Inicio Empresas y Negocios Nouriel Roubini arremete contra el bitcoin:

Nouriel Roubini arremete contra el bitcoin:

El afamado economista Nouriel Roubini se ha sumado las críticas contra el bitcoin, que últimamente está dando muchos quebraderos de cabeza a los inversores que apostaron por esta moneda virtual. Al igual que otros detractores de la divisa, considera que funciona como un esquema piramidal o Ponzi.

“Ni siquiera es una moneda”, afirmó el economista a través de su cuenta de Twitter. Roubini aprovechó la red social para lanzar una serie de argumentos en contra de lo que considera “un juego Ponzi y un vehículo para actividades criminales e ilegales”.

En la misma línea se había pronunciado a finales de enero el banco central de Estonia, que hacía hincapié en la falta de garantías y de responsables que pudieran avalar la moneda virtual a largo plazo. También la Autoridad Bancaria Europea (EBA) alertaba a los consumidores sobre los riesgos vinculados a la compra, la posesión o las operaciones comerciales con divisas virtuales, como el bitcoin, que podrían hacerles perder su dinero.

Unas advertencias que se han materializado en las pasadas dos semanas. Dos importantes plataformas de intercambio de bitcoin, Flexcoin y Mt. Gox, han anunciado su cierre tras alegar ataques informáticos que se saldaron con el robo de cientos de las monedas virtuales. En ambos casos, las firmas han asegurado no tener los recursos y activos para cubrir las pérdidas de sus usuarios, valoradas en cientos de miles de euros a sus usuarios.

Para Roubini, esto no es más que otra prueba de que el bitcoin “no es seguro”. “El hackeo de tarjetas de crédito y de cuentas bancarias es raro y los clientes son completamente compensados por ello. ¿Quién va a reparar el fraude de Mt.Gox? Nadie”, asegura.

En su opinión, la moneda virtual no se puede equiparar volatilidad. con una divisa ni con ningún método de pago, ya que no existe ningún bien ni servicio cuyo precio se establezca en bitcoins, “y nunca lo habrá”, a lo que añade su elevada volatilidad, concluye elEconomista.