Inicio Empresas y Negocios Negociando en el humo: ¿un preview del Apocalipsis?

Negociando en el humo: ¿un preview del Apocalipsis?

Ante los fuertes estímulos que hemos sufrido a lo largo de una inusual semana afectados por el humo, surgen dos tipos de emociones e ideas:

Por un lado, buscamos responsables y culpables de este episodio particular y las acciones que debieran haberse tomado para evitarlo.

Por el otro, se impone una reflexión acerca de la fragilidad del medio ambiente y de la creciente incidencia del hombre.

El humo de la quema de los pastizales será pasajero. Sin embargo, experimentar varios días de aire contaminado nos brinda un adelanto de la forma en que el planeta podría hacernos pagar la consecuencia de nuestros actos.

La pregunta es: ¿cómo le ponemos un arnés a estas emociones para que den el mejor fruto posible?

El profesor de Harvard, Robert Putnam, autor del famoso libro “Bowling alone”, sostiene que hay algo llamado “capital social”, la forma en que se relacionan los actores de la sociedad, las instituciones que crean y la manera en que son capaces de responder organizadamente a los problemas que los afectan

Muchos confían en que la ciencia y la tecnología encontrarán soluciones para el medio ambiente y evitarán el Apocalipsis. En parte, estas personas tienen razón.

Las soluciones tecnológicas existen. Pero el caso del humo nos demuestra que la solución no pasa exclusivamente por el costado técnico. En este caso, bastaba con no quemar los pastizales.

Lo difícil es ponerse de acuerdo. Y justamente allí reside el problema de capital social.

Los conflictos de Botnia y del campo argentino demuestran que un pequeño problema con un costo limitado puede transformarse en un gran problema de costos inconmensurables.

Todo proceso que implique repartir los costos o las ganancias genera tironeo. En el caso ambiental, el problema radica en cómo nos repartimos el costo de cuidar el planeta.

Pero hay otro factor que complica las negociaciones. Cuando un conflicto es público, su solución se vuelve más compleja.

Robert Mnookin, profesor de negociación de Harvard Law School, habla de una tensión entre el representante y el representado.

Cuanto más gente involucra un conflicto, más compleja se hace esa relación y más posibilidades hay de que cada uno esté luchando por sus propios intereses sin atender a los de los demás.

La buena noticia es que existen métodos para que esos procesos sean productivos: el método de la negociación ganador-ganador y las habilidades para manejar relaciones interpersonales.

En definitiva, mientras soportamos el humo, podemos tomar conciencia de que estamos inmersos en un destino común y que, para solucionarlo, debemos aprender a negociar.

Pero quienes operamos en el sector privado hemos tenido siempre una actitud autista.

Centrados en la rentabilidad, delegamos en gobiernos y ONGs las responsabilidades ambientales. Es tiempo de cuestionar esa idea. El sector privado es el mayor factor en la creación de valor pero también de impacto sobre el medio ambiente. Ya no podemos ser el niño irresponsable que solo piensa en sí mismo.

¿Qué más tendrá que ocurrir para que cambiemos esta actitud?