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Tres claves para afrontar el momento de despedir un empleado

Llamar a un empleado para decirle que está despedido es probablemente una de las tareas más difíciles e incómodas que implica ostentar un cargo de jefe. Sin embargo hay que tener presente que es un proceso necesario y, sobre todo, intrínseco a la relación laboral.

Nadie, por muchos años que lleve como directivo y por merecido que sea el despido, se acostumbra a ser el mensajero de tan malas noticias. Sólo queda, según los expertos, asumirlo y prepararse adecuadamente para reducir el estrés del proceso.

A continuación algunas recomendaciones consignadas por Expansión.com para el antes, el durante y el después de una reunión de despido:

1. La toma de decisión
Cuando pensamos en el despido nos viene a la cabeza el momento en el que se comunica al interesado que deja de trabajar en la compañía. Sin embargo, el proceso comienza mucho antes.

Conviene tener presente algo tan obvio como que una vez que se le comunica al trabajador ya no hay vuelta atrás, por consiguiente, es fundamental elegir al profesional basándose en hechos concretos y que éstos se puedan documentar.

Para que el cese no tome por sorpresa al empleado, el jefe debe haber realizado distintos llamadas de atención, explicando al profesional que no está cumpliendo con su trabajo o informándole que su nivel de desempeño no es el esperado.

Aunque a menudo la relación entre jefe y empleado es buena, de confianza y distendida, el directivo tiene que tener presente que nunca pasó por un momento tan fuerte con esa persona y no sabe cómo va a reaccionar. Por lo tanto, debe mantener siempre la calma.

Otra de las cuestiones previas al despido es informar de lo que va a pasar sólo a las personas estrictamente necesarias y garantizar así la confidencialidad de la situación.

2. El momento del despido
La temida frase de “usted está despedido” es demasiado dura y difícil de pronunciar, pero aunque existen muchas fórmulas para expresar este mensaje, en lo que todos los expertos coinciden es en que debe ser el jefe directo el que comunique el despido.

Algunos recomiendan que también esté presente un responsable de recursos humanos para que informe de las condiciones y a la vez ejerza de testigo. Pero todos insisten en que, aunque den ganas, nunca se debe delegar esta misión.

Por lo incómoda que es la situación la tendencia natural es dar vueltas, no obstante, lo mejor es ser directo y breve. El empleado nunca debe tener la duda de si la reunión es una llamada de atención o un despido, porque esto sólo creará aún más tensión.

Hay que decirle al empleado que no podrá seguir trabajando en la compañía y proceder a explicarle las causas de forma detallada pero concisa, evitando largas explicaciones o discusiones. Al fin y al cabo, la decisión ya fue tomada y cuanto más se hable sobre las causas, más aumentará la tensión y el estrés de ambos interlocutores.

En el momento de despedir a un empleado sobran las disculpas o los cumplidos. Frases como: “Sé que no es justo, pero…” y “No quería tomar esta decisión…” solamente ayudan a incrementar la tensión. Si se quiere destacar algún punto positivo de su forma de trabajo es conveniente hacerlo de forma discreta, de lo contrario puede querer profundizar en por qué le tocó a él.

Tampoco es el momento de hacer falsas promesas que no se puedan cumplir como: “Voy a ver si puedo hacer algo por usted…” o “Cuente con una carta de recomendación”. Es crear falsas expectativas y jugar con los sentimientos de las personas.

“¿De quién fue la decisión de despedirme a mí?” Esta es una de las preguntas más comprometidas a las que debe responder el jefe. Siempre debe asumir que la decisión fue suya -aunque no haya sido así-. No es el momento de expresar que se está en desacuerdo o que, simplemente, es el encargado de trasladar esta decisión.

Uno de los puntos en los que menos consenso hay es el día de la semana. Obviamente, ningún momento es bueno y cada uno tiene pros y contras. A principio de semana la persona despedida tiene tiempo de asumir su nueva situación, tomar medidas para reorientar su carrera, despedirse de sus compañeros y no enfrentarse al fin de semana con una actitud de derrota.

Por otro lado, los que defienden que sea a final de semana señalan que de esta forma el empleado puede irse sin llamar la atención ni la compasión de sus compañeros y tiene dos días para pensar en lo sucedido.

3. Reflexión post despido
Después de haber pasado por una experiencia tan profunda como despedir a un trabajador es conveniente que el directivo reflexione sobre cómo y por qué se llegó a esa situación.

Es importante asumir que el error no fue sólo del despedido. Obviamente, el fallo también es de la empresa y del propio jefe, que no supo elegir a la persona adecuada o no supo dirigirla, capacitarla y controlarla.

Otras de las tareas ineludibles tras un despido es comunicarlo al resto del equipo antes de que avancen los rumores. Es conveniente reunirlos y explicarles breve y objetivamente las causas del cese. De esta manera se evita una impresión de injusticia a la vez que se puede aprovechar para explicar las líneas de actuación y método de trabajo que se esperan.