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¿Por qué suben los precios a pesar de la fuerte caída en el nivel de ventas?

La inflación vuelve a estar en el centro del debate.

En medio de las especulaciones sobre el futuro del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno –responsable de la intervención del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC)-, los analistas aseguran que a partir del índice que el Gobierno difundirá este martes, se jugará gran parte del crédito político del flamante ministro de Economía, Amado Boudou, ya que en la medida que continúen existiendo grandes diferencias entre la cifra oficial y la de las consultoras privadas, esto será un indicio contundente de que se mantiene el “viejo estilo” de hacer política.

Más allá de esta lectura política, la inflación es un ingrediente crónico en la canasta de preocupaciones que arrastran los consumidores: con viento de cola o huracán de frente, la suba de precios es un flagelo que sigue y seguirá impactando en el bolsillo de los argentinos, tal como prevén los expertos.

El desánimo de la gente es de tal magnitud que el propio ministro del Interior, Florencio Randazzo, en un acto de “sincericidio”, admitió que “hay productos que han aumentado por encima de lo que dice el INDEC”.

Las tres etapas inflacionarias
Durante las dos administraciones kirchneristas, el “electrocardiograma” se puede dividir en tres etapas bien definidas:

* Desde la salida de la devaluación y hasta 2007, la inflación en gran medida era producto de la crisis de crecimiento. Es decir que, mientras el consumo se convirtió en el gran motor de la economía, cierto déficit de inversiones en el sector productivo provocaron que la oferta no acompañe con el mismo ritmo al nivel de demanda.

* Ya en 2008, un combo conformado por los excelentes cotizaciones internacionales, el histórico paro del campo, la fuerte demanda internacional y la escasez que comenzó a afectar a las materias primas agropecuarias clave para el país, provocaron un impacto en los precios de algunos alimentos, como la carne, el trigo y los lácteos, a tal punto que el Gobierno decidió cerrar total o parcialmente las exportaciones para garantizar un desacople de los valores internacionales.

* Finalmente, este año, a pesar de que los argentinos presenciaron fuertes guerras de precios desatadas por shoppings y comercios en general, importantes descuentos por parte de las tarjetas de crédito y una contracción del nivel de consumo inédito tras años de bonanza -todo esto, matizado por la mayor crisis económica mundial de las últimas décadas- la temida inflación no sólo se mantuvo en los dos dígitos sino que amenaza con profundizarse. Para Andrés Méndez, economista de Finsoport, lo que está viviendo la Argentina es una “estanflación”, porque “falta crecimiento, pero hay igual ajuste de precios”.

Si bien el índice inflacionario se desaceleró considerablemente, al pasar de un 25% en 2008 a una tasa anual que se mueve alrededor del 14%, son numerosas las consultoras que alertan que el mismo podría acelerarse en lo que resta del año.

Radiografía de la suba de precios
Según especialistas consultados por iProfesional.com, mientras que años anteriores los alimentos constituían en gran medida uno de los motores de la suba, este año este factor pasó a influir cada vez menos.

Sucede que ahora hay otros ingredientes que estaban mantenidos en una olla a presión y que comenzaron a liberar su vapor.

En este sentido, desde la consultora Finsoport, el economista Andrés Méndez explicó que contribuyen a la baja “la menor demanda interna y los menores precios internacionales de algunas commodities agrícolas.

Sin embargo, a diferencia de otros años, “hoy comienzan a pegar fuerte las alzas en rubros como servicios y tarifas”.

De este modo, aseguró que mientras que antes las clases media alta y alta no se veían tan perjudicadas por las variaciones de este indicador, actualmente -al estar afectados considerablemente rubros como seguros, salud y educación- la inflación comienza a colarse en sus bolsillos.

Sin embargo, Méndez destacó que el flagelo continúa pegando y mucho en la clase baja, que tiene que afrontar, además, una caída del ingreso por baja de la actividad.

En tanto, para Fausto Spotorno, economista jefe de la consultora Orlando Ferreres & Asociados, la inflación tiene su raíz en la política fiscal, de expansión del gasto público, y en un problema de expectativas y de confianza.

