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Un castillo en el campo

Quedan pocos cascos de estancia con la magnificencia de Villa María, a 45 km de Buenos Aires, en la localidad de Máximo Paz. Diseñado por Alejandro Bustillo para Celedonio Pereda, de estilo Tudor normando con tres plantas y 3000 metros cuadrados, fue inaugurado oficialmente en 1927. A pesar de los años, conserva todo su aplomo de château en la pampa, rodeado por 1500 ha de campos altos que combinan el engorde de hacienda con algo de agricultura. A metros de la casa se encuentran la pileta y la laguna artificial surcada por peces de colores, en las cuales se refleja el casco.

Además, y no es un detalle menor, su acceso es pavimentado: la lluvia no puede decidirlo a renunciar al programa rural para ver un auténtico castillo: eso es lo que se encuentra el viajero que llega por primera vez a Villa María. Con bosques que se extienden a través del tapizado de sus suelos de hojarasca, el aroma de la madera que emana de las chimeneas, el aire azulado y un camino que serpentea hacia el horizonte.

La otra casa, aún más antigua y también dispuesta para el turismo, data de 1870. En ambas el lujo es una constante: cuartos con muebles de época, sala de billar, grandes ventanales, galerías, hogares de leño, habitaciones con nombre propio como Celedonio Pereda, Las Rosas y Los Claveles, por citar las más importantes. La capacidad total de alojamiento es para 30 personas.

La estancia lleva el nombre de la que fue su dueña, María Girado, casada con Pereda; fue ella quien se encargó de llevar adelante la obra de Bustillo. Hoy el establecimiento está a cargo de la dueña hace 19 años, Eleonora Nazar Anchorena; su socio desde 1998, Alfredo Bonadeo, y desde 2007, el Fideicomiso Inmobiliario Villa María, que se ocupa del desarrollo inmobiliario.

Cipreses, nogales, álamos
Mientras la actividad de turismo sigue su curso, los huéspedes pueden disfrutar del incipiente proyecto Villa María Club de Campo, que contará con cancha de golf.

Adornan el parque de 65 ha diseñado por Carlos Thays y su ahijado Benito Carrasco añosos árboles como cipreses, nogales, alcornoques, nísperos, robles americanos, palmeras y álamos. Las clásicas avenidas de eucaliptos de Thays descubren canteros de flores, un antiguo aljibe, una fuente con un querubín y un ganso de mármol de Carrara, entre otros detalles soberbios.

Quedan, al alojarse y quedarse un tiempo que permita conversar, algunos testigos de un tiempo que se fue. Como Alejandro Ford, que fuera mayordomo de la estancia durante 30 años y ahora se dedica al campo, el ganado y el proyecto del club de campo. “Al final de sus días, Celedonio III quedó ciego, pero con tesón se obligaba a dar la vuelta a la laguna tomado de una soga de la cual se aferraba para seguir el camino”, contó. Asomaron también muselinas blancas de los espíritus de antiguas fiestas inolvidables, historias de huéspedes famosos, añoranzas de una confiada Argentina de principios de siglo.

Entre las actividades más frecuentes de la estancia se encuentra el avistamiento de pájaros desde la terraza o desde el coche de caballos. También se puede jugar al voley, crocket, fútbol, andar en bicicleta o ver televisión en el salón, los días de lluvia.

Datos útiles

* Villa María: ruta 205 km 47,5.

* Día de campo: $ 200 por persona más IVA.

* Día de campo con alojamiento: $ 400 por persona más IVA.

* Se hacen eventos, casamientos, presentaciones. Se habla inglés, francés y alemán. A pedido, se realizan shows folklóricos.

* Informes: 4322-7785/86 o 02274-452299, e-mail villamaría@estanciavillamaria.com

* En Internet: www.estanciavillamaria.com