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Más allá de los cócteles y la estrategia: ¿debe un gerente general ocuparse del “día a día”?

Suele decirse que un gerente general debe enfocarse en la estrategia y la planificación de acciones de largo plazo para el crecimiento de la organización.

Así, con sus agendas saturadas de cócteles, reuniones con accionistas y viajes internacionales, los número uno apenas dedican unas pocas horas mensuales a tareas del “día a día”.

Sin embargo, nuestra experiencia en coaching para gerentes generales nos ha enseñado que los mejores resultados suelen encontrarse entre aquellos que mantienen una agenda equilibrada con objetivos de corto, mediano y largo plazo, una agenda que divide el tiempo entre estrategia y tareas operativas.

Así, la agenda del número uno debería dividirse en cuatro perspectivas fundamentales:

1) Perspectiva del negocio

El gerente general debe enfocarse en el crecimiento de la organización y los resultados de largo plazo a través de una definición de los negocios actuales, la imaginación de futuros escenarios y el impulso de nuevos negocios.

2) Perspectiva estratégica

El CEO debe definir la misión, visión y valores de la empresa y formular un plan para lograr que las capacidades organizacionales sean aptas para el cumplimiento de los objetivos.

3) Perspectiva Política

Toda empresa opera en un entorno económico y social. A la hora de tomar decisiones, el número uno necesita comprender el contexto en relación con la visión y misión de la empresa.

4) Perspectiva táctica operativa

En esta perspectiva, el gerente general debe asegurarse de que sus colaboradores comprendan las acciones requeridas para el logro de objetivos, gestionar las personas en el marco de los valores organizacionales, propiciar el desarrollo de ejecutivos y liderar desde el ejemplo.

Ahora bien, este marco conceptual es útil para desmitificar el viejo prejuicio de que el número uno sólo debe ocuparse de la estrategia.

Lo cierto es que la formulación estratégica sólo debería insumir un 25 por ciento del tiempo.

Una agenda óptima se focaliza en la renovación permanente de la organización a partir de acciones coordinadas y articuladas que persiguen réplicas efectivas desde los diferentes actores implicados (los directores y gerentes).

En definitiva, la clave radica en un delicado equilibrio entre alta estrategia y las cuestiones del día a día.