El ministro de Hacienda de Brasil, Guido Mantega, ratificó el rumbo económico junto al presidente Luiz Lula da Silva y consideró “inevitable” la apreciación del real, luego de que la agencia Standard & Poor‘s elevara nuevamente la calificación de riesgo crediticio a ese país.
Con ello, el temor de los ejecutivos en la Argentina es que el dólar bajo abarate también las empresas locales ante los ojos de los inversores brasileños. El presidente de la Cámara de Comercio (CAC), Carlos de la Vega, manifestó esa preocupación al señalar que las políticas divergentes de los dos principales socios del Mercosur convierten a las unidades de negocios locales en una “tentación irresistible” para los crecientemente poderosos empresarios paulistas.
En realidad, la “brasileñización” de sectores industriales argentinos clave no es una novedad: el último hito fue la compra de Alpargatas por parte de Camargo Corrêa, pero antes se registraron casos más resonantes como las ventas de Quilmes, Loma Negra, Pérez Companc y Swift. También avanzaron firmas como Petrobras, no sólo en el negocio petrolero sino en el mercado energético en general.
El proceso se acentuó en los últimos dos años, cuando la fortaleza del real contrastó más que nunca con el esquema de dólar alto que la administración Kirchner y la ministra Felisa Miceli levantan como estandarte de éxito económico para la Argentina.
