la respuesta y demora entre 15 y 30 minutos ante una eventual llamada.

Este fenómeno ha reforzado los conceptos de desfibrilación temprana (es decir, las acciones de reanimación mediante impulsos eléctricos durante los tres minutos posteriores al accidente o ataque cardíaco) y de acceso público a la desfibrilación (la necesidad de contar con desfibriladores en lugares de alta concurrencia de público y de capacitar a la comunidad para su uso).

Así han proliferado los desfibriladores automáticos externos (DEAs), equipos que pueden ser utilizados por cualquier persona sin ningún riesgo, con un entrenamiento mínimo; y que poseen un costo relativamente bajo ante la posibilidad de salvar vidas que ofrecen. El uso de estos equipos es muy común en Estados Unidos y otros países desarrollados; y pueden verse en aeropuertos, shoppings, recitales, estadios y otros lugares de gran concurrencia.

En Argentina ya existen algunos antecedentes interesantes: en la ciudad de Bragado, el gobierno municipal ha instruido a 3 de cada 10 habitantes en maniobras de resucitación y se han instalado desfibriladores automáticos en lugares públicos. En la ciudad de Santa Fe ya es obligatorio contar con un DEA en todos aquellos espacios de concurrencia masiva y constante de público, y para sitios en los que se congreguen más de cinco mil personas. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires acaba de aprobarse y publicarse la Ley N° 4.077 que establece la obligatoriedad de contar con un DEA en lugares de concurrencia masiva; cuya reglamentación y puesta en vigencia se prevé para los próximos meses. Y también existe un proyecto de ley en la Provincia de Buenos Aires con esas mismas características.

Con la incipiente importancia que han adquirido estas cuestiones, surgió el concepto de cardio-responsabilidad que hace referencia al conjunto de actitudes y aptitudes orientadas a prevenir accidentes o ataques cardíacos; y a brindar una respuesta inmediata y eficaz ante la ocurrencia de estos episodios. Ya no sólo se habla únicamente de la rapidez y eficacia en la respuesta; sino que también surge con fuerza la importancia de la prevención.

Es así como comenzamos a oír hablar de organizaciones cardio-responsables, que son aquellas que se involucran activamente para combatir el flagelo de la muerte súbita en su comunidad; tanto en la prevención de enfermedades coronarias como en la adquisición de capacidad de respuesta en caso de que ocurra un ataque cardíaco. Constituye una seguridad extra para sus empleados, clientes y visitas. También han surgido eventos cardio-responsables, pero en estos casos lo que se evalúa es el operativo de prevención y la capacidad de respuesta; ya que resulta muy difícil actuar sobre las conductas preexistentes de sus concurrentes.

Apex Prevención y Respuesta emite en Argentina la certificación cardio-responsable® a organizaciones (privadas y públicas) y eventos que cumplan los criterios de nuestros programas basados en los lineamientos de Buenas Prácticas elaborados por la Asociación Americana del Corazón (American Heart Association – AHA), el International Liaison Committee on Resuscitation (ILCOR) y otros comités internacionales de resucitación para programas de desfibrilación temprana y acceso público a la desfibrilación.

La certificación cardio-responsable® contempla múltiples factores como la cantidad de personas, el espacio geográfico, las actividades realizadas y el perfil de las personas que frecuentan ese lugar o evento. También evalúa preventivamente otros factores de riesgo que aumentan las probabilidades de que se origine un ataque o accidente cardíaco; como por ejemplo: la concentración de gran cantidad de personas, si se realizan esfuerzos físicos inusuales, si la temperatura es elevada o muy baja, si se consume alcohol u otros productos que afectan la salud y si se viven emociones fuertes.