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Un histórico en expansión

SAN CARLOS DE BARILOCHE.- Todavía está la obra a pleno, con obreros que cargan maderas y colocan porcelana, pero las nuevas habitaciones del tradicional hotel Llao Llao ya están completamente reservadas para las fiestas de fin de año.

“Muchos son habitués, la mayoría extranjeros, que quieren ser de los primeros en dormir en las suites”, comenta Nora Espector, Rooms Division Manager del resort, con el casco puesto en un recorrido por la obra.

El emprendimiento podría decirse que tiene la magnitud de la primera construcción, cuando Alejandro Bustillo, allá por 1937, ideó este emblema barilochense.

Las nuevas habitaciones formarán parte del Ala Moreno, mucho más abajo del edificio original, prácticamente a orillas del lago Moreno. Se trata de 43 suites, divididas en seis módulos, todas con vista al lago, grandes ventanales y balcón, con una inversión que supera los siete millones de dólares. Serán 7000 m2 cubiertos, lo que representa un aumento en la capacidad del hotel del 25 por ciento.

“La fachada está hecha con piedra local, trabajada a mano de la misma manera que lo hizo Bustillo en el hotel. La idea es respetar a rajatabla el mismo estilo -enfatiza Néstor Abruzzini, director de obra-. No se altera la postal del hotel, no venimos a competir, sino que sea todo una unidad.”

Los nostálgicos pueden quedarse tranquilos. La típica postal del hotel erguido imponente sobre una colina, con el cerro Tronador atrás y rodeado por los lagos Nahuel Huapi y Moreno, se mantendrá tal como se la conoce.

La nueva construcción, mucho más abajo, no interferirá con la visual del edificio histórico, porque prácticamente no se la ve.

Para llegar al Ala Moreno es preciso desandar la colina sobre la que se yergue el Llao Llao y entrar por abajo. Por supuesto que por ahora con permiso especial, casco y la prudencia necesaria para esquivar máquinas, bolsas de material y demás herramientas.

Tendrá una recepción propia, con un lobby bar con vista al lago, y también estará conectado con el edificio por un puente techado en la parte superior que desemboca en el nivel inferior del Llao Llao, a la altura del spa.

Los grandes ventanales y los balcones son especialmente llamativos. “Bustillo no podía hacer ventanas más grandes, tenía menos disponibilidad técnica que ahora”, explica Abruzzini.

Con hidromasaje
La obra comenzó hace dos años, con explosiones para volar porciones de tierra incluidas, pero los huéspedes actualmente ni notan que hay una obra a pocos pasos.

En algunas habitaciones, más avanzadas, se luce el mármol y el hidromasaje en los baños. Las primeras se inaugurarán el 21 de noviembre, en coincidencia con la carrera de las Mil Millas Sport. El resto un mes después. Todavía no está el mobiliario, pero se sabe que va a ser menos rústico que el de la construcción original, de un estilo internacional clásico contemporáneo. Por ejemplo, las puertas de las habitaciones y los placares serán de lenga de Tierra del Fuego y los pisos, de lapacho.

El nuevo edificio significa un punto de inflexión en la historia del Llao LLao, testigo privilegiado de la historia de Bariloche.

Es una obra tan trascendente como la primera, cuando se decidió construir un hotel internacional para atraer turistas en la época de la creación del Parque Nacional Nahuel Huapi. La primera inauguración fue en 1938, pero al año siguiente un incendio lo destruyó totalmente. En 1940 se reabrió y funcionó hasta 1978. En 1993, luego de 15 años de permanecer con las puertas cerradas, abrió con todo su esplendor y una refacción general.

Además del Ala Moreno se está construyendo una planta depuradora para el tratamiento integral de residuos y desechos (inversión de un millón y medio de dólares), y ampliando diversas áreas de servicios del hotel.

“Esta obra surge por la demanda de los pasajeros, pero hay muchos huéspedes de años que quieren seguir en el edificio Bustillo”, comenta Carlos Burgoa, gerente general del hotel. No es para menos, esa atmósfera especial que se respira en el Llao Llao no sabe de competidores.