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Mundo hostel

Una oportunidad para convivir con viajeros de todo el mundo. Esa es la idea con la que comienza a gestarse un hostel, tipo de alojamiento económico que ofrece camas individuales en habitaciones compartidas y, además, promueve la integración de todos sus huéspedes.

Si bien desde hace unos años muchos hostels -también conocidos como albergues de la juventud- cuentan con habitaciones dobles y triples privadas, el clima reinante es de encuentro intercultural: se proponen actividades participativas y se generan espacios comunes con el fin de favorecer el intercambio de experiencias, en una atmósfera informal y juvenil.

“La elección de un hostel actualmente refleja más un estilo de viaje, que una mera cuestión presupuestaria”, dice Pablo Godoy, gerente de Producto de Asatej, agencia de viajes tradicionalmente especializada en jóvenes. Prueba de ello es el creciente número de pasajeros de más de 30 años y/o con buen nivel socioeconómico que buscan alojamiento no tradicional, aun pudiendo pagar algo más caro. Para seguir viaje con nuevos amigos, para compartir las cenas ruidosas preparadas con los compañeros de cuarto, para aprender idiomas casi sin percatarse, para relajarse en un living ante un improvisado guitarrista que canta en alguna lengua desconocida…

“El alojamiento para jóvenes es un mercado grande y significativo, con crecimiento muy fuerte y rápido en el futuro”, señala un reciente informe elaborado por la Organización Mundial de Turismo (OMT) y la Confederación Mundial sobre Viajes de Jóvenes y Estudiantes (WYSE): en 2005, los 8.000 hostels que hay en el mundo vendieron un total de 122,9 millones de noches-cama. En la Argentina no hay datos estadísticos, aunque se estima que en Buenos Aires hay más de 200 establecimientos.

El primer hostel
Todo empezó a principios del siglo pasado, cuando el alemán Richard Schirrmann, maestro de escuela de un pueblo minero -preocupado por la salud de sus alumnos-, comenzó a planificar viajes grupales al campo. El alojamiento se improvisaba en escuelas rurales que quedaban vacías los fines de semana. Los viajes de Schirrmann ganaron tanta fama que en 1909 el maestro se vio alentado a abrir el primer hostel en un castillo reconstruido en Altena, Alemania, que sigue funcionando como tal. Diez años más tarde, el pionero fundó la Asociación Alemana de Albergues para Jóvenes. El movimiento alberguista se expandió con rapidez, primero en Europa, y en el resto del mundo entre los años 30 y 50. En 1932 se fundó en Amsterdam la Federación Internacional de Albergues para Jóvenes (IYHF), que estableció sus oficinas en Londres. Hoy todos los hostels de las organizaciones que componen IYHF trabajan bajo la marca Hostelling International y cumplen con un sistema de normas mínimas garantizadas que son bienvenida, limpieza, seguridad, privacidad y comodidad.

Hostelling, principal referente del mundo hostel, no es una cadena, sino una organización global que hoy tiene más de 4.200 hostels en 80 países en Europa, América, Asia, Africa y Oceanía, regidos por normas de calidad. En la Argentina ofrece 70 establecimientos.

Estilos y precios
Si bien el espíritu comunitario y las tarifas accesibles siempre se mantienen, no todos los hostels son iguales. Los hay pequeños -con 25 plazas- y enormes, con más de mil camas. Los hay rurales y urbanos; sencillos y con gran infraestructura o múltiples servicios (piscinas, wi fi, clases de baile, excursiones de turismo aventura, etc.) y no faltan aquellos que están emplazados en edificios históricos. Sin embargo, los hostels no están categorizados por estrellas, como los hoteles tradicionales.

En cuanto a las habitaciones compartidas, éstas suelen tener de 4 a 8 camas y en su mayoría están separadas por sexo, al igual que los baños comunitarios. Además disponen de armarios o lockers donde los huéspedes pueden guardar sus pertenencias.

“La mayor competencia y la evolución en las expectativas de los viajeros trajeron muchos cambios en la infraestructura y la profesionalización de la atención. Las habitaciones compartidas tienen cada vez menos camas, los baños son más privados, hay computadoras con Internet y wi fi para los huéspedes con notebooks. A esto se suma el planeamiento de actividades que permiten una mayor integración de la gente”, explica Federico Polesel, CEO de HI Hostels.

La variedad y calidad de servicios complementarios, como información turística gratuita, organización de fiestas, excursiones grupales, clases de tango, etc., son un valor agregado que distingue a los hostels de otros alojamientos tradicionales que compiten en el mismo rango de precios. Claro, no hay botones ni conserjes; los ambientes son ruidosos, la relación con el staff es más informal y, en general, las camas son tipo cucheta. “Más que el descanso, en los hostels la gente busca diversión”, dice Miguel Rosales, de la agencia Tije Travel, especializada en turismo joven. Es importante tomar en cuenta todas estas características que también los diferencian de los hoteles.

