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Reliquia entre los cerros

Indefectiblemente, demanda atención a los visitantes y los induce a detenerse. La esquina de San Martín y 14 de Julio preserva una parte sustancial de la historia de Tandil. Allí, la vivienda más antigua de la ciudad -levantada en 1860 como parador de carretas y caballos- desafía el paso del tiempo y funciona como almacén, bar y museo Epoca de Quesos.

Desde 1990, al tiempo que en la casa histórica se venden y se degustan fiambres, quesos y una treintena de variedades de dulces artesanales, es posible visitar las tres habitaciones y el sótano originales. Las reliquias acompañan atinadamente para ambientar el imaginario viaje hacia principios del siglo XX: latas, bolsas, jarrones, botellas de vidrio y documentos. La propietaria Teresa Inza y su hijo Lole conducen una visita que se inicia en el salón principal, sigue por la cocina y el patio del aljibe. En el subsuelo, las fiambreras y una atmósfera fresca permiten entender cómo se conservaban los productos cuando Tandil era una referencia alrededor del los cimientos del Fuerte Independencia.

A fuerza de una picada desbordante sobre las mesas con manteles de hule e iluminadas por velas, la recorrida suele estirarse. Encima, la anfitriona facilita el equipo de mate, cartas, un puñado de granos de maíz y porotos. El desafío del truco se cae de maduro y se larga bajo el parral del patio, amenizado por charlas interminables, propuestas de turismo aventura y relatos sobre la historia de Tandil y las peripecias de los picapedreros que extraían granito de los cerros.

Más infirmación: www.epocadequesos.com