“La gente está llevando dinero al exterior, el consumidor no tiene confianza y la gente automáticamente indexa todo, por ejemplo, en negociaciones salariales”, aseguró.

El combustible, a la orden del día
Otro factor que comenzó a incidir en el indicador es el del gasoil. Sin anuncios previos, algunas de las grandes petroleras que operan en el país instrumentaron subas de entre 3% y 4% en los precios. Los aumentos, que tuvieron lugar a fines de junio, son los primeros en tres meses.

Las explicaciones que dan desde las compañías es que necesitan afrontar aumentos salariales, la depreciación del peso y el incremento de la materia prima.

Esto trae aparejado un fuerte aumento de los costos logísticos, por la incidencia de este insumo en las tarifas de las empresas del sector.

Basta saber que en junio, el Indice de Costos Nacionales que elabora la Cámara Empresaria de Operadores Logísticos (CEDOL), se incrementó un 2,8%, la mayor suba desde julio de 2008.

A pagar más por el proteccionismo
A este combo se agregó un elemento novedoso y que viene impactando desde que comenzó el año: las restriciones a las importaciones.

Esto es lo que sucede con rubros como electrodomésticos e indumentaria. En este último caso, los precios de la nueva temporada experimentaron una marcada suba con respecto a años anteriores, según los expertos.

Para Ernesto Taboada, director de la Cámara de la Producción, la Industria y el Comercio Argentino-China, “el primero que sale perdiendo es el consumidor. De hecho, ya estamos viendo aumentos en algunos electrodomésticos. Esto ya pasó con los textiles: al caer la competencia de los bienes importados, falta volumen y los precios aumentan”.

El director de la consultora Exante, Aldo Abram, enfatizó que “muchos industriales están acostumbrados a ganar plata sin invertir ni hacer el esfuerzo suficiente para ser más productivos; por lo que dependen de que el Estado los proteja del ingreso de mercadería extranjera fabricada por empresarios que sí buscan mayor eficiencia. Por supuesto, esta protección implicará que los consumidores argentinos deberán pagar mayores precios por esos bienes”.

Como ejemplo de lo que puede pasar en otros rubros, a partir de este mes, todo el calzado que entra proveniente de China debe pagar un valor fijo de u$s15,50.

Para tener noción del impacto que tendrá esta medida, basta saber que en 2008 habían ingresado 3 millones de pares de calzado chino a un costo promedio de u$s5,5, es decir, un 64% por debajo del nuevo valor que impuso el Gobierno para proteger el mercado interno

Una tendencia hacia arriba
En este contexto, ¿por qué los expertos prevén que la inflación pueda acelerarse?

Según Abram, que calcula una inflación anual del 13% , “para final de año es probable que aumente dos o tres puntos porcentuales, y luego siga con tendencia ascendente”.

El economista explicó que esto se debe “al cambio que sufrió la política monetaria del Banco Central tras los comicios de junio”.

“Hasta las elecciones, la prioridad del BCRA era bajar la inflación porque los perjudicados eran los más pobres, pero ahora ya votaron, con lo cual las prioridades pasan por otros lados. Una de ellas es estimular el crédito interno y aumentar el tipo de cambio para licuar pasivos”, dijo, destacando que todo movimiento ascendente del dólar sí o sí tiene su impacto en los precios.

En la misma línea, desde la consultora Buenos Aires City destacaron que la suba de precios se verá impulsada por una larga lista de variables: la tasa de devaluación esperada, los ajustes tarifarios pendientes, las paritarias salariales, los aumentos de haberes jubilatorios, la inflación preelectoral reprimida y la inercia característica del propio proceso inflacionario.

El tema de las paritarias no es menor: Los secretarios generales de las 53 seccionales de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), por ejemplo, estudian iniciar medidas de fuerza frente a la negativa empresaria de atender el reclamo gremial de un 22 por ciento para más de 250.000 trabajadores.

Por su parte, el titular de la CGT, Hugo Moyano, adelantó que pedirá un aumento del salario mínimo y defendió la intención de los camioneros de parar si no les dan un aumento salarial del 17 por ciento.

En ambos casos, las pretensiones de los sindicalistas están muy lejos de la pauta menor al 15% que preveían los especialistas a principios de año, en plena crisis internacional.