Inicio Placeres Un inversor de origen iraní explotará viñedos en Mendoza

Un inversor de origen iraní explotará viñedos en Mendoza

La tradición vitivinícola iraní, conocida por ser la más antigua del mundo, estará presente en un proyecto para la producción de uvas y de vinos de alta calidad que se puso en marcha en el valle de Tupungato. Esa cultura milenaria se ensamblará con un modelo de negocio basado en la tecnología de las bodegas modernas del Napa Valley (Estados Unidos).

El promotor es el empresario norteamericano, hijo de iraníes, Aria Mehrabi, que adquirió -con el asesoramiento del viticultor iraní radicado en California, Darioush Khaledi- un campo de 280 hectáreas donde comenzó a desarrollar una unidad productiva en la que desembolsará más de US$ 10 millones en los próximos cinco años.

También se asoció con el argentino Manuel Cosio, presidente de El Poleo y ganador en 2004 del premio LA NACION a la excelencia agropecuaria, para fundar la empresa Gran Espíritu, que en 2006 implantó las primeras 27 hectáreas de uvas malbec, cabernet, syrah, chardonnay y pinot noir.

Este año extenderán el cultivo hasta llegar a una superficie de 60 hectáreas y, dentro de dos meses, comenzarán una construcción de 4000 metros cuadrados destinada a una posada que ampliará la oferta de alojamiento en el circuito del turismo del vino de Mendoza.

Aria Mehrabi está dando sus primeros pasos en el mundo del vino. Su experiencia empresarial tiene 10 años en el negocio inmobiliario de Estados Unidos como director de la compañía Pacific Star Capital y ex ejecutivo de RPD Ctalyst, un fondo con negocios en real estate que movilizó más de US$ 550 millones.

Decidido a diversificar sus inversiones ahora enfocó su interés en Mendoza, donde se concentra el 75% de la producción vitivinícola argentina. “Evaluamos diferentes zonas, pero nuestra decisión de invertir en Mendoza se basó en el gran potencial que tienen los vinos de la variedad malbec pese a que no es del todo conocida en el mundo y debemos desarrollar el mercado”, dijo el empresario, de 36 años.

Afirmó que conoce esta provincia desde hace 10 años y desde los últimos cinco “planeaba comprar una propiedad, pero no se materializó hasta 2006 por la crisis económica”. Como otros extranjeros, Mehrabi reconoce que la devaluación del peso fue lo que inclinó la balanza para radicar parte de su capital en el país.

“El precio de la tierra fue el factor clave de nuestra inversión. Una hectárea de viñedo premium en Napa Valley cuesta 600.000 dólares que es más de diez veces el valor que tiene en Mendoza”, afirmó el empresario, y asegura: “Planeamos traer Napa Valley a Mendoza”, en alusión a la aplicación de sus técnicas de cultivo y tecnología enológica. Eligió a dos socios que con su experiencia pueden ayudarlo a no cometer errores en el competitivo mundo vitivinícola.

Cosio es un mendocino hijo de productores vitivinícolas que también conoce el negocio del agro por sus cultivos de granos en la pampa húmeda y de caña de azúcar en Tucumán. “Invertimos en Tupungato porque es uno de los mejores lugares para plantar uvas malbec por su altitud, amplitud térmica, suelo y la calidad del agua, que es excepcional”, afirmó. Por su lado, Darioush Khaledi, de 61 años, aprendió de su padre, tradicional viticultor iraní, el arte de degustar y hacer vino. En la década del 70 se radicó en Estados Unidos y después de dirigir una importante distribuidora de bebidas adquirió en 1997 un viñedo en Napa Valley, donde instaló su propia bodega, Darioush, que produce 300.000 botellas anuales de vino premium cotizadas entre 75 y 130 dólares por unidad.

Las raíces iraníes de Mehrabi y Khaledi se harán sentir en la propiedad de la firma ubicada en la ruta provincial 89 de Tupungato y vecina de bodegas líderes como Salentein, Sophenia y Andeluna. Destinarán una parcela a cultivar viñedos con el método tradicional de ese país, que consiste en dejar que la planta se desarrolle en diferentes direcciones como un arbusto sin ajustarse al sistema de conducción tradicional argentino. Lo consideran un desafío para experimentar el crecimiento de la planta bajo las condiciones agroclimáticas de Mendoza. Las señales que alertan sobre una sobreoferta de vinos en los mercados mundiales no asustan a los socios. Si bien saben que “hay mucha gente haciendo demasiado vino en el mundo”, como dice Mehrabi, lo que sostiene la expectativa del negocio es una fuerte apuesta a la calidad.

Para eso se apoyarán en la trayectoria del bodeguero Darioush Khaledi, que afirmó que “en el mundo hay muchísima producción de vinos de baja calidad y el mercado tiene ansias de productos de buena calidad. Si venimos con la tecnología adecuada y nuestra experiencia podremos entregar lo que el mercado quiere”. Y agregó: “Queremos ayudar a cambiar en un plazo de diez años la imagen del vino argentino, aunque hemos visto bodegas de Mendoza que elaboran productos de calidad”.