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Pensamientos positivos, futuro positivo

Cierta vez María estaba tan concentrada en su trabajo que casi perdió la vista.

La visión borrosa de María era causada por la deshidratación –efecto secundario de su increíble habilidad para realizar muchas tareas a la vez y por largas horas sin reconocer o cuidar sus necesidades personales.

El susto la impulsó a lograr una visión del poder de controlar su pensamiento, para siempre.

Hoy María enseña “control del pensamiento” la técnica de autoayuda que usó para escapar del ciclo de auto negación que estaba poniendo en peligro su vida. María está dedicada con pasión a lograr el equilibrio y el significado de la vida guiando el pensamiento suavemente pero con firmeza de modo que resulte lo mejor para cada uno, para las empresas y para las familias.

María llegó a un punto de no retorno cuando estaba tratando de conjugar varias mega-responsabilidades. En su carácter de consultora, se desempeñaba entonces como CFO externo en cinco compañías diferentes. Tres de ellas eran empresas públicas en crisis, tratando de evitar una caída estrepitosa de las acciones.

“Para equilibrar, compré un centro de jardinería y floricultura y 10 invernaderos,” dice María con una sonrisa sarcástica.

“Yo estaba muy, muy ocupada. Podía mantener la atención en lo que hacía porque mientras trabajaba podía controlar el pensamiento en áreas específicas de mi tarea. Podía hacer cosas que todo el mundo decía que eran imposibles – en el SEC (Securities and Exchange Commission), con los empleados, con las comisiones de acreedores.

Podía estar sentada trabajando durante ocho horas sin parar, sin comer ni beber. Ni siquiera me levantaba para ir al baño,” recuerda.
“Un día estaba trabajando y comencé a no poder ver. Las cosas se ponían borrosas. Lo que ocurrió es que casi perdí la visión a causa de la deshidratación,” dice.

Momento de revelación

“Me puse a pensar, “¿Qué demonios estoy haciendo?” Empecé a fantasear en secreto con la posibilidad de tener el trabajo de los que trabajaban conmigo. Ellos tenían vacaciones y una vida personal.

No trabajaban tanto. Seguramente no se iban a quedar ciegos por trabajar tanto,” recuerda María.

Empezó a darse cuenta de que ella había tenido ese tipo de trabajos durante toda su carrera.

“Luego pensé, “¿Qué tienen en común todos esos trabajos?” y la respuesta era “a mí,”” dice. “Yo era responsable por mi realidad.

Nadie ni nada más tenía la culpa de las circunstancias de mi vida.

Ése fue un momento de revelación.”

El segundo momento de revelación sentó las bases para el resto de su vida: “El único modo que tenía de cambiar mi mundo era cambiarme a mí misma,” dice.

“Me di cuenta de que yo me manejaba y manejaba mi pensamiento para lograr tanto en el trabajo. ¿Qué pasaría si usara esas mismas técnicas para manejar mi vida, tanto mi vida personal como la de trabajo?” se preguntaba.

“Todo lo que hacemos comienza con un pensamiento, y todo lo que pensamos es algo que podemos elegir. Si podemos modificar el foco y la dirección de nuestras mentes podemos modificar el foco y la dirección de todo lo que hagamos,” dice María.

El sendero hacia el auto gobierno

María se comprometió a iniciar un camino de aprendizaje, de un continuo mejoramiento de sí misma. “Me propuse un mejoramiento gradual de cada día, sin importar cuán pequeño fuera. Si podía pensar y actuar de determinada manera por nueve segundos, eso ya era un progreso. El próximo día trataría de hacer lo mismo por veinte segundos,” dice.

Uno de los elementos más profundos de ese proceso, dice María, es aprender a estar satisfecha con pequeños cambios que se van sumando.
“Somos realmente muy buenos para castigarnos. Miramos esos nueve segundos y nos enojamos porque sólo lo hicimos por nueve segundos.

Cuando los consideramos una alegría y un progreso, crecemos y cambiamos más rápido,” dice.

