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Un óvulo, un vientre…dos madres?

La pregunta acerca de la normalidad de la crianza sobre la base de una familia diferente se instala.

Es que mi familia es igual a la del vecino? La familia de mi amigo es igual a la mía?

Hace años que la idea de la familia tradicional ha quedado atrás, junto con los libros de lectura de los primeros años de escolaridad en que se mostraba al padre llegando de trabajar y la madre planchando.

Mucha agua ha pasado debajo del puente desde aquella época: del patriarcado hacia el matriarcado, desde los matrimonios arreglados, hacia los matrimonios románticos llegando a los tuyos los míos y los nuestros, estructura casi más frecuente que su forma tradicional hoy en día. Desde las familias monoparentales, acercándonos a parejas del mismo sexo adoptando.
Efectivamente lo que no hace tantos años era lo “anormal” hoy hace serie.

La tradición judeocristiana tiene una larga historia de persecuciones a quienes eran acusados de transgredir las leyes de la familia. Nuevos aires se imponen. Es momento de aceptar y tolerar la diferencia que no es una cuestión sólo de género: diferencia de generaciones, de idiosincrasias, de religiones. Somos cada uno, somos diferentes y de eso se trata la crianza saludable: crecer en la construcción de la propia identidad, enlazándose a los otros que son diferentes a mí para juntos armar un entramado que nos una, nos contenga y nos respete en la diferencia.

Por qué se trataría de homologarnos? Por qué se cree que las diferencias habría que ocultarlas? Que no son buenas?
Los niños están creciendo en la construcción de una nueva manera de enlazarse, de construir familias y lo importante es acompañarlos en la construcción de este nuevo concepto de familia mucho más amplio, que por supuesto incluye la diferencia porque siempre la hay.

Elisabeth Roudinesco, psicoanalista, en su libro “La familia desordenada” reivindica a la familia como “el único valor seguro al cual nadie puede ni quiere renunciar. Los hombres, las mujeres y los niños de todas las edades, todas las orientaciones sexuales y todas las condiciones la aman, la sueñan y la desean”…y por ello buscan nuevos caminos para lograrla a partir de nuevas realidades emocionales. Y es que no debemos de perder de vista que se trata del deseo de un hijo, del deseo de una familia. Y agrega que la familia continuará desarrollándose “con la condición de que sepa mantener como un principio fundamental el equilibrio entre lo uno y lo múltiple que todo sujeto necesita para construir su identidad”.
Para concluir este artículo elijo la última frase de su libro: “la familia venidera debe reinventarse una vez más”.