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¿Me voy a reconocer en el espejo?

Nuestra imagen facial es decididamente la primera carta de presentación. Es aquello a lo que dirigimos la mirada apenas saludamos a una persona, donde tratamos de reconocer gestos de felicidad o tristeza y donde primero admiramos los rasgos de belleza.

Motivos suficientes para que todo tratamiento –y no solo intervenciones quirúrgicas- nos genere algún temor de provocar un cambio que altere el equilibrio estético de nuestro rostro y no nos reconozcamos.

Algunas preguntas que suelen hacer las pacientes en el consultorio:

¿No voy a quedar deformada?
Los medios de comunicación muchas veces nos muestran imágenes de mujeres y hombres con el resultado de tratamientos estéticos exagerados que se acercan a lo grotesco. Si a eso le sumamos un temor lógico al cambio estético en el rostro comprendemos muy bien el por qué de esta pregunta.
La realidad es que el profesional debe guiar al paciente y mostrar exactamente que se va a corregir y si es posible mostrar fotos pre y post cirugía para ayudar a despejar un miedo que suele ser muy actual.

¿Voy a perder mis rasgos?
Si bien parece un temor similar, en realidad aquí el miedo es a verse distinta, con un rostro armónico pero diferente. Por eso es importante que quien se va a hacer la cirugía esté convencida.

¿No voy a quedar toda estirada?
Un prolijo examen y análisis del rostro es necesario para que suavemente mostremos qué cambios van a ocurrir. También el profesional debe escuchar con atención qué zona del rostro quiere mejorar el paciente y mostrarle en qué magnitud cambiará la cara.
La realidad es que los rasgos no cambian; sino que se definen los bordes óseos (se elimina la cara de bull dog) y se suavizan los surcos al reposicionar los tejidos.

Si se hace una tensión suave de ninguna manera el rostro quedará con un aspecto rígido.

En el caso de los párpados la pregunta es: ¿Voy a quedar con los ojos abiertos?
Eliminar la piel excedente y las bolsas de los párpados e, inclusive, reposicionar las cejas es una cirugía muy frecuente. Es una intervención que se realiza para recuperar una mirada fresca, descansada, que realza la belleza de los ojos además de recuperar un aspecto juvenil en la zona.
No es habitual que queden ojos de aspecto muy redondo o entreabiertos. De todas formas, si el resultado fuera ese es algo totalmente solucionable.

Por último, la pregunta del qué dirán: “Me van a decir ¿Qué te hiciste?”
De acuerdo al tipo de rostro que se va corregir es el lifting que se realizará. A los 40 o 50 años la corrección es menor que a los 60. Entonces en pacientes de 40 o 50 se verá una cara más fresca y juvenil con una mirada descansada. En la de 60 el cambio es más notorio. Por una cuestión de edad y envejecimiento facial en una paciente de 40, 50 será una cara fresca y despejada, y en las de 60 será una cara rejuvenecida.