Inicio Empresas y Negocios Por qué los inversores del mundo desconfían de los “mega salvatajes”

Por qué los inversores del mundo desconfían de los “mega salvatajes”

La crisis financiera internacional avanza de manera implacable. Tras los ambiciosos planes de salvataje anunciados en Estados Unidos y Europa, los mercados del mundo siguen siendo sacudidos por noticias desalentadoras y los millonarios megafondos destinados a detener las quiebras de empresas no logran espantar la desconfianza que invade a los inversores.

En un nuevo intento por inyectar optimismo, el presidente norteamericano Barack Obama promulgó este martes por la tarde el plan de estímulo económico por u$s787.000 millones, a ser financiado con dinero de los contribuyentes.

La Casa Blanca busca reactivar la deprimida economía estadounidense mediante la creación 3,5 millones puestos de trabajo, el recorte de impuestos y la reducción de gastos estatales.

“Tenemos que estabilizar el sistema financiero”, afirmó Obama en un acto en Denver, donde anticipó que “en los próximos días se anunciaran más medidas”.

Pero los mercados recibieron con escepticismo la promulgación del nuevo plan económico y volvieron desplomarse ante el temor de que se profundice aún más la recesión, que está generando una ola masiva de despidos en los países industrializados y que amenaza con extenderse a todo el mundo.

En Wall Street, el promedio industrial Dow Jones cayó un 3,79%, el índice Standard & Poor’s 500 cedió un 4,56%, y el compuesto Nasdaq bajó un 4,15 por ciento.

El índice Merval de Buenos Aires cayó un 4,62% y la bolsa de Sao Paulo retrocedió un 4,76%. Las principales bolsas europeas cerraron con pérdidas de entre 2,5 y 3%, mientras que las de Asia bajaron entre 1,5 y 3 por ciento.

Mas dinero inyectado, más desconfianza
Los analistas no dudan de que la inyección de fondos públicos es necesaria para salvar al sistema financiero mundial. El problema es si esta política generará la riqueza suficiente para financiar la fiesta de recursos fiscales, en particular, cuando las principales economías del mundo han entrado en recesión.

Los gobiernos de los países centrales han apelado al rescate de bancos y empresas, a cubrir sus deudas, y a poner en marcha planes de capitalización preventiva, destinando para ello “megamillonarios” fondos con dinero de los contribuyentes.

Sin embargo, los planes anunciados no logran calmar a los inversores del mundo. Más dinero se inyecta, mayor es la desconfianza.

Para los analistas financieros de Arpenta Sociedad de Bolsa, “las bolsas siguen cayendo por una cuestión de confianza, no creen que la ayuda llegue en tiempo y forma. Creen que la recesión mundial es más grande que la ayuda del tesoro norteamericano”.

Osvaldo González, operador senior de la entidad, cree que los bancos norteamericanos siguen en el ojo de la tormenta.

“No se sabe si sus balances representan toda la verdad, porque cada vez que se publican hay una cosa nueva, por lo que se desconfía del sector financiero. Hasta que no paren de mostrar pérdidas, el mercado no les va a creer”, agregó.

La semana pasada los ejecutivos de los principales entidades financieras de EE.UU. asistieron a la primer audiencia en el Capitolio, donde fueron duramente cuestionados por el uso que han hecho del primer plan de rescate, conocido como TARP.

Es que luego de los salvatajes, algunos CEO se adjudicaron bonos millonarios y los bancos siguen presentando pérdidas.

Para la consultora Finsoport, de Jorge Todesca, la acción de la política económica ha sido insuficiente porque, fundamentalmente, no logra despejar las dudas del mercado.

“Se está avizorando que, a pesar de la gran ayuda instrumentada, los balances de los bancos y empresas reflejarán más problemas, más ahora que la economía de EE.UU. entró en recesión”, señalaron desde la consultora.

En tanto, Paula Premrou, directora de Portfolio Personal, sostuvo que “es difícil pensar en una recuperación del crédito y sus efectos sobre la economía real, cuando todavía no se sabe el real impacto de los problemas”.

¿Quién paga la fiesta?
Mientras tanto, los inversores se preguntan si el gobierno estadounidense cobrará los llamados créditos tóxicos, que pasará con las hipotecas impagas, el dinero que deberá emitirse para saldar la fiesta de salvatajes y cómo pagará las garantías estatales comprometidas.

“No se termina de definir la gran incógnita, cuál es el monto de las pérdidas de los bancos y quién va a terminar pagándolas”, aseguró Premrou.

El miércoles pasado fueron anunciadas las claves del plan de rescate del sistema financiero.

Con la creación de un fondo de inversión semipúblico, dotado de u$s500.000 millones y ampliable al billón de dólares, el Gobierno pretende absorber los activos tóxicos de los bancos.

Sin embargo, los mercados reaccionaron negativamente por considerar que la medida anunciada generaba más dudas que certezas.

