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Placeres patagónicos

Hace frío en Villa La Angostura. El final del otoño trae las primeras nieves a esta hermosa localidad recostada sobre las orillas del lago Nahuel Huapi, en la provincia de Neuquén.

Dentro de la hostería El Faro arden gruesos troncos de leña en el hogar de un salón circular que balconea al lago. Por el gran ventanal entra el paisaje sureño, que a pocos días de la llegada del invierno, se vuelve cada vez más tibio y agradable puertas adentro. Los picos cercanos a La Angostura, que se halla a 85 kilómetros del aeropuerto de Bariloche, ya están cubiertos por un manto blanco. “Está nevando allá”, dice el chofer del taxi que nos lleva al centro de la villa, y señala la primera línea de la cordillera, al otro lado del Nahuel Huapi.

Hasta allí empiezan a llegar ansiosos los primeros esquiadores, buscando nieve en polvo en el cerro Bayo, un complejo de 21 pistas emplazado a minutos del centro de La Angostura, rodeado de bosques y con vista al lago. Tal vez no sea tan ambicioso como el Catedral, en Bariloche, o Las Leñas en Mendoza, pero igualmente invita a deslizarse surco abajo a familias, principiantes y también a expertos que realizan acrobacias con sus snowboards. Cerro Bayo cuenta con casi 200 hectáreas de pistas y el punto álgido de su temporada de esquí será entre los meses de julio y agosto.

Por ahora, en esta tarde de otoño, La Angostura invita a dejarse llevar y apaciguar el alma al ritmo de una lluvia fina que cae y cae sin pausa. Y para ello nada más amable que el aroma del té, del mate y las tortas. Es imposible no sucumbir ante el vapor aromatizado del té verde con pomelo, mango y pétalos de rosa o del té rojo con arroz tostado, jengibre y naranja, que puede degustarse en Tematyco, forma abreviada de Té, mate y compañía, como lo presentan los responsables de esta casa de exquisiteces, en Alto Manzano, ahí nomás del Puerto Manzano.

Luego, con la caricia de las infusiones en la piel y el paladar colmado de sabores regresamos a la hostería, cuando apenas si queda algo de luz en el cielo.

En buenas manos
El sauna de la hostería y spa El Faro, uno de los centros de salud y relax más prestigiosos de La Angostura, está listo para abrazarnos con su calor. Más tarde podremos elegir entre algunos de los múltiples tratamientos que ofrecen.

Para comenzar, los encargados del salón, Julieta y Sebastián, ambos kinesiólogos egresados de la UBA, dan las opciones: puede optarse entre tres tipos de terapias basadas en medios naturales. Hay programas integrales para lograr la relajación a través de masajes tradicionales y terapéuticos, con énfasis en las zonas de más tensión. O una amplia serie de tratamientos estéticos faciales y corporales en los que se trabaja con algas, fangos y vinoterapia. Los programas estéticos avanzan sobre la limpieza, exfoliación e hidratación profunda. Además, ofrecen terapias revitalizadoras, postsolares y posquirúrgicos estéticos.

Eso no es todo:en las salas cubiertas en madera y bañadas en menta del spa también pueden tomarse programas de salud alternativos, con tratamientos de acupuntura, reflexología, armonización y aurículo terapia. Todo bajo el lema oriental basado en la salud como bienestar general.

La propuesta es sentirse bien y cómo no hacerlo cuando desde la camilla de masajes vemos el apacible sol otoñal caer sobre la montaña. Cuando a través del vapor del yacuzzi se perciben los aromas de la noche y del bosque.

Desde las ventanas de las habitaciones de El Faro puede verse la costa norte del Nahuel Huapi y el curso del río Correntoso, uno de los más cortos del mundo, con no más de 300 metros. La noche se arrulla al calor de los ahumados, el cochinillo o el ciervo en compañía de un vino tinto de bodegas patagónicas. Y Villa La Angostura se va a descansar con uno.

Más información en: www.elfaropatagonia.com