De todas maneras, en algunas cuestiones no están tan distantes de la hotelería convencional. Con el tiempo, muchos hostels incorporaron habitaciones con baño privado, ideales para parejas o grupos de amigos. “La tendencia es la de comercializar cada vez más habitaciones dobles en los hostels”, señala Pablo Godoy, de Asatej.

El rango de tarifas es amplio. Depende de los servicios ofrecidos, la época del año y la ubicación. No cobra lo mismo un hostel en el centro de la cara Londres que uno en un pueblo latinoamericano. Sin embargo siempre resultan más económicos que otro tipo de hospedaje, ya que el piso de las tarifas es el precio de una cama y no de una habitación.

“Una cama en un dormitorio para 6 u 8 personas, fuera de la Argentina, cuesta entre 8 y 25 dólares diarios. En nuestro país, la misma cama cuesta de 8 a 17 dólares. Ahora, las habitaciones dobles privadas se cotizan entre 30 y 85 dólares tanto en la Argentina como en el exterior, un poco por debajo de la tarifa de un hotel 3 estrellas”, dice Diego Giles, director de Che Lagarto Hostels & Pubs, primera cadena de hostels en Sudamérica, con ocho hostels en Argentina, Brasil, Chile y Uruguay.

La mayor parte de las reservas se hacen vía Internet, a través de los motores de búsqueda (siempre hacerlo en sitios seguros) o en las páginas de los propios establecimientos. “No hay muchas agencias que comercialicen plazas en hostels. Lo más conveniente es reservar directamente en el hostel seleccionado”, aconseja Giles.

Los huéspedes
Jóvenes. Sin duda son el principal mercado de los hostels en todo el mundo. Sin embargo, las puertas están abiertas a todo público. La cadena Che Lagarto recibe un 75% de jóvenes de menos de 25 años, en su mayoría universitarios de buen nivel socioeconómico y procedentes de Sudamérica, Europa, Oceanía y Estados Unidos.

“No hay límite de edad para alojarse en un hostel, aunque por su modalidad son los preferidos de la gente joven, en especial de aquellos que comienzan a viajar al exterior”, dice Miguel Rosales, de Tije Travel.

La idea del mochilero es utilizar la plataforma que brindan los hostels para poder extender su viaje por el mayor tiempo posible. El mochilero no es tan “gasolero” comos se cree: el gasto total de un viaje de 3 a 6 meses, es mayor al de un turista tradicional que, generalmente, viaja por menos tiempo.

Por su parte, Godoy, de Asatej, señala que “es cada vez más frecuente encontrar pasajeros de avanzada edad; una tendencia ya muy desarrollada en el mundo e incipiente en Argentina”.

En Suecia, donde la organización Hostelling International tiene mucha antigüedad, el promedio de edad de los suecos que se alojan en hostels del interior es de 55 años, dice Polesel. Los hostels son parte de la idiosincrasia de ese país, del entramado social y cultural.

En cuanto a los segmentos especiales de público, estos casi no existen en la concepción de un hostel ya que se contradice con su filosofía central que es la de no dividir a los huéspedes, sino integrarlos. No obstante surgieron recientemente algunos hostels para gays y también hay establecimientos temáticos, aunque lo son sólo desde la decoración.

Una mirada al futuro
A pesar del gran crecimiento de los hostels, en la Argentina aún no hay una normativa que los contemple, con pocas excepciones a nivel provincial o municipal.

“El sector necesita una normativa específica que favorezca el crecimiento ordenado del segmento, que no establezca restricciones en cantidades de camas porque limita el potencial de rentabilidad de un posible inversor, que actualmente se ve obligado a habilitarse en otra categoría y comercializarse como hostel, porque no existe la definición de su establecimiento”, explica Polesel.

Justamente, para tratar de buscar una solución a este vacío legal y darle un mayor impulso al sector, se está conformando la Cámara Argentina de Hostels, con el apoyo de la Cámara de Hoteles de la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés (AHRCC).

Profesionalización, jerarquización, estructuras edilicias cada vez más grandes y mayor confort son las tendencias principales que señalaron los expertos consultados.

“Cada vez hay más y mejores establecimientos en todo el mundo. Al mismo tiempo, hay una depuración hacia los hostels más competitivos o que consiguieron posicionarse. En este sentido, los hostels siguen la tendencia de la hotelería tradicional: fortalecimiento de cadenas y profesionalización constante “, opina Diego Giles.

En la Argentina, explica Federico Polesel, este crecimiento pronunciado provoca que en algunas ciudades haya un exceso de oferta o establecimientos en los que la calidad está muy descuidada. “Lógicamente, a mediano plazo sobrevivirán los mejores hospedajes. En HI buscamos ser competitivos a través de la calidad, más allá del tipo de cambio favorable”, agrega.

Los hostels no son un rubro ajeno al crecimiento global de la industria de los viajes. Por lo visto, su espíritu joven seguirá en expansión.