“Todo este plan de ayuda fiscal se va a tener que pagar en algún momento, más si no se recupera la economía. Los accionistas de los bancos están enfrentando brutales consecuencias por las caídas de las acciones. Siguen en baja porque todavía faltan definiciones”, añadió la analista de Porfolio Personal.

Cambio de planes
Una de las medidas que más provoca incertidumbre es el plan financiero anunciado por Geithner.

“Es el que más dudas genera ya que se esperaba un “bad bank”, como se había anunciado inicialmente, mediante el cual el gobierno compraría activos tóxicos. Esto no sucedió y se terminó hablando de ciertas intervenciones”, explicó Emilio Dojas, analista financiero local.

El problema es que el Gobierno de Obama modificó su propuesta original y habló de crear un fondo público y privado, en vez de un bad bank netamente público.

“Esa decisión genera muchos interrogantes respecto a su viabilidad”, agregó Dojas.

El economista Paul Kraugman opinó en igual sentido. “El plan esbozado por Tim Geithner no era exactamente malo. En cambio, era vago”, dijo en un artículo del New York Times.

“¿Esas sociedades entre la esfera pública y la privada terminarán por ser una manera encubierta de rescatar a banqueros a expensas de los contribuyentes? ¿O la “prueba con esfuerzo” requerida actuará como una salida hacia la nacionalización temporaria de los bancos (la solución favorecida por un creciente número de economistas, incluyéndome a mí)? Nadie lo sabe”, sentenció Kraugman.

De ahí, que Kraugman comparó la estrategia de Obama con la adoptada por Japón en los años 90: una expansión suficientemente importante como para evitar lo peor, pero no suficiente para impulsar la recuperación.

Mientras tanto, crece el desempleo y las ejecuciones de deudores hipotecarios.

Otro frente, la inflación
Como si esto fuese poco, la opinión de los expertos es que si esta política sigue fracasando, los países desarrollados tendrán serios problemas fiscales, tensionarán el mercado de dinero y dejarán sin crédito al sector privado.

“Todavía no convence a la gente cómo va a funcionar el plan de rescate, porque supone una emisión de moneda muy alta, y esto puede generar inflación. Además crece el interrogante sobre la profundidad de la recesión y su impacto en el sistema bancario”, manifestó el analista financiero Carlos Olivieri.

Según los analistas, este “tsunami” se financiará con una elevada emisión de dólares. El país del norte tiene la maquinita de impresión para hacerlo. Sin embargo, a largo plazo, esto terminará inundando el mercado de billetes, impactando en el precio de la divisa y generando un proceso inflacionario significativo.

Aunque por ahora, tal como explican los analistas, este temor está relegado a un segundo plano porque la prioridad es parar con la sangría que está generando esta crisis.

En este sentido, la consultora Finsoport avizora un destino incierto para la inflación. Por un lado, las fuerzas recesivas tienden a apaciguarla: por la contracción del crédito, por las quiebras de bancos y por la enorme incertidumbre reinante sobre el devenir de la economía mundial. Por el otro, la expansión monetaria presionará inevitablemente al alza.

Se pierde la generación de riqueza
Hoy el gobierno de EE.UU. es el que distribuye la riqueza global. Según el analista Jorge Castro, “la principal potencia mundial recibe el 75% del flujo de capitales que circula por el mundo”.

Recibe ese dinero porque, a pesar de ser la cuna de la crisis financiera, es considerado un buen pagador. A su vez, se lo entrega a los bancos e importantes firmas para que éstas no caigan.

De alguna manera, todos los inversores que buscan refugiar su capital comprando bonos del Tesoro americano son los que terminan financiando el descalabro.

Pero para Olivieri, en todo este proceso existe un dato clave: “No hay generación de riqueza”. Los Estados no crean valor y, en este clima, las empresas no invierten, y esto produce el derrumbe de las economías mundiales.

En rigor, el 40% de las empresas multinacionales prevén desinvertir en las áreas de negocio no rentables durante 2009, con el objetivo de generar liquidez y ahorrar costos para afrontar la crisis económica, según el estudio ‘Oportunidades en la adversidad’, elaborado por Ernst & Young en colaboración con The Economist Intelligence Unit.

Más del 80% de los encuestados realizó un análisis de reducción de costos, cerca de dos terceras partes optó por un plan de reducción de personal y más de la mitad racionalizaron sus gastos en tecnología.

En síntesis
Las dudas persisten entre los inversores y analistas respecto de la situación del sector financiero, la efectividad de las medidas y de las consecuencias del crac en la economía real:

* Si los gobiernos se harán cargo de las deudas tóxicas cuando resulten incobrables

* De cuánto será la contracción del crédito para particulares y empresas y la consecuente caída del Producto Bruto Interno (PBI) mundial

* Cuán volátil se mantendrán los mercados bursátiles cuando aún resta conocer el verdadero estado de solvencia y liquidez de algunos bancos

* Si la mayor emisión de dinero para solventar las garantías bancarias implicará una mayor inflación