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Pensamiento en red, de la fría lógica a la máxima creatividad

Cada idea o unidad de ideas en nuestra mente tiene múltiples “valencias” para conectarse con otras. El pensamiento lineal establece conexiones lógicas entre ellas. En efecto, el modo en que recibimos la información y la forma en que se nos enseña a razonar, tienden a privilegiar este tipo de conexiones.

No obstante, todos poseemos, además, un pensamiento intuitivo donde las conexiones se establecen también con lo alejado y lo diferente (a veces, hasta con lo aparentemente absurdo) a través de atajos.

Cuando nos liberamos de la lógica y dejamos operar a la intuición, percibimos y procesamos información con impactante claridad. Sin embargo, al volver al ámbito del trabajo regresamos al funcionamiento lineal y perdemos lo ganado en esos momentos especiales.

En este punto, el concepto de “pensamiento en red” cobra gran relevancia para comprender cómo funciona nuestra mente y orientarla para potenciar la creatividad.

Pero, ¿qué es pensar en red?

En primer lugar, pensar en red no significa entrar en un estado diferente de conciencia y luego “cambiar de canal” para pasar a la acción. Por el contrario, se trata de incorporar a nuestro modo de percibir, pensar, sentir y “estar en el mundo”, otro nivel de comprensión que complementa y amplía el pensamiento lineal.

Las ideas creativas nunca se gestan de manera aislada en el interior de la mente. El mundo está lleno de ideas en permanente circulación. Pensar en red nos permite encontrarlas y utilizarlas.

Ahora bien, ¿cómo aprender a pensar en red?

En algunas personas, el pensamiento en red se encuentra naturalmente desarrollado. No obstante, todos pueden entrenarse para alcanzar esta forma de funcionamiento mental y potenciar su capacidad de generar ideas creativas.

A través de talleres de capacitación, es posible desbloquear las estructuras mentales que habitualmente neutralizan el pensamiento en red. Básicamente, se trata de ejercicios para derribar conceptos preestablecidos y prejuicios personales que generan ciertos circuitos obligatorios y otros prohibidos para el pensamiento.

Estos “nudos” o “cortes” en la red impiden la realización de muchas conexiones potenciales que podrían originar grandes ideas.

De esta forma, a través de los talleres es posible mejorar la comunicación hacia dentro y hacia afuera de la organización, la generación y aprovechamiento de oportunidades, el liderazgo, el trabajo en equipo y la incorporación de la innovación.

Cuando comenzamos a reconocer que la mente creativa funciona en red, logramos hacernos dueños de nuestra creatividad, que comienza a fluir en todos los ámbitos, aprendemos a desbloquearla cuando nos abandona y somos capaces de inspirarnos en la creatividad de los otros para relanzar la nuestra.

Nos sentimos cómodos y familiarizados con nuestras ideas originales, las tratamos con la misma confianza y respeto que a nuestros razonamientos más formales, y vivimos con la seguridad de que conocemos el camino para reencontrarlas cada vez. En definitiva, aprendemos a vivir con la musa en el bolsillo.