María dice que ciertamente puede identificarse con CEOs que piensan, “Quiero ver resultados y quiero verlos ya – al Diablo con el proceso.”
“Yo era una de esas también,” dice. Ahora es más probable que use una política de influencia.

El cambio hacia una política más equilibrada no se hace de un día para el otro.

“Es un paciente esfuerzo de autoconciencia, de auto gobierno y de mantener el objetivo,” dice.

“Cuando intentamos cambiar, generalmente nos preocupamos por los métodos, los procesos y las técnicas, y lo más que logramos es un resultado mediocre. Cuando ponemos el acento en nuestros pensamientos – nuestras creencias, propósitos y pasiones – nos transformamos y podemos alcanzar resultados significativos.”

“El cambio no es nunca lineal. En realidad termina siendo logarítmico, de manera que si las personas se ponen a trabajar para pensar de manera diferente, y lo hacen con ahínco, de repente:

¡Eureka! Aquello ya no es parte de su naturaleza [pensar como siempre].”

Los estudios sobre la función cerebral abonan esto. “Cuando los hábitos cambian, las neuronas también lo hacen – lo que prueba que podemos reinventarnos a nosotros mismos,” dice María.

Pensamiento no constructivo
En el proceso de evaluación de nuestros pensamientos, María dice que es importante identificar aquellos que son auto-limitadores.
“Perdemos tanto tiempo, energía y dinero en pensamientos que no nos sirven,” dice.

Entre ellos:
* Ponernos a la defensiva
* Probar que el otro está equivocado
* Ponernos a nosotros en ganadores y a los otros en perdedores
* Juzgar y criticar
* Temer y preocuparnos
* Cultivar creencias limitadoras

Con frecuencia le prestamos atención a las cosas equivocadas porque estamos embargados por pensamientos que ni siquiera son reales. Parte de mi programa es identificar y despojarse de pensamientos no constructivos, porque no ayudan. Luego nos concentramos en que lo que pensemos, digamos y hagamos esté en función de los aspectos más críticos y valiosos.

Siempre es bueno identificar aquellos pensamientos que interfieren con el progreso. Tales creencias pueden estar generalizadas en una empresa o ser específicas de una persona.

María dice que ella tenía las creencias auto-limitadoras que siguen:

Yo creía que una empresa en situación comprometida inducía a las peores conductas de las personas. Cuando cambié mi postura al respecto empecé a ver lo valioso en las personas.

Yo creía que las lecciones de la vida se aprendían a las malas.

Cambié mi modo de pensar y ahora creo que se puede aprender con alegría.

Yo no creía que se pudiera tener éxito en los negocios y al mismo tiempo ser una buena persona. Cuando cambié mi modo de pensar y me di cuenta de que se puede ser exitoso y buena persona, empecé a conocer a gentes que eran ambas cosas.

Las empresas también tienen creencias. Frecuentemente esas creencias les impiden tener éxito. Por ejemplo, pueden creer, “Si nos volvemos exitosos, ya no va a ser divertido. No vamos a ser flexibles. Nos vamos a convertir en burócratas.” Pero hay empresas que se dedican a crear una cultura empresarial que es placentera, flexible y “como de familia”, y son capaces de crecer y mantenerse vitales.

“Finalmente, pude ver que las empresas que son auténticamente exitosas son las que ofrecen un verdadero servicio a quienes las
constituyen: empleados, clientes, inversores, proveedores,” dice.

Pensamientos positivos, futuro positivo

Elegir nuestros pensamientos significa que podemos elegir nuestras intenciones, y cambiar nuestras vidas.
María hace lo que predica.

Ahora sabe para qué se crearon los fines de semana.

“Nunca cancelo mis vacaciones. Manejo mi agenda teniendo en cuenta lo que es importante para mí,” dice. Su trabajo es más placentero.
Ayuda a sus clientes a lograr sus objetivos poniendo el acento primero en los pensamientos – y luego en los objetivos de agrandar el negocio o invertir con miras al futuro.

Los cambios positivos se han acumulado, unos pocos segundos por vez, hasta formar un futuro tan rosado como el mejor.