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Las Pymes y el mantenimiento

Cada vez hay una mayor dependencia directa entre la producción de bienes y servicios, y la integridad de los activos físicos que los producen. Esto sucede en empresas de todo tamaño, pero para las Pymes la subordinación a sus activos físicos es mucho mayor, dado que en general no tienen equipos alternativos, ni las espaldas financieras como para reemplazarlos rápidamente si éstos fallan.
Por otro lado, las tareas de mantenimiento son imprescindibles para poder mantener un flujo de producción aceptable. Si bien a la hora de adquirir productos los compradores no indagan sobre el mantenimiento de la planta, habitualmente se solicitan garantías en cuanto a que la empresa pueda mantener la frecuencia y calidad de entregas.
Como resultado, se vuelven de alta prioridad las tareas por los cuales se pueden evitar la mayoría de las fallas de los equipos: entre otras cosas tener un mantenimiento apropiado, realizar una capacitación eficaz para el personal y plantear procesos operativos adecuados.

La moderna concepción de mantenimiento señala que hoy en día, es “Asegurar que todo activo físico, continúe desempeñando las funciones deseadas”
(RCM2 – Mantenimiento Centrado en Confiabilidad, J. Moubray). En resumen, un activo físico ó planta productiva no sólo debe asegurar -a través de su
diseño- que puede cumplir con una serie de exigencias y normativas establecidas, sino que debemos asegurarnos que siga cumpliendo con aquello que se le exige de manera permanente durante los años venideros de operación y servicio, de manera de evitar accidentes que afecten a la seguridad ó al medio ambiente.
Esta es una tarea humana por excelencia. Se pueden automatizar fábricas de forma tal que no tengan ningún operario, pero en algún momento, una persona de mantenimiento deberá intervenir sobre ese sistema automático para prevenir una parada o corregirla rápidamente si ya ocurrió. En momentos en que otras funciones de la empresa se automatizan, robotizan y tienden a la eliminación de la persona del lugar de trabajo, el mantenimiento se presenta como una actividad eminentemente humana y de insustituible aporte a la competitividad de la empresa moderna.

La mayoría de los diseñadores no plantea un activo para que falle, y justamente por eso no se toman las previsiones adecuadas para tener un grado de confiabilidad aceptable. Pero no nos podemos dar el lujo de trabajar a prueba y error, cuando las consecuencias pueden implicar la pérdida del negocio, por no hablar de la contaminación del medio ambiente o incluso de la muerte de un ser humano.
Pero para conseguir los resultados que promete el RCM2, hay que tener en cuenta algunos aspectos, como :
– Conseguir Apoyo de Dirección, planteando claramente la relación costo – beneficio, y la importancia del tema en situaciones de riesgo.
– No ser Autodidacta: los graves errores conceptuales que se cometen llevan a que estos intentos sean ineficaces, o no cumplan con las expectativas (y muchas veces además, resulten peligrosos).
– Se debe comenzar siempre por un área piloto, para que el aprendizaje en la empresa sea progresivo.
– Planificar detalladamente todos los pasos a dar, y respetarlos (esta es una de las causas mas frecuentes de fracaso de la técnica).
– Es fundamental el seguimiento del proyecto, a través de un Tablero de Control con Indicadores adecuados.
– Los Resultados se deben evaluar tanto “A Priori” (cuánto espero obtener), como “A Posteriori” (cuánto obtuve).
– A medida que avanza el proyecto, debe ser evidente para el resto de la empresa y la Dirección los resultados exitosos que se van obteniendo.

Si la Pyme no quiere distraer personal de su tarea fundamental para llevar a cabo el mantenimiento, una buena opción es tercerizarlo.
Esta opcion todavía está poco difundida entre las empresas industriales argentinas, donde los dueños o gerentes no pueden evitar resquemores al considerar que otra compañía pueda tener ingerencia en sus equipos e indirectamente, sobre sus procesos. Sin embargo – como en otros órdenes de la vida empresaria – el mantenimiento también puede delegarse en manos expertas, logrando un alto nivel de eficiencia y eficacia y permitiendo que la compañía pueda dedicarse a sus negocios específicos.
Para esto, lo importante es aceptar que cualquier emprendimiento necesita y requiere de servicios externos que, si son aportados por empresas serias y responsables, optimizarán los resultados propios.
Pero se suele decir que “La responsabilidad no se puede tercerizar”, ya que los efectos de la mala gestión SIEMPRE recaerán sobre la compañía.
Por eso es fundamental tener en claro que NO se debe tercerizar la estrategia de mantenimiento, sino solamente la ejecución de las tareas, y que deben ser explícitamente definidas por la compañía antes de la firma del contrato.