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Un refugio medieval en las sierras

Ubicado en el pintoresco Valle Hermoso, a tan sólo 75 kilómetros de la ciudad de Córdoba, abrió sus puertas El Castillo Hotel Resort&Spa, un establecimiento hotelero boutique, cuyos 7 mil metros cuadrados cubiertos y 4 hectáreas de parque ofrecen un seductor maridaje de confort y naturaleza.

Originalmente concebido como un casco de estancia, el reducto conoció épocas de esplendor hacia los años 30, cuando un emprendedor italiano, de apellido Ferrarini, lo adquirió y transformó en una fabulosa construcción de estilo medieval. Tras varias décadas de descuidoy abandono, en 2000 comenzaron las obras –que se extendieron por cuatro años– necesarias para reconstruir y optimizar las instalaciones de este bello edificio de estilo florentino que cuenta con 50 habitaciones, piscina, cancha de fútbol, tenis, bowling, spa y fitness center, entre otras amenidades.

Los ambientes de El Castillo son amplios y los arcos ojivales, con la flor de Lis como símbolo, reflejan su definida inspiración medieval, así como el color damasco de sus interiores. Sillones franceses, alfombras iraníes y arañas inglesas en armoniosa combinación son algunos de los detalles que deleitan la vista del huésped.

Desde las numerosas terrazas se aprecia el intenso verde que regala el Valle de Punilla. Y si las nubes lo permiten, se pueden observar los lagos de Villa Carlos Paz, distante 35 kilómetros de El Castillo. Las cuatro hectáreas de vegetación acopian variadas especies como nogales, higos, naranjos y limoneros que invitan a tomar un paseo y saciarse de aromas naturales.

La huerta –que alberga pimientos, albahaca y tomates cherries– provee a la exclusiva cocina que convida recetas orgánicas, regionales, artesanales y gourmet. Sucede que los fuegos, a cargo de los chef Nazario Castro y Sandro del Valle, ofrecen sabores definidos: las cocciones son cortas y no se utiliza sal para que las características naturales queden intactas, respetando la frescura de cada uno de los ingredientes, garantizada por el hecho de que allí no se utiliza heladera alguna. Este detalle –así como la ausencia de televisores en los cuartos– refuerza la adhesión del establecimiento a los postulados del ecoturismo, una tendencia que privilegia la preservación y la apreciación del medio, tanto natural como cultural, en el lugar de hospedaje. En tanto, el huésped de paladar más sofisticado descubrirá un paisaje similar al paraíso al adentrarse en la cava de vinos exclusivos, con ejemplares argentinos de hasta $ 3 mil.

Entre las comodidades que ofrece El Castillo, se destacan sus siete salones y el business center, un espacio ideal para convenciones o congresos empresariales lejos del mundanal ruido.

Para ampliar las opciones, un lounge decorado de modo minimalista propicia la distensión y el disfrute de buena música, que incluso puede componerse en la sala de ensayo continua, equipada con batería, guitarras, bajos y teclados.

El esparcimiento puede continuar en las pistas de bowling, las mesas de pool o pingpong e, incluso, en una cama elástica gigante. En tanto, quien busque un poco de tranquilidad e inspiración podrá disfrutar de una vista increíble hacia las sierras desde un atelier ubicado en una de las terrazas.

A la hora de mimar al cuerpo y al espíritu, nada como una sesión de ejercicios con el personal trainer seguida de una clase de yoga o de una visita al spa, que cuenta con pileta climatizada, jacuzzi, sauna y salas de masajes. Si lo que se busca es practicar deportes al aire libre, una pileta de natación semi-olímpica y una cancha de tenis con superficie blanda (elasticfield), única en Córdoba, ayudan a elevar las
endorfinas en el verde paisaje.

Por si fuera poco, desde El Castillo se pueden realizar caminatas a La Falda (3 km) o paseos en 4×4 por el circuito panorámico de El Dragón (1.5 km) hasta alcanzar la cima del cordón Sierra Grande, desde donde se pueden apreciar los poblados de Huerta Grande y La Cumbre. Además, los huéspedes de El Castillo pueden gozar de los servicios del Golf Club de La Cumbre, a 15 kilómetros del hotel. Y, para aquellos que buscan un poco más de aventura, las salidas en parapente desde el paraje Cuchi Corral (12 km), un balcón natural con vista panorámica hacia el valle del río Pinto, completará una experiencia inolvidable.